La marca nació en 2017 y de a poco va demostrando que otro paradigma en producción y comunicación en moda argentina es posible. Hablamos con su creadora, Mercedes Krom.
Fuente: Perfil ~ Limay nació a principios de 2017 cuando se abrieron las importaciones y muchas fábricas tuvieron que cerrar por no poder competir con los precios de Asia, entre ellas la fábrica en la que yo trabajaba, en General Pico, La Pampa. En ese momento pensé en lo mal que estaba mi rubro y en lo desvalorizado que estaba el trabajo local y quise hacer algo para demostrar que se puede generar un producto de calidad hecho 100% en Argentina”, relata Mercedes Krom, su fundadora, y agrega:
“Trabajo hace 15 años en indumentaria haciendo principalmente jeans, casi siempre trabajé en marcas del mainstream (N de la R: entre ellas, Levi’s, María Cher, Grisino y Bowen). El nombre viene, sí, del Río Limay ya que soy de Neuquén y una amiga me dijo que siempre debía elegir nombres que me representen, que cuenten algo de quien soy. Y la verdad es que crecí yendo a ese río”.
-¿Cómo definirías a la marca?
-Es una marca cuyo foco puesto está puesto en jeaneria y prendas básicas, con una propuesta de calidad, genderless y realizada en cooperativas de economías populares. Toda nuestra materia prima es en un 90% industria nacional, de esa manera ayudamos a fortalecer las economías locales. Tratamos de hacer prendas durables, trabajo mucho en mejorar siempre la calidad para que quien tenga un jean le dure años y no una temporada.
Aunque no fue nuestra motivación inicial, hace poco empezamos a trabajar más en profundidad el tema de la ecología: intentamos no usar plástico en nuestros envíos, procesamos los desperdicios de nuestros cortes enviándolos a marcas que generan productos nuevos con eso, también intentando usar menos agua en los lavados, estamos en proceso de neutralizar nuestra huella de carbono y al producir localmente como tenemos menos fletes bajamos el impacto de la huella.
También estamos intentando ser más federales produciendo, aunque sea un producto por temporada que esté hecho en otra provincia, fuera de Buenos Aires.
-La idea de tener talles inclusivos –que van del 34 al 62 en algunos casos- , ¿fue algo pensado desde el vamos o también se fue dando sobre la marcha?
-Lo que pensé desde el vamos fue mostrar la parte productiva y de industria, visibilizar lo que se oculta porque es «menos glamoroso». Me pesa un poco la palabra inclusión porque no quiero que solo sea la foto o imagen que muestra pluralidad, que no sea esa cosa que está buena, pero es superficial, si no trabajar por un proyecto que realmente hable de eso desde cuestiones más básicas de la formación.
La primera vuelta de Limay tuve pocos talles y fui creciendo. Al principio, después de tanto tiempo trabajando para marcas del mainstream, pensé que eso era lo que se esperaba de mí, después entendí que mis amigues no son así, que mi familia no es así, que yo no soy así y empecé a hacer cosas para elles, mas alineadas con como soy y que fue lo que llevó a que sea cómo es hoy.
Como nunca tuve un mango fui creciendo en la variedad de talles a medida que fui reponiendo. Limay se financió a sí misma casi sin capital inicial, tuve primero del 34 hasta el 48, después hasta el 52 y este año llegué a tener hasta el 60 y en la última reposición agregamos el 62.
-La otra pata bien singular del proyecto es su modelo cooperativo y de comercio justo. ¿Es posible tener una marca/empresa “exitosa” bajo esos preceptos? También te puede interesar
-Yo creo que sí, trabajar de esta forma nos asegura que haya una distribución horizontal del trabajo, pero también de las ganancias, no hay patrones ni gente metida en el medio sacándole la plata a les trabajadores, y visibilizar el trabajo de las cooperativas. A veces no es fácil y lo importante es que no trabajamos con intermediarios porque el vínculo que tenemos con las cooperativas es muy directo, este año sumamos más, pero con la mayoría venimos trabajando hace mucho y como todo, a veces hay problemas, pero también hay mucha confianza y compromiso de los dos lados.
-Tenés, como dijiste antes, mucha experiencia en marcas del “mainstream comercial”. ¿Qué enseñanzas te dejaron esos años?
-Creo que lo que me dejo ser extremadamente detallista con algunas cosas del producto que siento que reafirman la idea de calidad y que el calce de las prendas esté tan cuidado. También me dejó la parte comercial básicamente, que es importante mostrar el producto bien porque a la gente le gustan los valores que comunicamos, pero también una imagen pensada o «cuidada».
-¿Qué no quisieras repetir en tu marca de ese modelo de negocio? ¿Hay algo que sí?
-No quiero ser una marca, no quiero una estructura de empresa ni crecer verticalmente para ser una mega multinacional. Quiero que se siga entendiendo que somos personas detrás del proyecto y que la pata humana es la más importante, tratarnos bien, visibilizar lo que nos importa y que se mantengan los valores, prefiero construcción horizontal que fortalezca esas ideas y llegar a mas desde ahí.
-Mucha gente vaticina que el comercio justo es el futuro, que las nuevas generaciones buscan cada vez más marcas con conciencia social y ambiental verdadera, ¿coincidís?
-Coincido, las nuevas generaciones buscan que sus consumos sean menos genéricos, están mas formados y se comprometen más con lo que consumen.
-Sos de Cutral Co y es imposible no asociar esa localidad a la forma en la que se puso en el mapa para todos (especialmente los porteños): los iniciales piquetes de desempleados que preanunciaron la última gran crisis social y económica del país. ¿Cómo pensás hoy, desde tu lugar de emprendedora, esta nueva –y extremada por la pandemia- crisis social?
-Me atraviesa completamente mi origen, los piquetes sucedieron cuando yo tenía 10 años y me los acuerdo perfectamente, las puebladas y protestas populares por parte de desocupados en contra del neoliberalismo, el nivel de injusticia, el caso de Teresa Rodríguez asesinada por un policía en medio de una represión.
Quienes estuvimos creo que quedamos sensibles a las injusticias. Trayéndolo a este momento con tantos sectores en crisis y nuevamente con el desempleo como protagonista solo me hace pensar que tenemos que armar redes y proponer algo distinto para generar nuevas propuestas de salida, que creo solo serán posibles en la medida que sean colectivas.-