Una de las cuestiones que destacan a la marca es su objetivo inamovible es capacitar y emplear a poblaciones vulnerables para que puedan formar parte de la producción de textiles reciclados. El beneficio es doble, porque además de dar trabajo, aportan conocimientos y herramientas para que, el día de mañana, los empleados se sientan seguros para llevar a cabo sus propios emprendimientos sustentables. «Desde 2016, trabajamos en colaboración con la Asociación Laboral para Adultos con Discapacidad Intelectual (ALPAD), organización que se ocupa de producir el textil reciclado a base de sachets de leche que luego me entregan en forma de tiras o paños» asegura Jessica. En ese mismo espacio se llevan a cabo todas las tareas: recolección, limpieza, corte y tejido. El trabajo se hace en equipo, teniendo en cuenta las capacidades de cada integrante. De todas maneras, se van rotando para que puedan experimentar y, sobre todo, aprender que con esfuerzo se logra lo que nos cometamos.
La respuesta de Jessica cuando le preguntan qué son los desechos para ella es contudente: «materia prima». Con ellos trabaja y, más que nada, crea, diseña y le da forma a sus dos líneas de productos: por un lado carteras y accesorios para computadoras portátiles, siempre hechos a partir de residuos urbanos como sachets de leche o packaging de snacks; y por el otro una línea de indumentaria, realizada con descartes textiles de diseñadores de Capital Federal. «Mi misión es ayudar a mujeres profesionales que quieren consumir responsablemente, al estar preocupadas por la sociedad y el ambiente, a resolver la necesidad de vestir sostenible, pero sin descuidar su imagen, con un producto de diseño de autor de triple impacto, con empleo inclusivo y conciencia ambiental» cuenta orgullo, al tiempo que destaca su vestido de novia, reconocido el año pasado por la Fundación Mondo Digital de Italia quien le entregó el premio Fashion Digital Made. «Fue hecho con la colaboración de ALPAD, tejido artesanalmente con paños y con más de 500 sachets de leche».
En BIOTICO utilizan solamente material descartado; no creen en el desperdicio y seleccionan los materiales más nobles dentro de la gran cantidad de descartes que se generan a diario. «Reciclando podemos visibilizar los problemas que causa la producción masiva; por eso, revalorizamos los desechos transformándolos en materia prima para crear nuestras prendas» aclara Jessica. En este punto las redes sociales y la solidaridad juegan un rol fundamental, justamente para llevar adelante campañas de recolección de sachets de leche. «En Capital Federal, donde tenemos dos puntos de entrega, las vecinas nos limpian y entregan sus residuos. También nos da su apoyo la escuela España del barrio Saavedra, donde concientizan a los alumnos y les enseñan a recolectar». Después de recibir la materia prima, los integrantes de ALPAD limpian, cortan y ensamblan los residuos para realizar los textiles artesanalmente. El tercer paso es esperar su entrega para ensamblar artesanalmente las carteras con los diseños by BIOTICO. ¿El resultado? Un producto transparente, con una historia positiva detrás para contar. «Comprar una cartera BIOTICO es apoyar una marca que capacita y emplea a poblaciones vulnerables y revalorza los descartes urbanos. Es lujo sustentable: las clientas tienen la posibilidad de adquirir un accesorio que fue pensando desde el diseño, pero también desde el factor humano y ambiental. Está dirigido a un público consciente que valora la creatividad, con qué y por quién está hecho» relata su creadora. ¿Su consejo para otros emprenededores? Estudiar, leer y hacer cursos; entendiendo cuáles son los impactos, materiales y prácticas realmente sostenibles y cuáles no.