La preocupación a nivel mundial por el desarrollo sustentable puso en jaque a una gran cantidad de industrias, incluyendo a la textil. Cada vez son más las marcas que huyen del fast fashion -aquel mundo de la ropa desechable sin fin- y se pliegan al nuevo paradigma verde.
En la Argentina la industria de la moda lucha por tener un lugar en la vidriera de la sustentabilidad ecológica y se está empezando a difundir con el boca a boca de los viejos tiempos. Fogoneadas principalmente por algunos pequeños emprendedores que lideran la cruzada, de a poco también se empiezan a contagiar las marcas de vanguardia y la movida sustentable comienza a asomarse en los shoppings.
En esta línea, haciendo un uso eficiente de los recursos gracias a la reutilización de materiales y a la utilización de materiales de bajo impacto ambiental y alta tasa de biodegradabilidad se genera un marco donde el consumidor no opta sólo por un producto, sino que lo elige como consecuencia de una política empresarial que está alineada a sus valores personales.
Una de las marcas que está sumando a la nueva moda ética es Ay Not Dead. Inspirados en la obra de Joseph Beuys, artista y activista alemán, la firma acaba de lanzar su línea de ropa orgánica, «Difesa Della Natura». La colección incluye jeans confeccionados con denim de la fábrica Candiani (la firma italiana número uno del mundo en jeanería, certificada por la sustentabilidad y la innovación de sus procesos) y una remera unisex de algodón ecológico de industria nacional. El proceso de elaboración de este tipo de prendas cambia el foco en su forma de producción y reduce hasta un 60% del uso del agua, logrando así, un acabado más parejo y limpio del denim.
«Pensamos como desde Ay Not Dead podíamos hacer algún tipo de movimiento para colaborar con esto. A veces, no es muy fácil lograrlo en nuestra escala así que en cuanto vimos que nuestro proveedor tenía un género de algodón orgánico nos lanzamos a hacerlo», comentó Noel Romero, diseñadora y dueña de la marca. También remarcó que su inspiración fue intentar relacionar la sustentabilidad con el arte.
En promedio el jean orgánico de Ay Not Dead cotiza $1000 por encima del resto de sus prendas y cuenta con una etiqueta colgante pensada para ser plantada y que contiene en semillas de rúcula y del árbol autóctono sen de campo.
«Sabemos que hay muchos emprendimientos pequeños y que en la mayoría de los casos todavía no están muy desarrollados. Nosotros queremos lograrlo para que los importadores que proveen estas telas traigan más cantidades y se pueda comprar más. Tenemos que tratar de que se desarrolle esa conciencia en general», explicó Romero.
Martín Churba, creador de Tramando, también adelantó que para el año próximo tiene proyectado el lanzamiento de su proyecto de moda sostenible, que contará con una línea de jeans que serán elaborados con un 50% de algodón reciclado de la industria. «Estamos utilizando el algodón reciclado para hacer algo de alto valor», destaca el diseñador.
Churba, quien colabora con las tejedoras de Red Puna, organización que agrupa a 35 organizaciones aborígenes de la región de la región Quebrada y Puna, y crea colecciones como «Divino tesoro» -a partir de materiales que habían quedado en stock-, asegura que siempre tuvo una mirada social en su trabajo y ahora sostiene que quiere dar un paso más, apostando a redefinir el proceso de producción y el target al que apunta.
«Quiero empezar a pensar de otra manera, poner la mirada en otro lugar. En todas las reuniones de trabajo que venía participando de lo único que se hablaba era de venderle la ropa a la mujer de 35 años: la clienta que quiere estar linda, que gasta plata. Y yo pensaba ?cómo puede ser que estemos todos trabajando para lo mismo, que aburrido!'», asegura el diseñador.
Motores del cambio
Si bien la búsqueda de una moda sustentable es compartida por grandes marcas, sus principales impulsores hay que buscarlos entre pequeños jóvenes emprendedores están redefiniendo la industria textil.
Biótico es uno de los ejemplos. Este emprendimiento liderado por Jessica Pullo, confecciona su línea de productos con materiales plásticos reciclados. Todos sus prendas son fabricadas a partir de la recuperación de sachets de leche y el packaging de snacks, incluyendo líneas de carteras, cuyo precio varía entre los $2500 hasta los $6000, o capelinas se venden a $1000.
Biotico comercializa sus productos en tiendas multimarcas y trabaja, a su vez con Alpad, la asociación que promueve actividades laborales, ocupacionales y de inclusión laboral para personas con capacidades diferentes.
«Se necesita que toda la moda sea sostenible, ya no podemos mirar para otro lado. Creo que hay muchas otras cosas de donde tomar referencia para comprar o no un producto. La moda sostenible puede y tiene que seguir expandiéndose», subraya Pulla.
Tienda Modesta es otra caso emergente del nuevo emprendedurismo sustentable. Con el lanzamiento de su proyecto en 2012, la marca busca contribuir a que el mundo de la moda desde un lugar más friendly con el medio ambiente. «Cuando lanzamos la marca sabíamos que estábamos haciendo algo diferente y para eso es necesario que la audiencia comprenda el trabajo que hacemos, educando con el ejemplo», explica Paula Ckrousottsi, una de las dueñas de Tienda Modesta.
La diseñadora precisa que el mayor obstáculo se encuentran el proceso de producción. Cada material tiene su proceso. En el caso de su negocio, los productos están manufacturados a partir de bolsas de colores donde, hay que lavarlos, cortarlos, armar la moldería y por último, el proceso de superposición de capas para darle el color a los productos.
