Fuente: La Gaceta ~ En lo que refiere a cuestiones ambientales, los tiempos actuales son críticos. Nuestros descuidos han llegado a un punto de no retorno en el que cada acto repercute -para bien o para mal- en la preservación de la Madre Tierra. Incluso, si el gesto es tan pequeño como levantarnos por la mañana y decidir qué ropa sacar del placard.
Al hablar de procesos productivos y masividad, la industria de la moda es culpable de una gran cantidad de residuos. Y también a ella le llegó la hora de una metamorfosis. ¿En qué consiste y cuáles son las máximas de la moda con responsabilidad ecológica?
“Vestir de forma sustentable abarca muchos aspectos, que van desde incorporar el consumo consciente a nuestra vida (rechazando todo tipo de compras innecesarias) hasta alargar el ciclo de vida útil de las prendas. Por ejemplo, haciéndolas recircular o directamente invirtiendo en ropa cuyo proceso de producción sea 100% sostenible”, explica Antonella Marchionni, creadora -junto a la diseñadora Rocío Arredondo- de Wake up fashion, primer evento tucumano dedicado a la temática y un espacio donde las marcas muestran sus proyectos locales de “sello verde”.
Dentro de las propuestas está Vecchia Vintage. La tienda de ropa de segunda mano que Antonella creó hace dos años bajo el propósito de “revivir” las prendas que otros ya no usaban, otorgándoles un sentido diferente y alargando su vida útil. “Lo que quiero mostrar es que no hace falta comprar cosas nuevas todo el tiempo, o seguir una tendencia, si logramos reinventarnos con la indumentaria que ya tenemos”, añade.
En cambio, otras alternativas buscan que los lazos entre la natura y la indumentaria crezcan desde la raíz. En esta movida Alkimia Textil Ancestral es pionera en el uso de tintes naturales. Los textiles (pantalones, remeras y vestidos frescos con mucha soltura) son estampados a través de flores y de hojas recolectadas en las Yungas. O con residuos orgánicos, como las cáscaras de las cebollas.
“El nombre se refiere a esta transformación del color con los pigmentos naturales. Un oficio antiquísimo, precolombino, y de un saber ancestral que se perdió por la creación de los tintes químicos/artificiales. Estos agilizan la producción, pero son altamente tóxicos y generan contaminación hídrica”, comenta su fundadora, Natalia Orozco.
Otra clave de la Fashion Revolution (nombre que adoptó la movida a nivel internacional) es la revalorización del trabajo artesanal y la búsqueda de ética laboral. En el caso de Alkimia, la diseñadora experimenta con tejidos de algodón producidos en cooperativas y -de ser posible- en su taller se acopia y se reutiliza agua de lluvia.
El cambio también va más allá de la ropa e implica un estilo de vida donde el ingenio está atento para que nada se pierda y todo se transforme. Un guiño al upcycling que Sofía Correa encarna desde su etiqueta Silveria. A través de la reutilización del denim, ella es capaz de crear vestidos irregulares, chalecos geométricos y polleras.
“Una de las formas en que produzco las prendas es al hacer patchwork con recortes medianos de pantalones. Además, los retazos chicos pueden volverse accesorios. Por ejemplo, a los jeans deshilachados los convierto en flecos para aros”, detalla la especialista en moda.
Nuestra ropa, nuestra Tierra
En el juego de la moda y el diseño hay partidas en las que el destino de la indumentaria es acabar -a los meses- en un basurero. El problema se llama obsolescencia percibida, o más bien, fast fashion: enemigo principal del estilo sustentable.
“Ya se dejó de priorizar tanto la calidad de una prenda, y su utilidad es muy corta. Lo cual da como resultado que sea desechada al final de cada temporada. Así somos culpables de generar importantes residuos sólidos textiles que tardan años en degradarse -reflexiona Antonella-. Y ni hablar de la cantidad de recursos que se utilizan para fabricar las futuras prendas”.
Al respecto, Sofía enumera diversas consecuencias. “Algunos químicos liberados, como los colorantes, el dióxido de carbono y el cloro (para producir un efecto de desgastado) permanecen activos en el aire durante más de 46 años. Además, la producción de ropa es responsable del empleo del 10% de los pesticidas y del 25% de insecticidas en el mundo”, destaca.
¿La buena noticia? Las diseñadoras afirman que hay un gran crecimiento de emprendimientos eco-friendly. En especial liderados por jóvenes. El poder de vestir la conciencia está en nosotros, solo resta informarnos para que “el verde se convierta en el nuevo negro”.
20 a 200 años
Tardan las prendas de lycra, de poliéster y los textiles sintéticos en degradarse.
8 mil litros
De agua son utilizados en la industria para producir el tejido denim y los pantalones.
12 a 15 kilos
Es la cantidad de ropa que compramos, en promedio, por año.
92 millones
De toneladas de residuos son generadas anualmente por la industria de la moda.
1 a 5 años
Es el tiempo que necesitamos para que un sweater de lana se descomponga.