Fuente: Infobae – Gustavo Freytes Garzón, Rodrigo Asili y Magalí Méndez desarrollan un pigmento en polvo que reemplazaría a las tinturas petroquímicas. Actualmente, un año de contaminación para confeccionar telas equivale al líquido que utilizarían dos países con la superficie de Argentina
La textil es la segunda industria más contaminante del mundo y uno de los problemas medioambientales más importantes que provoca es generado por el proceso de teñido, responsable del 20% del desperdicio y de la contaminación del agua en todo el mundo, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“El consumo específico de agua para teñir varía entre 30 y 50 litros por kilogramo de tejido dependiendo del tipo de tinte utilizado. Por eso, la producción de pigmentos requiere de mucha agua, depende de productos químicos y necesita petróleo. Por ejemplo, para producir 1 kilo de pigmento se usan 1000 litros de agua, 10 kilos de productos químicos y 100 de petróleo. Y, según los objetivos de sostenibilidad de las Naciones Unidas, es necesario garantizar la gestión del agua, así como promover una industrialización inclusiva”, explica Gustavo Freytes Garzón, CEO fundador de Tintte, el emprendimiento cordobés que busca la manera de cuidar el gasto de agua y el impacto ambiental que genera la industria textil y que comparte con Rodrigo Asili, microbiólogo, y con la biodiseñadora e investigadora, Magalí Méndez.
Este emprendimiento nació luego de que observaron de cerca las consecuencias de la contaminación, sobre todo en el Lago San Roque, de Córdoba, al que intentaron limpiar. Aunque eso quedó solamente en una idea por falta de sustento no abandonaron la búsqueda para frenar la contaminación de las aguas sino que además decidieron “atacar” el origen. Luego de nutridas investigaciones descubrieron a la que califican como la “solución” a este problema.
Las primeras muestras de lana y poliéster teñidas (tintte.bio)
Los primeros pasos
Gustavo, que inició su vida universitaria como aspirante a contador, pronto supo que eso no era lo de él, dejó la carrera y comenzó a buscar una manera de emprender. Entonces, con 20 años y junto a un amigo, abrió una distribuidora de insumos gastronómicos para bares. Reconoce que lo que “comenzó como un juego” alcanzó a destacadas firmas en todo el país. Pese a que todo marchaba bien, en 2020, el interés por las cuestiones ambientales se impuso y nuevamente el barco viró a 180 grados.
“Me di cuenta de que la distribución generaba mucha contaminación y, en ese momento, la Municipalidad no recolectaba los empaques de los productos que quedaban en la calle. Pensando en eso, comencé a gestionar una startup que tenía el objetivo de reducir la basura en las calles, pero no pudimos avanzar por falta de financiamiento”, resume sobre su primer intento.
Al poco tiempo, comenzó a incursionar en la biotecnología de la mano de Rodrigo Asili, su actual amigo y socio, quien lo sorprendió por “su capacidad para encontrar soluciones a problemas globales”, asegura. Juntos, empezaron a desarrollar un banco de microorganismos.
Los amigos se asociaron con una empresa local dedicada a la producción de insumos para el agro mientras continuaban la búsqueda para solucionar los problemas globales que los interpelaban. En la búsqueda de esas respuestas, durante diciembre de 2023, nació Tintte.
Las pruebas de laboratorio se extenderán, al menos, por uno o dos años más (tintte.bio)
Resolver la base del problema
Cuando la contaminación del Lago San Roque les quitaba el sueño, los amigos imaginaban cómo limpiar esas aguas. “Pensamos en bio remediarlo”, cuenta y detalla Freytes Garzón: “Para eso, separamos las bacterias que podían hacer ese proceso, pero no encontrábamos cómo escalarlo. Asumiéndolo, decidimos ir por las causas principales que estaban contaminando las aguas y nos enteramos de que la industria textil, el proceso de teñido de telas, puntualmente, era una gran contaminante. Pensamos que si la tintura es la que contamina, entonces habría que crear una nueva que sea sustentable”.
Ese proceso derivó en el reemplazo de las tinturas petroquímicas por colorantes y biocompuestosque colaboran en la reducción del uso de tintes y la contaminación de agua potable. A saber: para fabricar un jean se utilizan más de 3.000 litros de agua; confeccionar una remera básica implica usar otros 2.700.
Buscando bajar esos números y provocar el mínimo impacto, los emprendedores comenzaron la búsqueda que derivó en la producción de colorantes y biocompuestos para industrias textiles. “Reemplazamos tintes petroquímicos y compuestos auxiliares utilizados en el proceso de coloración de la industria textil. La industria textil es la segunda más contaminante del mundo, específicamente, su proceso de coloración porque además de contaminar mucho, utiliza miles de litros de agua y energía. Para dar una idea: en un año, esta industria utiliza en agua el equivale al doble de lo que se usa en toda Argentina.
Los colorantes que producen son polvos biodegradables que prometen dar más color a mayor volumen de telas. “Hasta ahora tenemos los colores primarios que ya están siendo probados. Ya logramos muy buenos resultados en laboratorio con alto nivel de eficiencia y con un tinte biodegradable”, agrega y cuenta que hasta el momento, hicieron pruebas en lana, algodón y poliéster.
Mostrando los primeros resultados de los polvos colorantes (tintte.bio)
Esto es el resultado del biobanco creado por Rodrigo que está compuesto por 100 microorganismos, encargados de generar colores y biocompuestos para colorear. “Estamos trabajando para hacerlo a escala industrial”, reconoce y explica que lo que desarrollaron es “un proceso biotecnológico único para producir, depositar y fijar pigmentos en textiles por medio del uso de biotecnología y bacterias específicamente seleccionadas para producir eso biocolorantes y biocompuestos”.
Según el CEO, la propuesta utiliza la mitad de agua y electricidad que el procedimiento ya conocido.
Con miras a expandirse al exterior, cuenta: “Pronto haremos algunas pruebas con una empresa argentina líder en la fabricación de hilado y telas. También estamos desarrollando unas pruebas con una empresa de India, que también es tintorera y fabricante de telas. La idea es que nuestro alcance sea global y se lo vea como una solución. Ya sabemos que esta idea es muy bien recibida en Europa, donde hay una regulación referida a los recursos naturales, un poco más fuerte que en Argentina. Allí son un poco más estrictos. El problema de contaminación más grande está en India por el volumen y el tipo de tela que usan, y en China”, asegura.
Emocionado, cuenta: “Estamos tratando de desarrollar las primeras alianzas comerciales con Asia para después internacionalizarnos. Hay una gran expectativa con esta tecnología por parte de las marcas porque tienen la necesidad real de tratar de adecuar su fabricación y su alta cantidad de producción a los nuevos requisitos, por requerimiento gubernamentales, pero también de parte de los consumidores”.
De cara al futuro, aún en fase de laboratorio, dice que les restan entre uno y dos años de pruebas. “Lo tenemos que seguir desarrollando, no es que estaremos en el mercado en los próximos meses. Esto es un desarrollo de biotecnología complejo. Creemos que en los próximos cinco o diez años, cerca de la agenda 2030 de la ONU, debemos llegar con un desarrollo grande de tintes biodegradables. Ojalá que para entonces lleguemos con un gran nivel de producción de biopigmentos para tratar de solucionar un poco este inconveniente global que, en definitiva, se generó por un consumo que quizás no estaba no estaba planificado. O sea, que fue sucediendo por un mal diseño de un proceso que terminó siendo contaminante. Si la biotecnología puede ayudarnos a solucionar este problema, para volver de alguna manera a las raíces, bienvenida la biotecnología”, finaliza.