Una de los mayores prejuicios a vencer cuando se trata de productos que utilizan materiales orgánicos o insumos reciclados es el del precio. En el sector reconocen que muchos consumidores creen que las prendas hechas a base de materiales de descarte deberían ser más baratas que la competencia tradicional. Sin embargo, en los hechos los costos de ser una marca que recicla son mucho más altos. Las prendas confeccionadas a partir de la reutilización de materiales plásticos llevan un proceso más largo -lavado, secado, moldería, artística- que representa un costo mucho más elevado por la mano de obra utilizada. En el caso de los géneros orgánicos, estos suelen ser vendidos por los proveedores a un precio mayor, a lo que se suma que muchas veces no se consiguen localmente. «Este denim que trajimos de Italia tiene un costo mayor porque cotiza en euros», sostiene Diego Romero, dueño de Ay Not Dead.
A la hora de hablar de precios, los emprendedores destacan que los márgenes que les quedan a las marcas por lo general no superan el 20 por ciento y que en muchos casos los clientes son reacios a pagar un plus por un prenda sustentable o ecológica. «Sean sostenibles o no, hoy la situación está complicada para todos. Y prefiero tratar de sostener una empresa sustentable antes que una que no lo es», explica Pullo.
Educar al cliente
En las marcas que apuestan por la moda sustentable también destacan que todavía falta instruir a los consumidores. Más allá de la proclamada vocación ecológica, hoy la mayoría de los clientes compra una prenda porque le gusta el color y le cierra el precio. No valora al producto ecológico como un producto especial y cuidado.
«El consumidor todavía no está entendiendo el valor real del producto y el impacto positivo que tiene para la sociedad. No se están valorizando las organizaciones que trabajan por el bien común. Tenemos una sociedad en la Argentina y en todo el mundo donde se valora cualquier otra cosa menos la protección del medio ambiente», afirman en Biótico.
La moda sustentable busca romper con el viejo esquema tradicional de consumo e invita a los compradores a tomar conciencia. «Lo que vos haces para tu colectivo te hace bien a vos, no es un efecto tan indirecto. H ay que tomar conciencia y eso muchas veces te cambio la vida», asegura Churba.
En 2016, la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable a cargo de Sergio Bergman, lanzó el programa nacional de Emprendedores para el Desarrollo Sustentable (Proesus) con el objetivo de promover a este tipo de emprendedores dentro del ecosistema nacional.
«A través de este tipo de programas, buscamos que los emprendedores se transformen en modelos de una generación y de una juventud que ya tiene esa capacidad emprendedora que queremos aplicar a la agenda de la sustentabilidad. El trabajo creativo e innovador es parte de una agenda que va a poder potenciarnos a todos», comenta Bergman.
El funcionario también aclara que el cambio de hábitos es clave para que el desarrollo se integre con responsabilidad por el ambiente, la calidad de vida y la salud de la gente, para poder crecer y agregar valor.
Para los emprendedores, estos programas de financiamiento representan una herramienta fundamental, especialmente en tiempos de crisis. «Todo sirve. Si vos estas buscando financiamiento te puede ayudar para el lanzamiento. Hay distintos niveles, tenés para pymes o medianas empresas en distintas escalas para lo que vos hagas, en cada rubro vas a tener distintos tipos de financiamiento», explica Ckrousottsi.
«Entre las líneas que actualmente están en desarrollo se encuentra una línea de créditos a tasa subsidiada, impulsado gracias a una alianza estratégica entre la Secretaría de Desarrollo Sustentable y el Banco Nación», precisa Celeste Piñeira, directora nacional del programa Evaluación Ambiental.
Piñeira también destaca que se trabaja con organismos de gobierno como el Ministerio de Producción y Trabajo, para que las líneas cómo el programa Fondo Semilla, (que trabaja con «préstamos de honor») incluyan ponderaciones diferenciales en su evaluación cuando se presentan emprendimientos avalados por Proesus.
En la industria, por su parte, asegura que hay muchas tareas pendientes por parte del Estado y que podrían servir para ampliar el espectro del slow fashion. Entre las iniciativas posibles en las industrias citan el desarrollo de un espacio para los emprendedores de moda sustentable, donde puedan comercializar sus productos, la difusión en las redes, y la puesta en marcha de programas que incluyan una discriminación positiva -donde se los libere de ciertos impuestos o se los beneficie con el alquiler de sus locales- para las marcas que «piensen en verde».
Por otro lado, la emprendedora de Biotico sostuvo que hay un montón de cosas que no se realizan dentro de esta materia porque no hay un claro interés por parte del estado.
«Les importa más las nuevas tecnologías, los proyectos que más se promueven son los de tecnología, y los de moda sostenible no. Nosotros necesitamos también ayuda porque es parte del consumo», agregó.
Bajo este mismo lineamiento, Ckrousottsi de Tienda Modesta considera que «lo más importante para poder emprender o para que una empresa pueda crecer es la estabilidad económica».
Los pedidos al Estado, sin embargo, no esconden el papel que le corresponde a la propia industria para impulsar el cambio. «Las empresas tenemos un rol muy importante y una responsabilidad de la cual deberíamos hacernos cargo cada vez más», sostiene Diego Romero.
El panorama de la moda circular se mantiene optimista. Cada vez son más las personas que están tomando consciencia con respecto a la urgencia ambiental y que están dispuestos moldear sus hábitos en busca de un consumo responsable.
«Hay demanda porque la gente es cada vez es más consciente, los jóvenes sobre todo. Tenemos que abrir los ojos e ir transformando nuestros hábitos de consumo lentamente», dijo Noel. «Cuantos más hagan esto mejor. Queremos alentar a las otras marcas para que ofrezcan este tipo de productos porque hay mucho público que lo exige. Nuestro mundo lo exige», agrega la dueña de Ay Not Dead.