Fuente: La Nación ~ A diferencia de las prendas para adultos, la indumentaria infantil no se circunscribe tanto a las tendencias, y al mismo tiempo -en sintonía con el cambio de paradigma que atraviesa la moda en general- son cada vez más las marcas que se corren de las tipologías y colores establecidos según el género. Así y todo, el recambio es veloz y el consumo de ropa para los más chicos se ajusta sí o sí al crecimiento. En ese sentido es que expresiones como: «la usó una sola vez», «lo tuve que regalar casi sin ponérselo», o «cambia de número cada dos meses», son de lo más frecuentes entre madres y padres para dar cuenta de la celeridad en el uso de la vestimenta y del calzado de sus hijos. Ni hablar en estos siete meses de cuarentena.
No olvidemos que en los primeros doce meses de vida, el talle puede variar entre cuatro y seis veces, y aunque después comienza a estabilizarse, continúa cambiando entre uno y dos más al año. En ese contexto, el ideal, sin dudas, sería que cada prenda vaya extendiéndose al mismo tiempo que lo hacen los niños. Y que si bien, esto puede parecer de ciencia ficción, lo cierto es que ese tipo de productos ya existe y se presenta como una de las soluciones posibles. Así lo plantea el ingeniero aeronáutico Ryan Mario Yasin, fundador de Petit Pli, una startup de innovación de materiales y fash-tech, con sede en Londres, que desarrolla ropa que crece a la par de los chicos durante siete talles, y que se realiza en textiles ultraligeros. Para lograrlo, Yasin se inspiró en la técnica del origami y de los nanosatélites, además de su propia experiencia tras haberle comprado indumentaria a su sobrino y darse cuenta de lo pronto que le quedó pequeña.
Otra de las opciones, cada vez más habitual, es el reúso de prendas que ya habían sido vestidas antes, por una e incluso por dos personas. Esta modalidad -sea por donación o por compra y venta- se traduce, por un lado, en una cuestión económica, al disminuir el gasto monetario para adquirir indumentaria y por otro, en un aspecto sostenible, al evitar un nuevo uso de energía y de materiales para confeccionar ropa desde cero. Con esa acción además se logra algo esencial para este tiempo de gran contaminación textil: que la prenda no sea desechada. «Es revelador conocer que en algunos países, por ejemplo Japón y especialmente en Tokio, el reúso es habitual en prendas y accesorios de moda, incluso para la adquisición de marcas de lujo» comenta Gabriel Farias Iribarren, experto en sourcing internacional y moda circular, quien además explica que aunque esta tendencia ya se venía observando, se verá intensificada después de la pandemia. Para el autor de Moda circular, el futuro de la moda, depende de cada mercado en particular: «En algunos el consumidor persigue un objetivo que tiene que ver estrictamente con la sostenibilidad; mientras que en otros, constituye una opción de ahorro a la hora de adquirir indumentaria en función de la nueva situación económica y social post Covid-19».
Reúso local
Galpón de ropa es una de las tiendas físicas pioneras, en cuanto a la variedad y selección de artículos para volver a usar. Con un total de cuatro locales en la ciudad de Buenos Aires, comercializa ropa para niños en las sucursales de Belgrano C y Almagro. «El consumo textil durante los primeros años de vida es bastante grande, y generalmente cuando las prendas ya no se usan, se pasan de un familiar a otro o quedan olvidadas en los placares a medida de que los chicos crecen», expresa Florencia López De Carlo, encargada de arte y comunicación del emprendimiento. ¿Cuáles son las más solicitadas? «En general, para el cliente que compra son las de 6 a 12 años aproximadamente, y de 0 a 6 para el que vende», comenta López De Carlo y destaca que hasta ahora los artículos con más salida son los joggings, las remeras, las camperas y los buzos, y los de menos son los pantalones en denim.
«Entendimos que había un negocio con un montón de ventajas que no solo tenían que ver con el ropero de nuestros hijos o con gastar menos plata, sino que encontramos nuestro propósito, y de alguna manera tomamos otro envión», expresa Juliana Politzer, quien junto con Agustina Butler acaban de lanzar RE!, la plataforma para comprar y vender indumentaria infantil de circulación responsable y amigable con el entorno. «Comienza en casa, en nuestros armarios, a partir de una comunidad de familias decididas a cambiar hábitos de consumo, y se concreta en la tienda online», reconoce. ¿Qué hay que tener en cuenta para comprar? «Primero si realmente lo necesitás, y si es así intentar que sea de tejidos nobles para que dure, que no sea descartable», dice Politzer, e insiste en que «es clave saber el proceso de selección que tuvo, y la preservación de la calidad original de la prenda». Según las flamantes emprendedoras, los precios pueden oscilar entre $500 (remeras de algodón, bodies, shorts, etc.) y un rango de entre 2500 y 2800 pesos para la ropa de alto invierno.
María De Piero, dueña de Vintage Reciclado, es otra de las que respondió a la demanda de sus clientas y procuró ir al rescate de prendas de otras épocas para chicos. Así surgió la versión mini de la tienda online que cuenta con una selección de indumentaria infantil especialmente curada, que privilegia ropa de entre los años ’60 y ’90, en estampados, colores pasteles, y alta calidad textil. También destaca otra de las variables que se tiene en cuenta: «Vestir a los niños acordes a su edad». Y esto lo dice en consonancia con las madres hastiadas de los tonos fuertes o las calzas animal print, entre otras cuestiones. «Que resurja eso que usábamos cuando éramos chicas», añora. ¿La cuarentena hizo repensar el consumo? «Al estar más tiempo en su casa, la gente comenzó a ver la cantidad de ropa que tenía y que quizás no usaba -reflexiona De Piero- y a tener consciencia del consumo; comprar prendas de buena calidad, buen precio, únicas, y que no sean de marcas que en el proceso intervienen talleres clandestinos». En esta misma línea, Farias Iribarren señala que el objetivo de un consumidor consciente es conservar sus pertenencias el mayor tiempo posible, usarlas un número máximo de veces e incluso adquirir artículos usados para disfrutarlos y extender su vida útil. «En general, desea contribuir a una industria de la moda que sea ‘circular en lugar de lineal’, en la que nada se desperdicie y todo se utilice, reutilice y recicle de la manera más efectiva y sostenible posible», concluye