Fuente: Ámbito ~ Del lado estadounidense, un espíritu práctico y comercial. Del lado parisino, la rebeldía y la fantasía. Pero una pasión compartida: la moda.
La revista Vogue París ya es centenaria y la capital de la moda le dedica una exposición con un año de retraso a causa del Covid-19, un homenaje que revela los entresijos de su compleja relación con su hermana mayor estadounidense.
Vogue París se lanzó en 1920 por Condé Nast, el magnate neoyorquino que en las décadas siguientes daría su nombre a todo un emporio de los medios de comunicación, con títulos como New Yorker o Vanity Fair.
Pero al principio, la revista en su edición francesa no era sino un apéndice modesto de la firma matriz, Vogue a secas, la guía imprescindible para las mujeres de la alta burguesía estadounidense desde 1909.
«A principio era realmente lo que se denominaría traducción del Vogue estadounidense», explicó Sylvie Lécallier, la comisaria de la exposición que se abre el sábado en el Palais Galliera de París, recién remodelado.
Pero Francia tenía su propia élite y París se sentía, con sus propios argumentos, la capital cultural del mundo. La dirección de la revista acepta de buen grado el dinero y las técnicas de impresión modernas del otro lado del Atlántico.
Pero en cuanto se habla de moda y arte, la intelectualidad parisina tiene sus propios criterios. «En 1929 surge la idea de autonomizarse, de dotarse de una identidad verdaderamente parisina», agregó Lécallier.
Es la época de las vanguardias artísticas, de Coco Chanel, del fotógrafo Man Ray y de toda una bohemia parisina «completamente opuesta a la oficina neoyorquina», añadió también.
Comienza el despegue de la revista francesa y una historia compleja e intrigante, entre un poderío económico estadounidense cada vez más orgulloso y un medio artístico cada vez más arriesgado e independiente.
Vogue marca el paso en el mundo de la moda en Nueva York, en Londres (donde apareció en 1916) y en París. Incluso nace una efímera versión cubana, Vogue Havana, entre 1918 y 1923.
Pero es entre Nueva York y París que se libra el pulso.
«Son cartas, memorandos que cuentan esas divergencias sobre la forma de crear la revista, pero que al mismo tiempo son muy estimulantes para todo el mundo», indicó la comisaria de la exposición.
Al frente de Vogue USA está una mujer de genio decidido y gustos victorianos, Edna Woolman Chase.
Su tono es acerbo. «‘Lo que hacen ustedes no está bien, no se entiende nada. En las fotos en exterior no se distingue nada», explicó con humor la comisaria Lécallier, resumiendo las batallas de estilo.
«Toda la historia de Vogue, a lo largo de 100 años, es de idas y vueltas, de formas de ganar autonomía, para después volver al girón del grupo Condé Nast neoyorquino», sumó y aseguró que no es conflictivo.
Por otro lado, los sucesivos jefes de redacción franceses, como Michel de Brunhoff y Edmonde Charles-Roux, tendrán que «lidiar» con Woolman Chase hasta 1954, año en que la dama se retira.
Sin embargo, no todo fueron peleas. Fue Vogue en Estados Unidos la que apoyó a la revista francesa cuando se produjo la ocupación alemana de París, en 1940.
Durante cinco años, Vogue París no fue publicada por negativa de las autoridades nazis. Lo que salvó a la revista de la humillación colaboracionista que afectó a otras publicaciones.
Luego volvió la tensión, entre una dirección decidida a defender los valores de la alta costura «prêt-à-porter» versión estadounidense.
Es una tensión continúa hasta hoy. Además está bajo las riendas de otra leyenda de la moda, la británicoestadounidense Anna Wintour, también de férrea reputación.
Pero esas discusiones estilísticas han traído sus frutos durante décadas, al punto que Vogue ha dictado para muchos observadores el rumbo de la moda en todo el planeta.