El fin de la cuarentena es cada vez más lejano y las cuentas comienzan a apretar a los comerciantes, y la zona Oeste no es la excepción. Muchos tuvieron que reinventarse para poder recaudar, en muchos casos, lo necesario para cubrir al menos los sueldos de los empleados.
Los primeros en ir volcándose al delivery fueron restaurantes, bares, cervecerías y otros locales de comida preparada: en ese rubro, ya hace días que la oferta es mayor que antes de la cuarentena. Los de ropa fueron exceptuados para hacer envíos esta semana, aunque muchos ya se las habían ingeniado para empezar desde antes.
Las redes sociales fueron el espacio donde las marcas de indumentaria comenzaron a ofrecer sus productos. “Tuve que dedicar más tiempo al teléfono porque aumentó mucho la demanda. Se vendió pero estoy haciendo mucha promoción para poder subsistir”, cuenta Jimena Tonietti, dueña de Kowana Castelar.
Varios restaurantes y bares que no hacían envíos, comenzaron a vendeer a distancia cuando se extendió la cuarentena. Ahora se suman otros rubros.
Por su parte, Maria Eugenia Alonso, de Amma Castelar, destaca que,
además del shop online, incorporaron el WhatsApp «para poder charlar con
las clientas y no perder la conexión y trato personalizado”.
En el rubro gastronómico la oferta se fue ampliando y ahora se sumaron restaurantes que antes no ofrecían delivery y que lo sumaron para poder cubrir el sueldo de los empleados. Tal es el caso de Caramel Brulee, una pastelería de Castelar, donde aseguran que “aunque hay gente que muere por comer cositas dulces, el rubro no es esencial y mucho no se vende”.
La famosa parrillada y el flan mixto de La Casa de Coco antes sólo era posible si uno se acercaba a este restaurante de Parque Leloir. Pero después de casi un mes decidieron volver a encender la parrilla e incorporar los envíos. “Tuvimos que buscarle la vuelta para poder pagarle a la gente porque ni siquiera se llegan a cubrir los gastos”, cuenta Eric Corvi, encargado del local.
Y para los que prefieren hacer el asado en casa, Frigoríficos C y C, de Ituzaingó, también comenzó a entregar a domicilio con una camioneta y equipo de frío. “Tenemos clientes fieles y hoy el producto que les llevamos a la casa es como si lo hubieran ido a comprar o mejor”, destaca Héctor, uno de los dueños.
Detrás de este crecimiento en el delivery y los envíos, están los que con su bicicleta o moto se encargan de hacer llegar los pedidos. “Tenía para vender 60 bicicletas y no me quedó ninguna. Las compró gente que tenía que ir a trabajar y no quería usar el colectivo, y los que se la están rebuscando con el delivery. Tener una moto tiene otro costo y con una bici de 3 mil pesos ya podés empezar a trabajar”, asegura Fernando Gálvez, vecino de Villa Luzuriaga.