Fuente: Clarín ~ Hace cuatro años que imagina, diseña y cose sus vestidos, remeras, camisetas y prendas que viste para alguna ocasión especial o para su día a día.
Lo principal: ninguna le queda mal y van con su cuerpo. Lo interesante: no tiene que amoldarse a las medidas de una tienda. Y lo más importante: le gusta hacer lo que hace.
A Selene Zambón (15) desde pequeña le llamó la atención la vestimenta de sus muñecas y pensó que en algún momento las vestiría ella misma.
Cuando cumplió 10 años compró con sus ahorros una máquina de coser Janome para su casa en Villa Martelli; un año después comenzó a producir sus primero modelos.
Para optimizar su trabajo, tomó un curso de alta costura con Rosana Pegorer. Ahí arrancó con los diseños no solo para sus muñecas, sino para ella y su familia.
«Me gusta usar más colores en los vestidos que hago, usar el bordado, brillos, encajes o algunos toques especiales en la prenda para que resalte más», cuenta.
Su memoria le trae al presente el vestido violeta con encaje de pedrería en talle, escote corazón y una falda semiacampanada que hizo a sus 13 años y usó en su fiesta de egresados y la fiesta de 15 años de su prima.
«Quedó mejor de lo que esperaba, era la primera vez que lo hacía y fue un modelo único», asevera.
Selene Zambón sujeta el vestido terminado de la obra «Desconcierto».
Este año, sin pensarlo, su trabajo llegó más lejos. Siempre supervisada por sus padres, realizó el diseño y vestuario de la obra teatral, en formato de monólogo, «Desconcierto», en la que confeccionó el vestido en grande y miniatura de la actriz Silvia Picolo y el de la muñeca de porcelana que la acompaña.
Su diseño se presentó en el Festival Norestada, el Festival Arre en Tucumán, el Festival Felt en Escobar, el Festival Perimetral en Montevideo y el Festival Internacional de teatro en Bogotá.
Recientemente, concluyó el diseño y costura del vestuario para una familia (padre, madre e hijo) de los años 50 que interpretarán la obra «Para el sillón de plata».
«La parte de diseño para mí no es difícil, más bien es divertida y dinámica; la producción es la que lleva más tiempo porque requiere práctica en el uso de las técnicas de corte, el manejo de las telas y la costura para evitar cometer muchos errores», reconoce.
A futuro sueña con especializarse en diseño e indumentaria para obras teatrales. De hecho, en tres años saldrá con una tecnicatura en el área de la Escuela Raggio y hará las prácticas en el teatro San Martín.