Un encuentro anual de tejedoras para mantener viva una tradición

Fuente: Clarín – El primer Encuentro de Tejedoras fue en el año 2010, en Amaicha del Valle, Tucumán.Un grupo de mujeres se junta poco antes de celebrar el Día de la Pachamama, teje y enseña sus técnicas.

A la mañana temprano, Ángela Balderrama da las indicaciones sobre lo que hay que hacer. Sacar los bancos de las aulas de la Escuela 10 Claudia V. de Cano de Amaicha del Valle en Tucumán, para que las tejedoras puedan usarlos cuando lleguen. Limpiar todo, asegurarse que nadie quede bajo el sol, muy fuerte, cuando sea el mediodía. En la cocina, enorme y cálida por el fuego que arde en el fogón, se prepara el almuerzo, locro para el sábado y guiso de lentejas con mazamorra de postre, para el domingo.

El Encuentro de Tejedoras se hace en Amaicha del Valle a fines de julio. Este año es, ya, el número trece, organizado por la Cooperativa La Pachamama de Amaicha del Valle y por distintas cátedras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán.

Cerca de las diez de la mañana del soleado sábado de invierno, las tejedoras empiezan a llegar. Liliana Soto, santafesina que vive en Amaicha, acude al Encuentro desde su primer año. Hila a uso y a rueca, tiñe con yerba mate, jarilla, cochinilla y otros tintes naturales los hilos de lana que ella ha formado. Yolanda y Ernestina Balderrama, hermanas de Ángela Balderrama, forman parte de la Cooperativa La Pachamama y también acuden al Encuentro. La madre de ellas tres, Felisa Arias de Balderrama, fue una reconocida coplera de Amaicha.

https://cf0fea56e48a09b11fec277dc5c45a13.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.htmlEl Encuentro de Tejedoras lleva trece ediciones. Fotos: Mila Colodero/ GentilezaEl Encuentro de Tejedoras lleva trece ediciones. Fotos: Mila Colodero/ Gentileza

“Todas las copleras son tejedoras”, explica Ángela. “Si le preguntas a cualquier coplera te va a decir que teje o tejió en algún momento”, agrega. El sábado que comienza el encuentro algunas copleras de la zona cantan para inaugurarlo. Esta es la copla sorora, no estás sola, no estás sola.

También se ofrenda a la Pachamama, enseñan cómo hacerlo correctamente, aunque la boca en la tierra en la que se ponen vino, agua, comida, lanas y cigarrilos, recién se abrirá el primero de agosto que es el día de la celebración a la Madre Tierra.

El primer Encuentro de Tejedoras fue en el año 2010. Aunque la propuesta surgió un año antes, en el 2009, cuando Olga Sulca, magister en ciencias sociales y nieta de tejedores, conoció a Ángela Balderrama y a la Cooperativa La Pachamama. “Fue la comunidad la que pensó el encuentro, nosotros como equipo de la Universidad Nacional de Tucumán, lo que hicimos fue acompañarlo”, explica Sulca.

“Queríamos que existiera una reunión que agrupara a las tejedoras porque la práctica se estaba debilitando”, afirma Sulca. “¿Qué hacer para revitalizar la práctica? Enseñar”, agrega.

El Encuentro, no por casualidad, coincide con el inicio del mes de la Pachamama, agosto, que es como se llama a la Madre Tierra en la cultura andina. “Muchas mujeres que fueron elegidas como Pachamama fueron grandes tejedoras”, coinciden Olga Sulca y Ángela Balderrama. Doña Felisa Arias de Balderrama, por ejemplo, fue coplera y tejedora y, en el año 2014, elegida Pachamama.El Encuentro, no por casualidad, coincide con el inicio del mes de la Pachamama, Fotos: Mila Colodero/ GentilezaEl Encuentro, no por casualidad, coincide con el inicio del mes de la Pachamama, Fotos: Mila Colodero/ Gentileza

Para ser invierno, hace calor en Amaicha. Alrededor del patio en las galerías de la escuela se disponen las mesas en las que tejedoras, hilanderas y bordadoras muestran sus trabajos. Algunas han viajado casi dos días para llegar ahí desde sus lugares de origen.

Durante el fin de semana del Encuentro, las mujeres enseñan sus técnicas a las personas que se acercan a aprender en los talleres. El conocimiento se comparte.

La tejedora e investigadora Elvira Espejo Ayca acuña la noción de crianza mutua para referirse, entre otras cosas, a los tejidos. Los objetos no son cosas inertes, inanimadas, de las que solo se hace uso. Por el contrario, los materiales son, también, sujetos que nos cuidan y a los que hay que cuidar.El conocimiento se comparte entre tejedoras. Fotos: Mila Colodero/ GentilezaEl conocimiento se comparte entre tejedoras. Fotos: Mila Colodero/ Gentileza

“No es el dominio del ser humano. Es: yo te cuido como un ser vivo más de este territorio y tú me vas a cuidar a mí también porque yo voy a vestir tu lana. Yo voy a dar la mejor parte de mí y respeto me vas a dar a mí. Yo te doy y tú me das, por eso son cuidados mutuos. Crianza mutua de los bienes, de los objetos, que son sujetos”, escribe la investigadora.

Los tejidos están vivos, respiran. Junto con sus tejedoras son los sujetos del espacio de encuentro del Encuentro. “Pensar con la yema de los dedos, como cuando hacemos una preselección de las fibras, es una educación que va por la yema de los dedos, donde ellos son más aptos que los ojos o que la cabeza”, escribe Espejo.

“La sensibilidad de la yema de los dedos capta la textura de la fibra y se almacena en la cabeza y en otras partes del cuerpo”. Lucrecia Cruz, de Tejedores Andinos de Humahuaca en Jujuy, teje, veloz, sin mirar.

https://cf0fea56e48a09b11fec277dc5c45a13.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.htmlAimacha del Valle queda a 141 km de San Miguel de Tucumán. Fotos: Mila Colodero/ GentilezaAimacha del Valle queda a 141 km de San Miguel de Tucumán. Fotos: Mila Colodero/ Gentileza

La vista, como el sentido occidental por excelencia, no es el primordial aquí. “Hay que abrir los ojos de tus dedos y hacer tu propia experiencia de viaje por la sensibilidad. Lo mismo pasa con el textil, porque las fibras alimentan la sensorialidad de tus dedos, que la van a almacenar para el futuro de tu vida. Hay que despertar ese aprendizaje desde niños, para que luego, si tus ojos, a cierta edad, ya no pueden ver el hilo, tus dedos puedan distinguirlo sin dificultad”, escribe Espejo.

Las tejedoras llegan con sus cuerpos y con los cuerpos de sus tejidos. Ellas se sientan, ellos se ponen sobre las mesas. Comparten el tiempo, el espacio. Ligados por el tacto, en el Encuentro la variedad de seres vivientes no se reduce solo a aquellos que lo son a primera vista. Cuando el domingo por la tarde, baja el sol y termina el día, juntos, todos se van hasta el próximo año.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *