Fuente: La Nación ~ Pablo Palacios armó su emprendimiento motivado por una frustración personal: no conseguía ropa. Con sus 2,01 metros de estatura, tenía dificultades para encontrar calzado o prendas de vestir que coincidieran con su cuerpo. “Salía a buscar ropa y por mi tamaño me ofrecían un 3XL. De largo quizás me iban bien, pero entraba dos veces en una camisa. Eran una carpa”, recuerda.
Inspirado por su padre, zapatero, y su madre, modista, este exjugador de básquet, con pasos por Ferro y otros clubes del interior, comenzó en 2006 con la producción artesanal de zapatos. Ese emprendimiento familiar derivó en Palacios & Palacios, una marca de indumentaria para gente “de más de 1,90” que hoy factura más de $900.000, tiene su local en Villa Crespo y viste a algunas de las estrellas más reconocidas de la Generación Dorada.Ads by
Palacios comenzó su actividad 15 años atrás en un taller informal en la casa de su familia. “Mi viejo era zapatero de calzado fino de mujer, y empezamos en un taller que armamos en casa. Yo jugaba al básquet, tenía muchos conocidos y entonces cargaba el baúl de un Siena que tenía y organizaba reuniones en casas de amigos”, cuenta el fundador, sobre una práctica que hoy se expandió en el sector, con showrooms privados que se multiplican por la ciudad.
Una vez que dejó el básquet por una lesión en sus rodillas, se dedicó de lleno al negocio de la indumentaria, con un nicho bien definido: sus productos son para gente que calza más del talle 46 y mide entre 1,90 y 2,20. Según advierte Palacios, es un segmento de consumidores que también necesita talles especiales, pero que no recibe en el sector la atención y la demanda de cambios en los productos que sí despiertan, por ejemplo, los consumidores con sobrepeso.
Sus vínculos en el deporte y una fecha especial lo ayudaron a potenciar lo que todavía no tenía marca, y así su negocio cobró impulso. “Fue en 2007. Lo fui a ver a mi representante que era Carlos Prunes, que también trabaja con (Manu) Ginóbili, (Fabricio) Oberto y ahora muchos más, y me ayudó”, relata. Así se contactó con Román González, un jugador de la selección argentina que mide 2,11 metros, a quién le confeccionó zapatos para su casamiento.
También se contactó con la Asociación de Jugadores de Básquet (ADJ), que le permitió difundir sus productos entre los basquetbolistas “altos” afiliados en todo el país, y entregarle zapatos a los jugadores de la selección de básquet para su viaje a los Juegos Olímpicos de Londres 2012. “También conocí al ‘Loco’ Hernán Montenegro, que me contactó porque un día lo vio a Román y le preguntó por la ropa”, recuerda.
Hoy, uno de sus embajadores más célebres es Andrés ‘Chapu’ Nocioni, a quien conoció en 2015. “Después de ser campeón y jugador más valioso de la Euroliga con el Real Madrid, venía a la Argentina a presentar su libro. Me llamó Michael Stura, presidente de la ADJ, preguntándome si no podía hacerle ropa para sus actividades de prensa, porque no está acostumbrado a estar vestido así. Hoy la relación es espectacular”, dice Palacios, quien viste al exjugador de Chicago Bulls para su trabajo como comentarista de NBA en ESPN.
El desafío de expandir un negocio
La marca que nació enfocada en el calzado creció con el tiempo hacia el segmento de la ropa, a partir de la demanda de sus propios clientes. “Era fundamental. A mí las remeras siempre me quedaban cortas y los pantalones me llegaban ‘por acá’”, explica Palacios, señalando la pantorrilla con su mano.
“La ropa la pienso y la diseño como para mí. Hago una muestra y en base a eso corrijo los diseños y armo la colección final. No es lo mismo hacer la ropa en el aire que algo realmente basado en tu necesidad”, explica sobre el diseño de sacos, camisas o pantalones. Los talles también están adaptados: en su caso, un M puede ser el indicado para un cliente de 1,90.
Luego de confeccionar su propia moldería, trabaja con talleres textiles que también fabrican productos para marcas tradicionales. La cadena de producción de su ropa, explica, presenta algunas dificultades que limitan las cantidades y encarecen el proceso final, por el tamaño de las piezas. “Una fábrica grande corta quizás 400 camisas en una mesa de un saque y a nosotros nos saca de cinco por talle. La hora de trabajo sale lo mismo si corta 1000 o 5, y eso en general atrasa toda la secuencia”, explica el diseñador.
“Además, en una camisa común quizás entran cuatro bloques por metro, en una nuestra entran tres, pero los bordes son descarte y no se pueden usar. No es solo es ropa más grande que usa un poco más de tela, todo el proceso encarece el producto”, agrega Palacios, quien advierte que el precio de sus productos es entre un 20% y un 25% más alto que en las marcas tradicionales.
Esa secuencia, también, limita su producción y el volumen de piezas para cada colección. “Cualquier empresa tiene stock o puede volver a hacer su ropa, pero yo hago una vez por temporada. Y también genera algo de exclusividad, porque no tengo muchas prendas iguales”, relata.
Además del calzado y la ropa de vestir, la marca amplió su negocio hacia las prendas sport y la ropa deportiva. “Es un poco lo que me pedía la gente. En un principio los clientes eran más de 35 o 40 años para arriba, pero después empezaron a venir chicos más jóvenes que nos piden otras cosas. Hay chicos altos que no consiguen ropa, por ahí quieren vestirse mejor para salir, pero tienen que usar zapatillas de básquet, que son todas faroleras, porque no hay otra cosa”, dice Palacios.
Para los nuevos diseños, busca la opinión de sus hijos (15 y 17 años), pero toda la gestión del negocio la realiza de forma personal. Además de su local en Villa Crespo, atiende consultas de clientes desde diferentes provincias del país y hasta el exterior, que llegan a su marca por referencia de conocidos o por la difusión de sus ‘celebridades’ a través de las redes sociales.
“A veces en el día entran tres o cuatro clientes, pero estoy todo el día gestionando envíos, armo los paquetes y una vez por semana voy al Correo a despachar”, dice Palacios, atento a su Whatsapp. “También tengo muchas consultas de varios países como Uruguay, Paraguay, Brasil o Perú para saber si hago envíos o si tenemos sucursales en sus países. Así que no solo es en Argentina, sino que a nivel América Latina este nicho tampoco está desarrollado”, agrega.
Su próximo paso es ampliar su portafolio con prendas para mujeres. “Está en carpeta hace tiempo. Porque vienen las esposas, las hijas o las hermanas de mis clientes y me piden ‘Pablo, hacé algo para nosotras’”.
Con más de 15 años de trabajo con la marca, el especialista en ropa de altos se entusiasma, entre risas, con un negocio con potencial de expansión. “Yo tengo registrados a 3000 clientes que me conocen, pero no hay solo 3000 personas de este nicho en la Argentina y la proyección es seguir creciendo porque esto tiene un techo muy alto”, cuenta entre risas.