Fuente: La Nación ~ De acuerdo a la capacidad de los locales podían entrar una o dos personas a la vez, en algunos casos, atendían desde afuera Fuente: LA NACION – Crédito: Fabián Marelli
Sin probadores, con una o dos personas a la vez y alcohol en gel en mano, los locales de indumentaria barriales pudieron reabrir sus puertas al público. La disposición del gobierno porteño de habilitar la apertura parcial de los negocios de ropa e indumentaria, encontró a los comerciantes con un sinfín de sentimientos que van desde el optimismo, la esperanza y desazón por aquellos que no pudieron volver a levantar las persianas. Quienes lo hicieron, registraron ventas de hasta el 50% de lo que tenían normalmente antes de decretarse la cuarentena.
Después de la decisión del gobierno porteño, los comercios barriales de indumentaria y calzado, reabrieron ayer sus puertas siguiendo los protocolos sanitarios de seguridad que dieron a conocer las autoridades en el transcurso de la mañana. El panorama con el que se encontró la mayoría de los comerciantes fueron largas colas, precios atrasados en sus stands y desconocimiento, en algunos casos, sobre los límites permitidos para empezar a trabajar.
En un recorrido que hizo LA NACION por el barrio de Colegiales y Belgrano, en la avenida Cabildo, l a mayoría de los comerciantes no sabían si estaban o no habilitados para trabajar, por encontrarse entre los límites que fijó el gobierno porteño mediante un mapa de riesgo de aglomeraciones.
«Lo que es nuevo para nosotros es que no puedo dejar entrar a nadie porque tengo muy poco espacio adentro. Pero durante la mañana tuvimos ventas similares a las que teníamos antes de decretarse la cuarentena», dijo Soledad Oliveira que atiende un local de ropa interior femenina en la zona de Colegiales.
«Lo que más está llevándose la gente son pijamas, ropa de invierno, abrigada y pantalones de entre casa porque ya están asimilando que esto va para largo», extendió Oliveira. Agregó, no obstante que, uno de los desafíos de poder atender a las clientas sin probadores es que, cuando alguien no conoce su talle debe hacer los cálculos «a ojímetro».
En tanto, Pablo Cassar, el dueño de un local de calzado de la zona de Belgrano sostuvo que «recién a las 9 de la mañana llegó el protocolo que había que seguir». Además, por la dimensión del local solo puedo tener a dos clientes dentro del establecimiento. Pero «desde que abrí pude ver que la gente está encantada por la reapertura. Ya empezaron a venir a comprar algunos vecinos y pudimos efectuar algunas ventas», dijo.
Según informó la Federación de Comercios e Industrias de la Ciudad de Buenos Aires, (Fecoba) a partir de la decisión del gobierno, el 69% de los locales barriales de indumentaria y el 74% de calzado volvieron a abrir sus persianas después de 80 días. El reporte que incluye 60 centros comerciales de la Ciudad de Buenos Aires, indica que la facturación promedio fue del 21 por ciento para la indumentaria y 23 para el calzado en relación a un día normal de ventas.
«Hago take away de indumentaria. Es una cosa insólita hacer delivery de ropa. Ahora estoy laburando solo porque se supone que no puedo tener empleados, tampoco está claro donde inicia el límite permitido para trabajar. Falta claridad en los protocolos de seguridad, porque esta situación nunca antes se vio. Tampoco nosotros estamos teniendo una venta fácil y la mayoría son bufandas. Con bufandas no voy a pagar el alquiler», indicó Leonardo Plotno, un comerciante de la zona.
En ese contexto, Daniela Jimenez, la administradora de un local de ropa de invierno sobre la avenida Cabildo sostuvo que «para nosotros fue bueno volver a trabajar, si bien estos meses hicimos venta telefónica necesitábamos volver. Hoy ya vendimos el 50% de lo que vendimos el día antes de decretarse la cuarentena», afirmó.
Entre algunas de las medidas de prevención que tuvieron algunos comerciantes fue poner en marcha el contactless y limitar las ventas solo con tarjetas. Según Fernanda Castellanos, la administradora de un local de indumentaria deportiva, en su caso lo hicieron para minimizar los riesgos de contagio siguiendo los protocolos sanitarios. Además, la reapertura del local va a permitir una «normalización» progresiva de las ventas.
«Cuando llegué tenía tres clientas esperándome en fila, en la puerta. Para mí fue emocionante encontrarme con esa escena», contó Nora Saker, la propietaria de un negocio de ropa para bebés. El local que tiene desde hace 52 años pudo repuntar las ventas a través de las plataformas digitales y desde un grupo de WhatsApp que ella misma creó.
«Hoy a la mañana mandé un mensajito que volvíamos a abrir y la respuesta fue increíble. Tengo la esperanza de que no voy a tener problemas para levantar el negocio. En estos años las he pasado todas y creo que esta vez no va a ser la excepción . Pero me invade una angustia porque de esta cuadra tres no pudieron abrir y no lo van a poder hacer», explicó.
Abrieron para cerrar
En tanto, por la desactualización de los precios respecto de los que tenían los artículos cuando se decretó la pandemia, algunos de los comerciantes no ven posible un repunte de la economía de sus locales y afirmaron que «abrieron para cerrar» y liquidar la ropa de verano que tenían antes de decretarse la pandemia. Además, por la actualización que tendrían que hacer de los precios reales, «sería imposible vender un artículo».
Con un enorme cartel de la liquidación de las prendas femeninas y una fila de clientas que esperan a que salga la que está dentro para poder ver las promociones, un negocio de ropa sobre la calle La Pampa anuncia el cierre del local después de 30 años.
«Se tuvo que devolver el pedido que se había hecho para la temporada de invierno porque los precios serían inviables. Una blusa costaría más del doble de lo que está ahora. La ropa que tenemos acá la pusimos al costo para poder venderla», aseveró Natalia, la administradora de un local en liquidación. En tanto, el dueño del establecimiento, afirmó que, de por sí el mercado ya venía castigado, la pandemia lo terminó de liquidar y no ven fácil un posible repunte.
En esa línea y con la misma preocupación, Lucas Moreno, el dueño de un negocio de zapatos ortopédicos sostuvo que, desde que se cerraron los locales en marzo, las ventas no son representativas a las normales. «Necesitamos liquidar lo que tenemos, porque aunque se haya permitido volver a abrir para que vengan los clientes barriales, las ventas se van a ver limitadas. A nosotros esta pandemia ya nos liquidó, volvimos a abrir para ver si repunta todo, sino vamos a tener que cerrar definitivamente porque no podemos pagarle a los empleados y menos los alquileres», manifestó el comerciante.