Fuente: Clarín ~ Tendencia mundial. Esta industria es, según la ONU, la segunda más contaminante del mundo. Estrategias como el alquiler de ropa, las ferias y modos alternativos de producción van ganando terreno en el sector.
El boom de las plataformas de alquiler de ropa, los tejidos tecnológicos que no se arrugan, no se manchan y no generan olores, las telas recicladas… el mundo de la moda sustentable cada vez es más amplio. En Argentina, muchas marcas se volcaron a lo que también se denomina «moda ética», una forma de producir y de consumir que piensa en el medio ambiente y en los daños que produce el consumo exesivo.
No se trata de «una cosa de hippies» ni es tan cara como se piensa. La moda pronta (derivada del término inglés fast fashion, para referirse a la moda de rápida producción y comercialización) es la segunda industria más contaminante del mundo luego de la petrolera. La ONU se refirió a “emergencia medioambiental” del sector, dado sus impactos negativos en el entorno y la salud.
«La ‘moda pronta’ nunca será sostenible», aseguró la presidenta de la Asociación de Moda Sostenible de Madrid, Paloma G. López, durante la mesa redonda «La moda en el siglo XXI: disrupción y sostenibilidad», organizada por el British Council. Alli se dieron números al respecto.
Cifras alarmantes
Uno de los datos más alarmantes es que se gastan 13.000 litros de agua para cultivar, procesar y teñir un kilo de algodón con el que se confeccionan tan solo cinco camisetas. El 20 por ciento de los vertidos tóxicos que llegan al agua proceden de la industria textil. La fibra de poliéster tarda 200 años en descomponerse y la producción de algodón acapara el 24 por ciento de los insecticidas utilizados en el mundo.
¿Y todo esto para qué? Para que mucha de la ropa que utilizamos termine en un placard arrumbada o en la basura.
En la actualidad se fabrican más 100.000 millones de prendas al año en el mundo, y en los últimos 15 años se ha multiplicado por dos, pero el número de veces que se usa cada pieza ha disminuido, según publica Ellen MacArthur Foundation. Si las tendencias piden renovar el guardarropas cada temporada, ¿a dónde va a parar lo que no se utiliza?
Diseñadores y firmas de moda se ponen las pilas y hablan un nuevo lenguaje en la industria textil. En nuestro país, las ferias americanas vuelven a poblar las veredas, la circulación de prendas que ya no se usan también se realiza de manera virtual, como es el caso del sitio Renová tu vestidor, de la emprendedora Cecilia Membrado. Se trata de una aplicación que permite a sus usuarios comprar y vender ropa usada.
Miguel Carvajal, fundador de The Second Self, se une a esta idea. “El futuro de la moda pasa por la tecnología y la sostenibilidad», se necesitan prendas de larga duración especialmente formuladas pensando en su durabilidad. Las generaciones anteriores confeccionaban prendas de manera artesanal, con tejidos de calidad, «dejando en las costuras suficiente tela para poder adaptar la prenda al crecimiento o fluctuación de peso», recuerda Carvajal, quien considera que el futuro está en apostar por un «armario reducido y de calidad».
Prendas y materiales re circulando
La conciencia social cada día es mayor. La gente ya no compra tanta ropa, en algunos países, ¡prefieren alquilarla! Las redes sociales son la plataforma de este nuevo ‘boom’, también conocido como «el armario en la nube», que utilizan ya más de diez millones de consumidores en todo el mundo en el exitoso portal Rent the Runway.
La «moda circular» forma parte de este nuevo lenguaje de la moda sustentable, un proceso que comienza con la recolección de la materia prima, retazos y ropa usada con los que se fabrica un nuevo algodón reciclado que sirve para confeccionar prendas nuevas. Este puede ser un modo de reciclaje y hay otros que dependen de la organización de productores y consumidores.
La empresa china Alibaba, por ejemplo, puso el foco en este negocio y ofrece alquilar de ropa y accesorios a mujeres ente 22 y 30 años, idea que rápidamente se va a popularizar entre la población «millennial». Parece que el futuro se teje en el alquiler, en un consumo más organizado, en las redes de acción que piensan, no sólo en la ganancia de sus empresas, sino en la protección del medio ambiente.