Fuente: Perfil ~ La diseñadora, que pone énfasis en lo sustentable y nacional, confecciona sus prendas en su taller de Bernal, inspirada por su abuela, una sastre húngara y por su padre fruticultor.
En el partido de Quilmes, provincia de Buenos Aires, la casa familiar con un gran jardín acobija a Lucía y también a sus prendas: al subir las escaleras luego de pasar por una variedad incontable de plantas se encuentra un espacio repleto de maquinas de coser viejas, telas nobles, fotos antiguas, hilos de colores neutros y una tranquilidad difícil de plasmar en este papel. “Yo salgo a la calle y sé realmente cómo se viste la gente. Acá no es como en Capital donde se monta un poco un personaje”, cuenta.
-¿Qué te atrapó del diseño?
Lo que sucede con la carrera de indumentaria es que uno ingresa imaginando que el diseño es una cosa casi ideal en la cual vas a hacer solamente ropa linda y después te das cuenta que en realidad tiene que ver con analizar el comportamiento de las personas y el contexto en el cual vivimos. Te da la oportunidad de tener una mirada mucho más profunda de la sociedad y podés utilizarlo para comunicar y solucionar problemas que esa sociedad puede tener. Y para mí es la manera más directa de transmitir algo porque estás portando ese mensaje en tu cuerpo.
¿Y qué análisis haces de nuestra sociedad?
Yo comencé mi proyecto en un momento en el cual la sociedad empezó a quebrarse de alguna manera y a pensar distinto. En mi tesis ya planteaba cuestiones que tenían que ver con género que es algo que está súper ligado a la indumentaria. Pasaron muchos años y nos sigue costando plantear la indumentaria sin que sea ni para uno ni para otro, porque es para quien la quiera usar. Además todo el caos que estamos viviendo en cuanto a esta híperconectividad que tenemos, que vivimos entre lo irreal y lo ficticio y entre la necesidad de volver a nuestras raíces para entender quiénes somos.
Porque entre tanta selfie no sabemos si somos lo que está en la pantalla o lo que vivimos realmente. Hoy en día es muchísimo más importante la identidad nacional y la estamos descifrando. Porque teníamos este imaginario del tango y el gaucho y en realidad hay un montón de cosas atrás que nos forman como nación.
-Tenés tu taller en Bernal que es donde vivís, ¿decidiste armarlo acá para reivindicar la cultura del conurbano?
Fue completamente una decisión, yo a este taller lo construí, no es que ocupe una habitación o un espacio. Era estar acá o alquilar algo en Palermo o recoleta. Y a mí lo que me pasaba es que durante la carrera hice muchas pasantías con distintos diseñadores y para llegar tenía que viajar un montón y todo eso no me resultaba cómodo. Además el contexto en el cual trabajaba, más allá de mis compañeros, estaba rodeado de un gris de la ciudad que no me inspira ni me da ganas. Segundo, me parecía importante descentralizar un poco. Porque siento que es un problema de todo el país, estamos todos apretujados en Buenos aires, cuando tenemos un país súper rico. Y también en el conurbano tenés una vida completamente distinta. Se visibilizan cosas que en capital se ocultan un montón. Cuando vienen al taller personas que trabajan en revistas o incluso compradores de afuera, siento que de alguna manera conocen realmente lo que es producir acá y qué es lo que estamos viviendo.
-Los procesos que utilizás para realizar tus prendas, sumados a trabajar con una cooperativa y la manera de producción, ¿lo ves como una forma de expresión, de demostrar que se puede hacer las cosas distintas?
Creo que primero entendí cómo funcionar dentro de argentina. Entender que esto no funciona como en cualquier otra parte del mundo y a partir de ahí desarrollar todo el proceso productivo que puede ser sustentable y creo que pude demostrar que es posible. Para mí también es un proceso lógico porque lo que está sucediendo con las marcas que están fundiendo es que están produciendo un montón y la gente no está comprando tanto. Nos quejamos del capitalismo, por ejemplo, pero nuestra sociedad no es híper consumista y mucho menos de indumentaria. Hay que entender realmente dónde estamos viviendo porque la manera de producir no es tan masiva, es más pequeña y personalizada.