Fuente: La Nación ~ Matías Hidalgo es uno de los diseñadores más personales, pertenece a una nueva generación de creadores argentinos que, con originalidad, busca hacerse un lugar en el escenario de la moda local e internacional. La investigación textil, el uso del color, la búsqueda en sus orígenes y las tipologías innovadoras son algunos de los aspectos que profundiza desde su primera pasarela primavera-verano 2016/17. En septiembre último fue elegido uno de los diseñadores emergentes más destacados del mundo por la edición italiana de Vogue, tras mostrar su colección verano 2019 en Alemania.
-¿Cómo fue tu presentación en Fráncfort?
-El lugar elegido, Familie Montez, contribuyó a que fuera una pasarela poco convencional. Es un espacio enorme construido debajo de uno de los tantos puentes de la ciudad que cruza el río Meno. Funciona como galería de arte con una colección permanente a la que se suman otras actividades artísticas en simultáneo. Era la primera vez que incluían un desfile de moda. Los asistentes se encontraron con algo que no esperaban. Fue muy interesante exponer mi trabajo a otro tipo de público, más convocado por el arte que por la moda. Se generó un diálogo para reflexionar sobre la indumentaria y su rol en otro escenario.
-¿Qué devolución recibiste?
-La presentación sorprendió y gustó mucho. Fráncfort es multicultural, en la ciudad conviven personas de distintos orígenes. Me encontré con un absoluto desprejuicio y un clima de mucha apertura. Los modelos no eran de pasarela, contactamos a varios de ellos en un parque recreativo con una cancha de skate enorme que queda frente a la galería. Ellos fueron los primeros en querer vestirse con la colección. Mi ropa está dirigida a un público que busca algo diferente.
¿Qué mostraste?
-Llevé la colección de invierno, Boom Cartoon, y la última de este verano, New Soul. Ambas tienen una base de inspiración folk y elementos retro que te disparan a otra época, pero no de manera literal. Cada una va a hacia distintos lugares, siempre trato de traducir lo que hice anteriormente a un nuevo lenguaje. Lo que tiene continuidad es esa idea de cierta nostalgia por el pasado. Busco mantener el mismo personaje femenino: una mujer adulta pero aniñada que, en cierto modo, responde a lo retro. También prevalecen el uso del color y el cruce de materiales.
-Estos dos últimos aspectos se destacan en tu trabajo, ¿cómo elegís los materiales?
-Cada colección hace foco en determinada materialidad, la exploto como recurso. Como cuando trabajé con los pañuelos de seda vintage en la colección Asunción (SS 16/17).
Las piezas de tela pensadas para ser cortadas como foulards se incorporaron a las prendas sin dejar de ser pañuelos. Los mismo sucedió con los jacquards: organicé los tejidos desde su geometría para crear prendas muy femeninas como las faldas tubo o los tops adherentes. La colección Boom Cartoon continuó con la idea de los pañuelos en las capuchas integradas o en un trench de seda. En la colección New Soul incorporé sastrería y materiales de origen deportivo como un neoprene flocado con texturas. Me interesa cuando la incorporación de un material genera una nueva tipología.
-En New Soul retomaste el poncho.
-Sí, los que hice hace unos años en telas deportivas remitían a la década del 80, en especial por sus colores. Volví a la idea de los ponchos, pero esta vez refieren a los 70 al igual que el resto de la colección. Para New Soul me inspiré en manuales infantiles argentinos de los años que van entre 1950 y 1960, ilustrados con pequeños personajes inmersos en temáticas folk, en el campo o la chacra. Si esos niños despertasen en los 70 se verían como se ve en la colección. Esta vez quise sumar algunas referencias locales desde un lugar más psicodélico, como los pantalones que terminan en forma de pezuña. Si abrís los ponchos tejidos, te das cuenta de que son como un cuero de vaca extendido, en la forma y las manchas con las que aplico el color. Otros son semiabiertos y tienen detalles sastreros como bolsillos internos. Voy a seguir profundizando estas ideas.
-¿Son importantes las referencias culturales?
-Siempre me interesó indagar en los orígenes y en lo intercultural, en los cruces migratorios y en quién soy yo; ese fue el tema de mi tesis universitaria. Terminé viajando a Marruecos porque si bien mi familia es de Salta, uno de mis abuelos vino de allí. Me fascina ver cómo el híbrido cultural se refleja en los textiles. Me gusta provocar, desconcertar, mezclar lo étnico, romper con los encasillamientos, que no se entienda. Lo hago incluso desde mi forma de vestir, juego con mi identidad. Cuando las referencias culturales son propias, la inspiración se ancla en algo que te pertenece. Así el trabajo es más genuino y original.
-¿Cómo fue la experiencia en Milán?
-Estando en Fráncfort supe que iba formar parte de la edición septiembre de Vogue Talents, una selección de diseñadores emergentes del mundo. También me invitaron a participar de un espacio de exhibición y ventas llamado Super en la semana de la moda de Milán. Compartí la experiencia con otros diseñadores argentinos y de la región, las propuestas eran muy diferentes entre sí. Nos reunimos con buyers de todo el mundo. Me ayudó a identificar qué tipo de prendas funcionan mejor. Los pantalones pezuña, por ejemplo, tuvieron mucho éxito. El inicio de un diseñador independiente es difícil en todas partes del planeta. Ingresar a un circuito internacional te permite compensar la situación local. Por otro lado, en el exterior se sigue destacando nuestro diseño.
Argentina y Latinoamérica son lugares muy interesantes, nos falta generar vínculos con otros mercados que ayuden al crecimiento de nuestra industria.