Fuente: Ambito ~ Actualmente existen más de 1.000 marcas operando con este sistema en Argentina. Las cifras oficiales señalan que se trata de más de 30.000 puntos de venta distribuidos en todo el país, con un universo de empleo de unas 200.000 personas.
Dicen que de las crisis se sale por arriba. Y en la historia argentina reciente, quizás esto sea así. Allá por el año 2002, luego de una de las peores crisis económicas de las que se haya tenido registro, el sistema de franquicias comerciales vivió un verdadero boom. La delicada situación económica, algunos ahorros en dólares conservados con sacrificio y la posibilidad de subirse finalmente a la recuperación esperada, vieron como una oportunidad de inversión la adquisición de una marca sumada a una idea de negocio y comercio. Hoy existen en nuestro país más de 1.000 marcas operando con el sistema de franquicias. Las cifras oficiales señalan que se trata de más de 30.000 puntos de venta en todo el país, con un universo de empleo de unas 200.000 personas. La cuenta arroja algo cercano a un 2% del PBI nacional.
Como cualquier otro escenario, las franquicias parecen estar en proceso de transformación. La delicada situación económica de los últimos años se profundizó en 2020. La pandemia y la cuarentena generaron una crisis impar. Sin embargo, las distintas formas de atravesar ese impacto en términos comerciales propusieron cambios que podrían haber llegado para quedarse y que hoy constituyen las claves de una recuperación. Mayor utilización de herramientas tecnológicas, espacios que se acomodan mejor a las necesidades del cliente, mejor ubicación física de los locales y una forma accesible de entrar en el negocio con una rápida recuperación de la inversión parecen ser cuatro modificaciones recién llegadas que prometen revolucionar el negocio tal y como lo conocíamos.
Según la CAME, las ventas minoristas cayeron un 6,7% en noviembre con respecto al mismo mes del año pasado, desacelerando el descenso que habían tenido en octubre, aunque acumula caída de 24% en el año. La flexibilización gradual de la cuarentena y la estabilidad del dólar blue parecen haber empujado esta tendencia de recuperación. Un relevamiento que realizó la Asociación Argentina de Marcas y Franquicias (AAMF) va en esta misma línea. Si bien el nivel de facturación se ubicó 66% abajo en el bimestre abril-junio (sobre todo impactados los negocios de gastronomía, heladerías y comercios especializados), en julio-agosto esa medición había mejorado sensiblemente. El epicentro de esa mejora se dio principalmente en los textiles y otros comercios especializados, que hoy se ubican con una caída del orden del 35% o menor.
A la hora de los guarismos, existen algunas variantes. Por ejemplo, una cadena de cafetería requiere una inversión que se ubica en torno a los $5,5 millones (hay que sumarle IVA) y propone un recupero de la inversión que puede darse a los 24 meses. Huelga decir que el sector (que incluye cadenas de comidas rápidas, low cost de sushi, pizza y afines) es uno de los de más crecimiento por estas semanas. El dato fundamental es que unos 780 puntos de venta nuevos se abrieron, muchos de ellos en formatos y modalidades adaptados como los dark stores (a las que se denomina comúnmente “tiendas fantasmas”), o versiones de bajo costo de tiendas tradicionales, plataformas on-line, locales con ubicaciones estratégicas y buen acceso de estacionamiento, entre otros.
Otro de los rubros que ha reactivado en las últimas semanas a partir de la oferta extensa de locales comerciales y del fuerte impacto negativo que habían tenido la recesión tanto en 2018 como en 2019 es el sector de indumentaria. Así es como marcas tradicionales han ampliado su oferta de franquicia. “Con poco más de u$s20.000, el inversor adquiere un sistema al que debe dedicarle tiempo, sumarle conocimientos de organización y administración. La idea es que todo ayuda: dejarse asesorar por la empresa que provee la franquicia, elegir una buena ubicación, incorporar gestión y sobre todo, elegir una buena marca, así el franquiciado se consolida en una zona geográfica y recupera rápido la inversión”, señala Alejo Itzkovici, dueño de la franquicia Oxford Polo Club, que cuenta con 14 franquicias en el interior del país y que acaba de abrir su primer local en el Solar de la Abadía, en la Ciudad de Buenos Aires.
“También hay que conversar sobre las posibilidades que hoy da el comercio electrónico, cómo se maneja la logística y envíos, los medios de pago y el trabajo mediante las redes sociales. Si bien la gestión es autónoma, las líneas iniciales son centralizadas por el franquiciante dueño que comercializa y vende su marca y sistema de local llave en mano. La idea es que siempre el franquiciado haga un buen negocio, que sea rentable para él”, dijo el empresario.
Itzkovici asegura que “las franquicias son emprendimientos que se llevan a cabo en base a un modelo de negocios probado como es el caso de Oxford Polo Club”. Remarcó que “la inversión en una franquicia tiene menor riesgo que un emprendimiento propio porque sus productos y servicios tienen probada la preferencia por parte de los consumidores, la marca es reconocida” y porque en su caso, la inversión se aplica exclusivamente al armado del local y el pago de la mercadería, no hay costo hundido. “La idea es llegar a las 50 franquicias en los próximos años”, dijo.
Los datos del sector muestran que en los primeros meses de la pandemia habían cerrado definitivamente sus comercios el 14% del universo total de franquicias. Sin embargo, ese dato disminuyó enormemente y en julio se registró el cierre adicional del 1,2% del universo restantes. En los últimos meses, sin embargo, se revirtieron las tendencias y abrieron cerca del 4% de los locales. Si bien todo el sector llegó a facturar unos u$s12.000 millones el año pasado, se descuenta que en 2021 comenzará a desandar un camino dificultoso en este 2020.