Fuente: La Nación ~ La compañía de ropa outdoor Patagonia celebra sus 50 años y redobla su compromiso de fabricar productos de calidad con el menor impacto ambiental; junto a su socia chilena Bureo reciclan redes de pesca desechadas para confeccionar telas para las colecciones.
Amanece y mis pies están entumecidos de frío. Descalza sobre la arena helada, tengo que juntar coraje para agarrar la tabla y meterme al mar. El Pacífico, océano con fama de bravo, tan distinto a nuestro Atlántico, me entusiasma e intriga. Por fin me lanzo, y antes casi de darme cuenta, estoy haciendo stand up paddle junto a Ramón Navarro, surfista chileno de olas gigantes, uno de los mejores del mundo y Global Sport Activist de la marca Patagonia.
Por suerte, no es la primera vez que hago este deporte y con confianza sigo sus indicaciones y disfruto de la propuesta. La belleza es tal que por momentos el horizonte azul me quita el aliento: quiero detener el tiempo en ese instante de contemplación profunda, casi mística. El suave golpeteo de las olas contra la tabla me llena de paz.
Es que a diferencia de lo que anticipaba, en esta bahía en Punta de Parra en la provincia de Concepción en Chile, el viento no sopla fuerte y el mar no está agitado ni enfurecido. Todo lo contrario: el Pacífico parece una laguna infinita.
Ramón Navarro, activista ambiental, es el encargado de guiarnos en esta experiencia de inmersión en el océano cuyo objetivo es conocer un poco más de su ecosistema vivo — diferentes especies marinas, algunas en peligro de extinción como la sardina anchoveta, y los bosques de algas que habitan en él– y ayudarnos a tomar conciencia de la importancia de cuidar y proteger este tesoro natural.
Una causa que defiende a ultranza Patagonia, que lleva invertidos unos 200 millones de dólares en organizaciones ambientales y que este año — en que celebra sus 50 años– elige redoblar su compromiso de fabricar productos de calidad y generar el menor impacto ambiental posible.
Para ello, fue fundamental trabajar en innovaciones tecnológicas con el fin de mejorar la calidad y durabilidad de las prendas. Su socia en Chile, la empresa Bureo, es un claro ejemplo de la importancia que esta firma le da al cuidado del planeta. En la fábrica de Cocholgue se recolectan y transforman las redes de pesca desechadas en Latinoamérica en un nuevo material llamado NetPlus usado para confeccionar tela para las colecciones de Patagonia, desde camperas hasta viseras para las gorras.
La empresa nació en 2013 y tiene sus ideas claras desde el principio: reducir el plástico del mar y utilizarlo para crear diferentes productos. Sus fundadores Kevin Ahearn, Ben Kneppers y David Stover comenzaron a pensar en formas de recoger el valor de las redes desechadas.
Con la ayuda de un subsidio del Gobierno chileno, los tres amigos se instalaron en Chile con el objetivo de convertir esas redes en tablas de skate. Bautizaron a su emprendimiento Bureo que significa “ola” en la lengua mapuche, y comenzaron a pedirle las redes usadas a los pescadores. Las limpiaban a mano, las molían y contrataban a recicladores locales para que las derritieran y convirtieran en “nurdles”: pequeños pellets utilizados como materia prima en productos de plástico. Así nació este nuevo material NetPlus y en un año lanzaron al mercado su primera tabla de skate. Luego vino una segunda tabla, pero las ventas y la producción no podían seguirle el ritmo a la cantidad de redes que llegaban a sus manos.
En 2016 Patagonia comenzó a trabajar con Bureo con el objetivo de reemplazar el plástico virgen utilizado para hacer las viseras de sus gorras. Ben Kneppers voló a Mar del Plata y llegó a un acuerdo con Moscuzza, un fabricante de redes local. Con dicho acuerdo cada red vieja de Moscuzza sería recolectada por Bureo a cambio de un pago a las comunidades pesqueras, creando tanto una infraestructura y un incentivo para darle a estas redes una segunda vida útil. Desde entonces, Bureo ha logrado acuerdos similares tanto con fabricantes de redes de nylon como de polietileno de alta densidad (HDPE) en más de 25 pesqueras chilenas, y peruanas.
En 2022 Patagonia y Bureo evitaron que un total de 334 toneladas métricas de redes de pesca desechadas terminaran como basura en el océano. No es un dato menor para el medioambiente si se tiene en cuenta que anualmente más de 8 millones de toneladas de basura plástica llegan al mar.
Según un reporte de Naciones Unidas, hay más de 51 trillones de partículas de microplástico en el mar — más de 500 veces el número de estrellas en la Vía Láctea– y la principal causa son las redes de pesca desechadas que representa 10% de la contaminación plástica de los océanos.
“Más allá de prevenir el desperdicio, el uso de este material reciclado postconsumo, único dentro de nuestra cadena de suministro, reduce las emisiones de carbono de una materia prima clave”, dice Alex Perry, gerente General de Patagonia en América Latina. Y Ben Kneppers resalta: “El negocio actualmente no se trata de hacer la prenda más bonita, sino de enfocarse en reutilizar productos que ya están en nuestro planeta, reciclar y reutilizar. Patagonia en ese sentido es pionero al transformar botellas plásticas en ropa deportiva y dar un giro hacia el vestir responsablemente”.
