Fuente: La Nación ~¿Qué se usa esta temporada? ¿Cuáles son las últimas tendencias? Las preguntas son infaltables cuando los percheros comienzan a cambiar al ritmo de las estaciones. La primera respuesta rápida podría ser: “Cuadros, borcegos que pisan fuerte, camperas infladas protectoras, colores optimistas y tierra”. O bien podría responder Coco Chanel con una de sus frases célebres: “Uno no puede estar siempre innovando. Quiero crear clásicos”. Más cercano en el tiempo y a nuestras tierras, Pablo Ramírez decía a principios de 2020: “Quiero crear ropa clásica que sea atemporal, que atraviese el tiempo, que la gente pueda coleccionar como piezas, como objetos, desde el primer momento”.
La moda cambió, y en esta nueva era se torna atemporal. Las temporadas primavera-verano y otoño-invierno comenzaron a diluirse mientras se flexibilizan los calendarios de las fashion week internacionales. En el año de las no tendencias, es “tendencia” recuperar una moda sin tiempo, con prendas clásicas y eternas.
“El tema de las temporadas no va más –dice la socióloga especializada en moda Susana Saulquin–. Era muy cómodo para el sistema de la moda, pero hay una cantidad de cambios enormes, donde toda la producción se junta al consumo. Las temporadas permanecen como un anacronismo. Creo que es necesario buscar otros mecanismos para que las personas tengan ganas de hablar de moda y de consumir moda, porque está difícil, más allá de la pandemia”.
“A la gente no le está interesando tanto la necesidad de vestirse como una forma de distinción, de estatus, eso es parte de los recuerdos –agrega la autora de La muerte de la moda, el día después–. En este momento importa cómo uno se siente, verse bien, cómo se relaciona con los demás, estar atractiva. Tenemos el arrastre de una industria que se tiene que organizar, y la pandemia la ha venido a complicar más, como a toda la industria, pero los cambios son muy grandes y hay que generar mucha creatividad para poder superarlos”.
Es claro el antes y durante de la pandemia, donde la comodidad llegó, se instaló y difícilmente vuelva a irse. Tomará otras formas, se adaptará a los tiempos, se engalanará lo mejor posible pero ya estará instalada en los diseños de todo el mundo. Como dice Gaba Najmanovich, analista de tendencias: “La pandemia afianzó una búsqueda que ya veíamos en el consumidor: la comodidad. Al darnos espacio, al habitar nuestros espacios de otro lugar, el encierro nos dejó cuestionarnos hábitos de vestir que dábamos por sentados. Ahora, el consumidor se pregunta por qué usar ropa que le complica la rutina, que lo incomoda, si puede vestirse con otros tejidos y tipologías que sean menos restrictivos. El athleisure se convirtió en un básico, no es más una tendencia de visionarios. Todo lo que es sleepwear y loungewear va a seguir creciendo exponencialmente hasta 2025”.
Mucho antes de la pandemia, los exigentes calendarios de las grandes marcas internacionales eran implacables con algunos diseñadores, abrumados por seguir el ritmo. Como cuando Raf Simons decidió dejar la maison Dior en 2015, donde presentaba seis desfiles al año, dos de Alta Costura: quisieron retenerlo y con causa, las ventas habían crecido un 60% desde 2011.
Se fue en buenos términos, y antes aclaró: “Después de una reflexión larga y cuidadosa, he decidido dejar mi puesto como director creativo. Se trata de una decisión basada enteramente y por igual en mi deseo de centrarme en otros intereses de mi vida, incluyendo mi propia marca, y otras pasiones que me inspiran fuera del trabajo. Christian Dior es una compañía extraordinaria y ha sido un inmenso privilegio haber podido escribir unas pocas páginas de este magnífico libro”.
Por dos colecciones fue reemplazado por un equipo creativo, hasta la llegada de María Grazia Chiuri. En el mismo año, Alexander Wang fue desvinculado de Balenciaga, al parecer por los desacuerdos que generaron su agenda completa, entre los intensos compromisos entre su propia marca y la casa de moda.
“Los diseñadores se sentían mucho más que esclavos de las presentaciones, a tal punto que hubo suicidios. Estaban muy mal por estar continuamente presentando, no tenía razón de ser. Pero con la virtualidad pueden llegar a superar todo esto y hacer otro tipo de presentaciones. Y las personas también estaban un poco fatigadas de todo esto”, analiza Saulquin.
