Vamos a hacer una revolución Tecnológica

Fuente: Cronista ~ Este año fabricará 24.000 kilómetros de tela para abastecer a las principales marcas de moda y ropa de trabajo del país. Marcelo Arabolaza, el CEO de Santista Argentina,sabe todos los secretos de la industria de la indumentaria, incluso por qué prendas básicas como un jean cuesta 10 veces más en un shopping que en la calle Avellaneda, cuando a ambos les vende la misma tela y al mismo valor. 

Santista, una compañía con 45% de capitales argentinos y 55% brasileños, facturó $20.000 millones en 2022 y proyecta crecer este año, a pesar de que espera que sea un año más complejo y con caída de consumo. Acaba de invertir u$s 30 millones en máquinas, lo que le permitirá -y demandará- sostener los cuatro turnos con los que actualmente funciona su fábrica de Tucumán.

¿Cómo es el plan de inversiones que está encarando Santista?

Tenemos un proyecto bastante ambicioso, que abarca una inversión de u$s 30 millones. Durante 2022 ya invertimos u$s 12 millones. Este año, vamos a invertir unos u$s 10 millones y nos van a quedar para 2024 otros u$s 10 millones. Es un proyecto muy agresivo que abarca todas las áreas de operación de la empresa que tenemos verticalmente integrada, desde el algodón hasta la tela. Vamos a invertir en hilandería, en tejeduría y en terminación de las tres áreas core que tiene el negocio de producción en la planta de Tucumán. 

¿Qué permiten las nuevas maquinarias que trajeron de Japón?

Acabamos de sumar estos 68 telares japoneses (marca Toyota, de última generación), que son mucho más anchos, con tecnología de la más avanzada que hay en el mundo y que nos permiten diversificar nuestra cartera de productos tanto en moda como en workwear (ropa de trabajo), donde tenemos nuestra marca Ombú, con una posición de liderazgo muy fuerte

¿Fabrican las prendas terminadas bajo esta marca insignia?

No, está tercerizado. Y tenemos todos los negocios bien diferenciados. Uno de moda, donde producimos denim y gabardinas. Y, por otro lado, producimos gabardinas para el negocio de ropa de trabajo, donde tenemos nuestra marca Ombú, con 17 licenciados que confeccionan la ropa. En moda proveemos tejidos para todas las marcas de moda de la Argentina, con un share importante de un 25%. En ropa de trabajo somos el principal proveedor de tejidos con garantía Santista. Hacemos 2200 kilómetros por mes de tejido, o sea 22.000 kilómetros por año. La fábrica es un monstruo. La mitad es para el negocio de ropa de trabajo y la mitad para el negocio de moda.

Planta de Santista

¿Por qué hay tanta diferencia de precio en las prendas terminadas que se venden un shopping o en la calle Avellaneda, si ustedes venden la misma tela que usan todas las marcas?

Yo lo hablo siempre con el Gobierno. Nosotros somos democráticos en ese sentido: le cobramos el mismo precio de tela a todos nuestros clientes desde los de la calle Avellaneda, que tenemos pilas, hasta las marcas número uno que venden en los shoppings. Un metro de tela vale $800 y un pantalón de jean lleva 1,20 metros. Es decir, lleva $1000 de nuestra tela. Después viene la confección, el lavado, la marca, los avíos, el alquiler del local, el shopping, la publicidad, muchos agregados. Pero el producto que vendemos nosotros es el mismo.

¿Es la misma tela?

Tenemos productos premium y productos básicos, pero con poca diferencia de precio. El premium cuesta $1000 el metro, y el otro $ 800.

«Le cobramos el mismo precio de tela a todos nuestros clientes desde los de la calle Avellaneda, que tenemos pilas, que a las marcas número uno que venden en los shoppings. Un metro de tela vale $800 pesos y un pantalón de jean, lleva 1,20 metros. Es decir, lleva $1000 de nuestra tela».

¿La incidencia de la tela en las prendas es bajísima entonces para las grandes marcas?

Eso se ve mucho cuando se habla de aumentos. Cuando nosotros aumentamos los precios, aumentamos por ejemplo un 5%, son $50 ¿Cuánto afecta $50 en el valor de un jean que se compra en un local? Yo soy vicepresidente de la Federación textil y tengo mucho intercambio con el Gobierno y siempre hablamos de estos temas. En nuestro eslabón, no somos formadores de precios. Por más que pidan que baje los precios, y yo baje un 5%, son 50 pesos. Qué ruido hace eso en el precio final que paga el consumidor.

¿A qué apuntan con este plan de inversión?

Vamos a hacer una revolución tecnológica completa. La fábrica cumplió 50 años en 2021 y lanzamos este proyecto que es muy ambicioso, con parte de financiación del Banco Nación, que es un crédito de u$s 30 millones. También tuvimos una mejora en la competitividad impositiva el gobernador de Tucumán, Osvaldo Jaldo, nos permitió equiparar condiciones con el resto de las provincias donde el resto de nuestros competidores están instalados.