La Tierra, la única accionista de Patagonia
La empresa fundada por Yvon Chouinard en 1973 con sede en Ventura es pionera en la búsqueda de alternativas para reducir su huella de carbono y en septiembre de 2022 la Tierra pasó a ser su única accionista.
Su fundador traspasó la compañía -con ingresos anuales que ascienden a 1300 millones de dólares- a un fideicomiso de diseño especial cuya única finalidad es la protección del planeta. “Ha pasado medio siglo desde que comenzamos nuestro experimento de un negocio responsable. Si tenemos alguna esperanza de tener un planeta próspero en 50 años más, se necesitará que todos hagamos lo que podamos con los recursos que disponemos. Como el líder empresarial que nunca quise ser, estoy haciendo mi parte”, declaró en esa oportunidad Yvon Chouinard, fundador de la marca de ropa Patagonia, en una asamblea global frente a sus más de 3000 empleados en el mundo. “Quiero ser muy serio sobre salvar este planeta”, añadió.
Esta decisión inusual fue revolucionaria en el mundo de los negocios y un puntapié inicial para que otras empresas siguieran su ejemplo.
Cómo se implementó la iniciativa
Con el fin de crear una estructura legal más permanente que consagre el propósito y los valores de la firma, la familia transfirió de manera irrevocable todo el capital votante de la compañía, equivalente al dos por ciento del total de acciones, a un fideicomiso: Patagonia Purpose Trust. Supervisado por miembros de la familia, pretende garantizar que no exista nunca una desviación de la intención del fundador y demostrar cómo el capitalismo y un negocio con fines de lucro pueden trabajar por el planeta.
A la vez los Chouinard donaron el otro 98 por ciento de Patagonia a una organización sin fines de lucro llamada Holdfast Collective que usa cada dólar que recibe para proteger la naturaleza y la biodiversidad y para apoyar a las comunidades. Cada año, las ganancias que no se reinvierten en el negocio son distribuidas por Patagonia como dividendos para combatir el cambio climático. La compañía proyecta pagar un dividendo anual cercano a los 100 millones de dólares, dependiendo de la salud del negocio.
Con esta donación en vida, la familia Chouinard — Yvon de 84 años, su esposa Malinda y sus dos hijos Fletcher y Claire, se posicionó como una de las familias más caritativas de los Estados Unidos.
Cuál es la clave de una empresa que innova y tiene éxito
Patagonia es conocida por su peculiar cultura corporativa: permite que sus empleados practiquen surf durante la jornada laboral sin resignar productividad. “Nuestro mayor deseo es tener empleados felices y para eso necesitamos que desarrollen un sentido de comunidad”, dijo Yvon Chouinard en una nota anterior exclusiva para LA NACION. Confían en su gente, incentivan la autonomía e independencia y priorizan el equilibrio entre la vida personal y laboral. Sus empleados y embajadores de la marca son apasionados por salvar al mundo y este objetivo que los une les da un sentido de pertenencia que trasciende fronteras”.
De cara al futuro
Este 2023 Patagonia cumple medio siglo de vida pero no pretende festejar el pasado sino que pone el foco en el futuro, en lo que sigue: “Nuestra mirada va totalmente hacia adelante y estamos súper enfocados en cómo nosotros como Patagonia podemos aportar a un futuro más próspero con todos los recursos que tenemos”, dice Tania Garimani, Head de Marketing de Patagonia en Latinoamérica.
Y añade que hay tres aspectos claves para lograrlo: “el poder humano de estos deportes silenciosos que nos conectan con la naturaleza; la resiliencia que consiste en el activismo y en el cuidado del medioambiente y la simplicidad que tiene que ver con nuestro producto y con la cadena de producción, en cómo usamos y hacemos productos que son durables y se pueden volver a reutilizar”.
El cambio en la propiedad de la marca de indumentaria deportiva impulsa nuevas iniciativas para cumplir con dicho propósito. “En los próximos 50 años, Patagonia se enfocará incansablemente en la calidad: de sus productos, conexiones con la naturaleza y en un capitalismo de calidad”, asegura Alex Perry, un fanático del esquí y de la pesca con mosca que incorporó el surf a su vida desde que se mudó a California desde donde dirige la región. Y resalta que dejarán de lado las cosas que los frenan y esperan encontrar más colaboración que competencia, especialmente mientras enfrentan crisis existenciales como el cambio climático.
Consciente de que extraer y procesar materiales vírgenes causa un gran impacto en el ambiente, Patagonia acelerará la transición hacia un 100% de materias primas renovables y recicladas. Al usar fibras sintéticas y naturales hechas con desechos pre y post consumo, limitan su dependencia de las materias vírgenes. Un dato: la industria textil tiene una tasa de reciclaje de entre el 1% y el 3%. Sin embargo, en la actualidad el 69% de los productos de la compañía de ropa outdoor están hechos 100% con materiales reciclados.
Para el 2025 la meta de Patagonia es no utilizar fuentes de petróleo virgen. El desafío es grande pero el legado de su fundador es preciso: “A pesar de su inmensidad, los recursos de la Tierra no son infinitos y está claro que hemos sobrepasado sus límites. Pero también es resiliente. Podemos salvar nuestro planeta si nos comprometemos a ello”, concluye Yvon Chouinard.