Los calendarios de las semanas de la moda en el mundo siguen buscando nuevos formatos, principalmente digitales. Cambian los mensajes y también los cronogramas. Como en la última edición de New York Fashion Week, cuando apostaron a darle mayor visibilidad a las firmas nacionales, y de ahí su nuevo nombre: Calendario de Colecciones Americanas. Otra novedad: a los diseñadores se les dio un plazo más amplio para presentar sus colecciones, del 2 de febrero al 15 de abril, aunque la mayoría lo hizo a mediados de febrero.
En París sorprendió la propuesta desafiante de Shiaparelli en alta costura, con creaciones disruptivas y surrealistas, que incluyeron desde seda y cuero hasta terciopelo y neoprene. Se entiende con las declaraciones de su director creativo, Daniel Roseberry: “Quería desafiar la idea de lo que es la costura, y de lo que debería ser, creando prendas que respetan la tradición no solo de esta maison, sino también del arte que se esconde detrás, al mismo tiempo que exploro los clichés asociados al género. Quiero crear una casa de costura alternativa: aquí́, fantasía no significa vestidos de princesa o delicados adornos; aquí́, la fantasía está en el interior. Estas son prendas que te hacen consciente de tu cuerpo, que te hacen pensar en cómo te mueves por el mundo”.
Los desfiles virtuales y los videos muestran historias que van más allá de las colecciones. Como Tu habitación, tus sueños, la colección otoño-invierno 2021/2022 de Paco Rabanne que se ambientó en las cuatro paredes de una habitación. Louis Vuitton cerró Paris Fashion Week con un desfile en el Museo del Louvre y un tema más que sugestivo: conectar el pasado y el presente.
Para el otoño-invierno de Emilio Pucci se revivieron los estampados más conocidos y psicodélicos del diseñador, que murió en 1992, y sumó sus más optimistas prendas de archivo. Un optimismo que se refleja en varias colecciones con el uso de las paletas: “Los colores también se han vuelto atemporales. Vivimos un tiempo en lo que todo aquello que nos da alegría usar es posible. Respecto a los colores, hay algo muy personal cuando los elijo, es casi intuitivo”, dice la diseñadora Evangelina Bomparola.
“El año pasado vimos que el calendario oficial de la moda empezó a desarticularse –opina Gaba Najmanovich–. Esto es consecuencia de varias situaciones que se vienen dando en el rubro de la moda. La atemporalidad tiene que ver, pero no me animaría a decir que es el agente de cambio central. La gente ya no se guía tanto por la temporada cuando decide qué ponerse, lo que importa es si me gusta o no me gusta; en algunos casos sigue pesando el qué se usa. A su vez, buscamos prendas que, gracias a su versatilidad, sean más duraderas. Entonces, empezamos a encontrarnos con marcas que se organizan en dos planos, por un lado colecciones de básicos/prendas atemporales y después una serie de drops que traen novedad, porque no podemos dejar de lado esa búsqueda constante de novedad y estímulo que nos caracteriza. Los drops son series limitadas, como minicolecciones, que se lanzan varias veces por temporada”.
En épocas prepandemia, las prendas atemporales comenzaron a convertirse en las joyitas del vestidor. Quizás más caras, de buenos géneros y de un corte que no siguiera tendencias sino personalidad y buen diseño. Esas que podemos usar toda a vida (o hasta el cansancio).
Los diseñadores fueron los primeros en advertirlo: ellos, con su sello de autor, garantizaron algo distinto a las tendencias del mercado. Un voto a favor del consumo responsable, que dejaría atrás las compras masivas en las grandes cadenas económicas de fast fashion para apuntar a prendas perdurables, y ya no descartables.
Claro que un buen género y una confección que no es en masa implica otros costos. Esa indumentaria “para toda la vida” es más cara, pero si la opción es tener un guardarropas al estilo Marie Kondo, con pocas prendas, las necesarias de fondo de vestidor, o alguna más, la relación cantidad-calidad amortiza los costos.
Quien supo siempre del tema fue Pablo Ramírez, que recuerda: “Cuando el año pasado arrancó la pandemia, yo escuchaba que todo el mundo se tenía que reinventar y a mí, en realidad, lo que me pasó fue todo lo contrario, como que finalmente llegó el momento en lo que siempre creí y trabajé, como si me confirmara lo que vengo haciendo desde el principio. Veo que todos están buscando el camino que yo empecé hace 21 años”.