¿Las dificultades económicas del país modificaron en algo esos planes?

Nosotros miramos el mediano y largo plazo. No nos podemos dejar llevar por la coyuntura. Ya hemos vivido situaciones parecidas en el pasado y sabemos que esto en algún momento cambia. Es cierto que es difícil pensar en la Argentina a largo plazo, pero no nos podemos dejar llevar por los problemas de la coyuntura actual, de la falta de dólares. 

Nos tomamos muy en serio nuestro liderazgo, por eso sabemos que tenemos que hacer una renovación tecnológica que nos ponga de cara incluso de un mercado de exportación. Estamos pensando en un negocio preparado para una apertura de los mercados, que nos permita exportar en condiciones de eficiencia competitiva y para eso había que encarar un proyecto de renovación muy fuerte.

¿Tuvieron problemas para importar las máquinas?

Problemas tuvimos todas las empresas. Pero Santista es una empresa con una cultura muy fuerte en términos de transparencia y ética, y entiendo que eso fue muy importante a la hora de definir si se liberaba una Sira o no. Hasta ahora no hemos tenido grandes dificultades. Tampoco tuvimos problemas en la operación por falta de insumos y tampoco hemos tenido dificultades con relación a las inversiones. Si tuvimos algunas demoras.

¿Esas demoras generan un sobrecosto?

Y, sí. Los telares tendrían que haber llegado en octubre/noviembre. Por todo este problema de los cambios de las resoluciones del Banco Central, todos derivados de la escasez de dólares, se nos estiraron un poco los tiempos de embarque en Japón. Pero pudimos resolverlo y todas las máquinas que restan traer, y que tenemos el anticipo pagado, ya tenemos liberada las Sira. Entonces tenemos cierta tranquilidad y garantía de que el proceso de inversión está bien encaminado.

¿Prevén ampliar la producción?

Sí, exactamente. El año pasado produjimos 22.000 kilómetros de tela y facturamos $ 20.000 millones. Este año vamos a producir 24.000 kilómetros en el año, pero el proyecto apunta a ampliar un 30% nuestra capacidad productiva. Nuestra idea es llegar a 26.000 ó 27.000 kilómetros por año. Más allá de eso, lo más importante es que la tecnología que estamos incorporada nos permite abrir el abanico en productos técnicos, especialmente en la línea de workwear, donde tenemos de un negocio que va a crecer en forma de exponencial.

¿Un crecimiento atado a una mayor actividad de sectores como minería o petróleo?

Ya somos el principal proveedor de ropa de trabajo en la industria nacional. Ahora estamos saliendo de ese foco para ir a cubrir los riesgos como el fuego, el arco eléctrico. Ya tenemos un share de 50% en workwear, pero estamos viendo que nuestros clientes, que son las empresas a través de nuestros licenciatarios, ya no solo requieren ropa para trabajar sino una que además tenga tecnología específica que proteja del calor, que el tejido tenga características que den una temperatura estable al cuerpo, por ejemplo. Mucha de esa tecnología ya la tenemos pero ahora ampliamos nuestra gama de productos.

«Estamos haciendo alianzas con algunas empresas para que dejen de importar y compren el producto nacional que le vamos a ofrecer»

¿Le permite ganar en precio?

Sí, pero además hay que tener en cuenta que todo esos productos vienen de Estados Unidos. Se importan. Hoy no hay ningún productor en la Argentina que los fabrique, o sea que estamos sustituyendo importaciones. De hecho, ya estamos haciendo alianzas con algunas empresas para que dejen de importar y compren el producto nacional que le vamos a ofrecer.

¿Piensan en exportar?

Esta es una empresa mixta brasileña y argentina. Brasil tiene una cultura exportadora muy fuerte y no tiene estos problemas de apreciación de los tipos de cambio que lo saca de competitividad como a nosotros. Brasil siempre mantiene una línea de negocio de exportación tanto a Centroamérica como a Europa. Entonces, esos ya son nuestros clientes también. Les podemos exportar desde Brasil cómo desde la Argentina si las condiciones de competitividad y de producto se adecúan. Para nosotros es muy fácil comenzar a exportar, lo difícil es conseguir clientes pero muchos ya los tenemos porque les vendemos desde Brasil.


¿Por qué es más competitivo fabricar hoy en Brasil?

Brasil es más competitivo por dos razones: la escala y porque el Real oficial no está tan apreciado como el peso oficial argentino. Con un dólar oficial a $180, que es al que exportamos, somos caros. Pero pensamos que en algún momento, las condiciones cambian y nosotros vamos a estar preparados para ese momento, no tengo dudas.

Marcelo Arabolaza, CEO de Santista Argentina

¿Cuál es el mayor desafío hoy para la empresa?

