Pablo Ramírez: «Mi diseño es mi mirada, es la forma en la que veo las cosas»

Fuente: El Planeta Urbano – más de 50 colecciones presentadas en todo el mundo, se convirtió en un referente de la alta costura argentina. Un viaje a su mente para entender el origen de sus mejores creaciones, su metodología de trabajo y la construcción de un sello propio.

Enigmático, íntimo y cautivador, Pablo Ramírez eligió la alta costura argentina como una forma de expresarse y dirigirse al mundo. Conocido como “El hombre de negro”, dedicó su carrera a la creación de diseños que celebran la elegancia y la atemporalidad, y su talento se ve reflejado en 50 colecciones presentadas en todo el mundo, entre las que se destacan producciones teatrales, vestuarios para piezas cinematográficas y creaciones para músicos, como Gustavo Cerati y Fito Páez.

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Con 24 años de trayectoria al frente de su propia marca, Ramírez, el diseñador autodidacta oriundo del pueblo bonaerense de Navarro que llegó a la puerta grande de la Universidad de Buenos Aires, recibió su recompensa al ser reconocido como Personalidad Destacada de la Cultura en la Legislatura porteña. “Fue una gran sorpresa, un orgullo, como un regalo, no sé bien cómo describirlo”, dice al respecto.

Junio vino cargado de buenas noticias: además de recibir la distinción, celebró 22 años de amor junto a su pareja Gonzalo Barbadillo en una ceremonia íntima junto a su familia. En diálogo con EPU, comparte detalles sobre su vida y su carrera, revelando las pasiones y principios que lo convirtieron en un referente de lujo en la moda argentina.

–Contame cómo decidieron unir ese lazo de amor después de tanto tiempo juntos.

Hace 22 años que estoy en pareja con Gonzalo y siempre decíamos “en algún momento lo vamos a hacer”, así que aprovechamos que mi familia había venido por el reconocimiento, pero no es que lo teníamos planeado con mucha anticipación. Yo tengo un hermano que vive en Neuquén y un hijo que vive en los Estados Unidos. Cuando me fui a San Pablo para trabajar en el vestuario de la ópera Carmen, Gonzalo viajó para allá con los anillos y me dijo: “Saqué turno para el 13 de junio; el 12 es lo de la Legislatura y el 13 nos casamos por civil”.

Si bien la carrera de Pablo Ramírez incluye varios hitos, este año alcanzó uno nuevo cuando fue convocado para confeccionar los más de 400 trajes de la ópera Carmen, dirigida por el brasileño Jorge Takla, en el prestigioso Teatro Municipal de San Pablo. Esta versión de la recordada ópera del compositor francés Georges Bizet, estuvo inspirada (nada más y nada menos) que en el desfile que Ramírez realizó en 2012 en el Teatro Colón, en homenaje a Carmen.

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La imaginación al servico de Carmen, de Bizet

“El director se inspiró en mi labor para pensar en esta puesta que giraba en torno al mundo de la moda y la alta costura, por eso me dio la posibilidad de que se luciera todo el trabajo referido al vestuario”, resume. Si bien la puesta respetó el relato original, propuso un nuevo entorno en un atelier de alta costura. “Fue el proyecto más grande en el que trabajé hasta ahora y el público lo recibió excepcionalmente bien, fue muy impresionante”, confiesa el diseñador.

–Además de este último trabajo, realizaste muchos vestuarios históricos vinculados a películas, obras de teatro e incluso colecciones inspiradas en un libro. ¿Cómo lográs vincular los distintos tipos de arte con tus diseños?

–En realidad, siento que todos esos temas artísticos tienen que ver conmigo, con mi universo, con mis intereses, con las cosas que me gustan y que me inspiran. Y después, bueno, mi diseño es mi mirada, es la forma en la que veo las cosas, así sean mis colecciones u otros proyectos.

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Uno de los trajes creados para el festejo del bicentenario

–¿De qué manera describirías esa mirada propia como diseñador?

–Creo que hay algo de austeridad, del rigor y, por sobre todo, el tema de la elegancia. La elegancia referida a valores clásicos de la belleza.

–Si tuvieras que decir cuál fue tu trabajo más memorable, ¿qué me dirías?

–Es difícil elegir uno. Fito Páez fue el primero, en el año 99. Cuando lo conocí, yo ya estaba trabajando en mi primera colección para Ramírez, y él se probó una prenda que no había sido mostrada al público. Hace poco le hice el vestuario para Vélez y me remitió a esa imagen. De alguna manera, lo del 99 quedó un poco borrado por la trascendencia que tuvo el traje de denim que le diseñé a Gustavo Cerati para el proyecto «11 episodios sinfónicos».

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Inolvidabñe: Gustavo Cerati y vestuario para 11 episodios sinfónicos

–Más allá de este recuerdo, el color negro es tu sello distintivo. ¿De qué manera lográs mantenerlo actual y propio a pesar de los cambios de la moda?

–Yo no sigo los ritmos de la moda, tiene más que ver con un recorrido propio, con cosas de prueba y error que voy haciendo. Como si fuera una especie de evolución natural sobre el propio estilo.

–Hace un tiempo mencionaste la idea de diseñar para resaltar la silueta “pura” de una persona ¿A qué te referías con eso?

–Tiene que ver con el trabajo de la síntesis, con que no haya distracciones. Intentar que la ropa no llame la atención, sino que llame la atención la misma persona. Como si uno fuera a subrayarla.

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Diseño para Musidora, la colección Invierno 2021

–¿Tenés algún ritual o metodología para crear?

–Sí, tiene que ver siempre con el estar haciendo y esto del ensayo y el error. Hoy no tengo el mismo tiempo que tenía antes o que me gustaría tener para poder estar desarrollando nuevas ideas. Siempre responden más a la emergencia, a la necesidad, de repente hay que resolver y enfrentarse a eso.

–Sos un gran dibujante, ¿cómo es tu vínculo con la ilustración?

–Yo siempre cuento que mi aproximación a la moda tiene más que ver con el dibujo, porque fue lo primero que aprendí a hacer de manera autodidacta. No es que en mi casa tenía a alguien que cosía o que tejía. Hay gente que aprendió a coser siendo chico; en mi caso tiene que ver con el dibujo. Entonces, cuando llegó el momento de la facultad, yo ya estaba metido en eso. Mi fantasía siempre fue decir: “Me gustaría dedicarme a dibujar”.

–El dibujo es una forma de plasmar toda esa fantasía antes de la creación.

–Sí, absolutamente. Yo tengo siempre una concepción más integral de cómo consigo una imagen, que es la que dibujo. Pasa desde el pelo, hasta el zapato, los accesorios, el maquillaje. Además, hay algo también del control. No hay nada librado al azar, está todo dibujado; después hay que realizar y que sea lo más parecido posible al boceto.

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–Después de tanto tiempo en la industria, ¿te queda algún sueño por cumplir?

Me parece mentira que hayan pasado 30 años desde que estoy acá, y 24 desde que empecé con mi marca haciendo ropa negra, con mis propios tiempos y fuera de calendario, siendo una especie de outsider o de marginal con sus propias reglas. Si me preguntabas hace 30 años, te decía que no tenía ni idea de dónde iba a estar ahora. Un sueño que tengo pendiente tiene que ver con poder hacer una muestra más grande de todos estos años, quizás hacer una colección revisitando todo este tiempo. Siento que estoy en un momento de madurez para todo eso. Después, seguiré trabajando. Tengo un viaje a Chile porque Ramírez aterriza en el país vecino.

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