Visionario, agrega: “Cuando empecé no existía el concepto de sustentabilidad, y yo en ese momento lo pensaba así. El haberme adelantado en eso que ahora es tendencia mundial me impresiona. En 1999, cuando diseñé la colección Casta, tuve como una visión apocalíptica, que tenía que ver con estar protegido, hice unos tapados con cuellos con barbijo incluido”.
Aunque las prendas y géneros de verano e invierno cambian de acuerdo con las temperaturas, la diseñadora Evangelina Bomparola decidió al colgar sus creaciones de una forma innovador. “Si bien hay una bajada de línea por parte del clima, dentro de cada estación presentamos cápsulas con 15/20 diseños nuevos sobre algunos clásicos nuestros reversionados en colores o estampados. Esto nos permite generar novedad constantemente y nos hace fluir de acuerdo al humor social. Esta forma de trabajo nos ayudó mucho a seguir acompañando a nuestras clientes durante el lockdown y también más adelante con los diferentes niveles de apertura”.
¿Y cómo definir una prenda atemporal, más allá de las estaciones? “La moldería y los materiales son la clave. Fibras como la seda natural o la seda vegetal se pueden usar todo el año. También la lana fría da muchas posibilidades aunque la carta de colores en este caso es muy reducida”, agrega.
En la historia de la moda hay prendas icónicas y que con los años se han reversionado, como ellittle black dress, creado por Coco Chanel, que fue (y es) reinterpretado hasta el infinito, desde el primer boceto publicado en 1926 por Vogue Usa.
El trench merece una nota aparte, y la tiene en esta edición, con todas sus versiones: desde el abrigo creado por Burberry, en 1914, hasta los diseños nacionales de Perramus, una firma nacional próxima a cumplir 100 años.
Cruzando la línea entre lo masculino y femenino, Yves Saint Laurent creó su propia interpretación del esmoquin para mujeres, con el antecedente de la actriz Marlene Dietrich, que usó uno en la película Morocco, en 1930, con galera y todo.
Si bien desde hace tiempo empresas, emprendedores y sitios web se dedican al alquiler de ropa –de trajes de fiesta, carteras importadas o looks completos–, la novedad llegó de parte de Ralph Lauren, cuando a principio de mes lanzó un nuevo servicio de suscripción de alquiler de ropa.
Probala, sentite cómodo y, si te gusta mucho, la comprás. Palabras más, palabras menos, con esta propuesta sorprendió Ralph Lauren: “Alquila, intenta, mantén o repite, y explora cientos de opciones para un armario sin fin”. ¿El costo? 125 dólares por mes por cuatro artículos y acceso ilimitado a los últimos estilos (nada de remanentes de otras temporadas) donde ofrece las novedades semanales que se pueden usar el tiempo que se desee. Y cuando se devuelven, Ralph Lauren se encarga de limpiarlas a fondo.
Desde la trágica muerte del vanguardista diseñador británico Alexander McQueen, en 2010, sus creaciones siempre fueron muy buscadas y codiciadas porque, justamente, no pasan de moda. Por eso, la marca que aún lleva su nombre hizo una alianza con el sitio web de prendas vintage Vestiaire Collective, para vender sus prendas certificadas. Para ello, la marca lanzó un programa de recompra que les ofrece a los clientes más fieles crédito en las tiendas a cambio de la devolución de piezas emblemáticas.
Cada etiqueta está buscando su propio camino. Por ejemplo, la norteamericana Tommy Hilfiger lanzó al mercado Luv the World, una colección cápsula de prendas de género neutro, compuesta por piezas recicladas, y adornadas con estampados sin productos químicos.
¿Se vienen cambios? “Van a ser muy grandes. No tenemos que creer que, cuando termine todo esto, será igual a como era. Esto es otra cosa, ha pasado, es muy fuerte y los cambios están siendo importantes, y también los que van a venir. La inteligencia artificial, el saber qué es lo que la gente quiere, lo que quiere consumir, se cuela en el sistema de la moda, y la moda, tradicionalmente organizada, tendrá unas trasformaciones enormes”, agrega Saulquin.
Entonces, ¿qué se usará esta temporada? Posiblemente, la autenticidad.