Tenemos una posición muy fuerte. Dificultades siempre vamos a tener y pensar en el corto plazo no es una buena idea. Pensamos estos proyectos a largo plazo, no evaluamos tanto el payback inmediato. Sabemos que existe un riesgo país importante en la Argentina, inflación, falta de reservas; y hay que convivir con esas dificultades. Por eso pensamos en mediano plazo, no hacemos estos proyectos pensando en lo que necesitamos recuperar en 24 meses, porque no va a pasar.

¿El crédito es indispensable para crecer?

Es importantísimo pero en nuestro caso no imprescindible. Hubiéramos hecho igual el proyecto sin ese crédito. De hecho se atrasó la monetización del préstamo y hubo que pagar primero. A nosotros el Banco Nación nos aportó un 60% de algunos proyectos. Otros los estamos haciendo con recursos propios. Fue un aporte muy importante igualmente, y lo conseguimos gracias a nuestros socios argentinos que están en Catamarca. Sabíamos que de ahí podía surgir una mejor llegada a este tipo de financiamiento o de cualquier tipo de relación con el Gobierno que esté. Efectivamente pasó. En el Banco Nación realmente nos escucharon, entendieron cuál era el negocio, cuál era nuestra proyección, como por ejemplo que tenemos 1000 personas trabajando en la planta de Tucumán. Toda ese ese componente apalanca este proyecto sin duda porque es un préstamo con tasa blanda, en pesos, a pagar a cinco años, con dos años de gracia.

La verdad también es que nuestros accionistas solo piensan en el negocio textil, y eso es fundamental. Venimos de accionistas cuyo core era la energía y transporte (Camargo Correa). Ahora, tanto nuestros accionistas en Brasil como en Argentina sólo están pensando en el negocio y en invertir, no en sacar dividendos. Entonces, la facilidad y la velocidad en la toma de decisión para invertir es fantástica.

¿Santista es una empresa rentable hoy?

Si. Facturamos $22 mil millones. El negocio textil, en el eslabón que nosotros estamos, es un negocio de bajos márgenes. Cuando se avanza en los eslabones de la cadena textil se encuentra con otros tipos de márgenes que se ven en la prenda terminada.

¿Qué proyección tiene para este año?

Este es un año distinto a 2022. Ya hemos presentado nuestro presupuesto 2023 con algunas premisas que son diferentes porque puede haber algún cambio del punto de vista en el tipo de cambio. Eso va a afectar la economía real y también hay políticas monetarias que están apuntando a desinflar un poco la inflación y eso desapalanca el consumo. Venimos de un 2022 con un consumo súper apalancado, en exceso, con restricciones en la importación muy fuerte, entonces cuando la demanda supera la oferta, los precios se disparan. Y se disparan en la punta de la cadena. Aunque nosotros no subamos los precios, la prenda va a subir porque hay gente que compra más que la oferta que hay. No hay vuelta que darle, la economía funciona así.

Este año va a ser diferente. Menos consumo porque la política que el nuevo ministro de Economía implementó tienden a eso. Las tasas de interés subieron, los servicios están subiendo también, con lo cual va a haber menos dinero en la calle para consumo. Ahora, en paralelo es un año electoral con lo cual va haber compensación de un lado y del otro.

¿Aun así este será un año positivo?

Estamos apuntando a crecer en volumen de producción y venta. De 22.000 kilómetros a 24.000 kilómetros. Vemos un primer semestre asegurado en términos de demanda y de funcionamiento del mercado y un segundo semestre un poco más complejo. El pass through de aumentos de costos a precio va a ser más difícil pero también va a ser un año positivo.

¿Contratarán más empleados?

En 2022 crecimos un 8%, incorporamos casi 100 personas porque como las inversiones se van a plasmar efectivamente, en términos productivos, en este año y el año que viene; no nos quedó más remedio que subir en turnos.

Entonces tenemos hoy la fábrica a cuatro turnos. La fábrica no para nunca. Ahora vamos a incorporar tecnología que obviamente es más eficiente en términos de productividad y en términos energéticos. Eso nos va a dar mayor capacidad de producción y mantendremos a la fábrica con cuatro turnos.

¿Cuál de sus negocios estará más impactado?

Tenemos un posicionamiento muy fuerte en el mercado de workwear. Eso nos da una elasticidad prácticamente nula con respecto a las crisis. Es muy difícil que en ese negocio haya impacto por toda la penetración que tenemos y todas estas novedades que estamos incorporando. Ni lo vamos a sentir por la poca elasticidad que tiene a la crisis. El negocio de moda es diferente, es más elástico porque la reacción es inmediata. La gente deja de comprar y hacia atrás llega enseguida la fábrica.

¿Cómo están los stocks en ese mercado?

Están en cero. Nunca tuvimos tan bajos stocks en fábricas, en confeccionistas, en locales. Todo está quebrado técnicamente. Por eso creo que a pesar de que va a ser un año difícil, vamos a tener una demanda sostenida, aunque sea para cubrir stocks.

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