Fuente: Clarín ~ Una mezcla de conflictos en su casa matriz con bajo rendimiento local. Ese es, en general, el común denominador de las empresas que deciden levantar campamento de varios países a la vez, como anunció este jueves la marca de indumentaria deportiva Nike.
La empresa le vendió a la distribuidora mexicana Grupo Axo la representación de la marca para la Argentina, Chile y Uruguay. Y le cedió el negocio en Brasil al Grupo SBF.
«Este movimiento demuestra el enfoque continuo de Nike para optimizar los modelos operativos de los países en su cartera global, con un foco e inversión nítidos frente a mayores oportunidades de crecimiento a través de la ofensiva directa al consumidor”, dice el comunicado.
En su lenguaje corporativo quiere decir que hay mejores oportunidades en otros mercados y que el modelo operativo que mejor le cuadra a Sudamérica es el dejar de perder plata en forma directa para ceder el negocio a un jugador local que entienda más el mercado.
También las estadounidenses Wrangler y Lee, dos marcas históricas de indumentaria de jean, bajaron las persianas de sus 10 locales el año pasado. Ambas etiquetas, propiedad de VF Corporation, también abandonó Chile y Brasil.
La compañía argumentó un cambio en la estructura del negocio: separó sus marcas en dos compañías independientes. Mantuvo el negocio vinculado a las de indumentaria y calzados (Vans y Timberland) y creó una nueva compañía denominada Kontoor para las de jeanswear (Wrangler y Lee), que es la que abandonó el mercado.
Pero también, en la partida de VF, jugaron otras cuestiones: producir el jean es más caro que en otros países, por ejemplo. Y a esto se suma la importante caída de las ventas que primó en el mercado local.
No solo las marcas de ropa se van. La firma de norteamericana de monopatines Lime avisó hace unas semanas deja Buenos Aires, después de haberse instalado en el país en septiembre.
Abandona la ciudad junto con otras 11 plazas, incluidas varias en Estados Unidos (Atlanta, Phoenix, San Diego y San Antonio). También se fue de Austria, Colombia, Uruguay, Perú, México y Brasil. La retirada en este caso tiene que ver con la búsqueda de rentabilidad durante 2020.
América latina es un dolor de cabeza también para Telefónica, que reagrupará todas sus operaciones en la región, excepto la de Brasil, e incluso está dispuesta a escuchar ofertas de compra, en el marco de una amplia reorganización corporativa. La movida busca reducir su «exposición en Latinoamérica», unificar operaciones y aportar unos 2.000 millones de euros en ingresos.
Todo esto de “cederle el negocio a un local que entienda mejor el mercado”, es síntoma de que en blanco el negocio no da. Sencillo y al pie.