Fuente: El Diario de la República ~ La falta de diversidad en el rubro textil afecta a miles de personas que, a la hora de salir a comprar, sufren discriminación.
A la hora de salir a comprar ropa, es fácil encontrar en los locales frases como «en tu número no hay» o «son todos talles únicos, deberías probar en tiendas especiales». Por lo general, las tiendas de indumentaria trabajan con una curva de talles que va desde el 36 al 44, tanto en pantalones como remeras, lo que deja afuera a miles de personas. Esto produce frustración y malestar en las y los compradores, pero sobre todo genera discriminación hacia los cuerpos que no encajan en el modelo que propone la industria de la moda. El 20 de marzo, la Cámara de Senadores de la Nación le dio media sanción, por unanimidad, a un proyecto de ley que propone ampliar el espectro de las medidas.
Si bien hay provincias y regiones que cuentan con una normativa que trata el tema, esta podría ser la primera que abarque a todo el país.
La iniciativa que presentó la senadora Olga Brizuela y Doria el año pasado consiste en crear un Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria (Suniti, que estará a cargo del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Lo novedoso es que realizarán un estudio antropométrico con el propósito de obtener un promedio de medidas, teniendo en cuenta el rango etario y de género.
Sabrina Guzmán, una diseñadora villamercedina que a través de sus redes promueve la inclusión en el rubro de la indumentaria, manifestó que la aplicación de una ley unificadora es más que urgente. «Hay varias provincias que ya cuentan con su propia norma pero son bastante diferentes entre ellas. Armando una estándar se podría garantizar que todos podamos acceder al mismo derecho, sin importar el lugar», señaló.
En San Luis, la diputada provincial del Frente Justicialista, Sonia Delarco, presentó un proyecto en 2018 que aún permanece en la Comisión de Salud. La legisladora contó que la propuesta surgió por la necesidad que manifestaron hombres y mujeres. «Fundamentalmente buscamos evitar las situaciones de discriminación y promover la salud en la población. Entendemos que hay un modelo impuesto culturalmente que pide que se cumpla con ciertos estándares de cuerpos perfectos. Esta idealización hace muchas veces que las jóvenes caigan en trastornos alimentarios y puede llevarlas incluso a la depresión», explicó.
Aunque la Cámara puntana todavía no trata la iniciativa, la diputada recalcó que es «importante concientizar y trabajar sobre el tema, para que se pueda lograr una ley integradora que garantice el derecho de todos y todas en San Luis».
Uno de los ejes más importantes del nuevo proyecto de alcance nacional hace hincapié en el buen trato hacia la o el cliente, y que los negocios cuenten con probadores amplios y cómodos. También propone sanciones para los locales, productores o distribuidores que no cumplan con la exhibición de las tablas de talles o no estén dispuestos a cumplir con el Suniti.
Guzmán, quien conoce de cerca el rubro de la indumentaria, indicó: «La mayoría de los casos de personas que no encontraron ropa recibió un mal trato por parte del vendedor. Esto nos pasa a quienes somos grandes a lo ancho pero también a quienes son muy flacos o altos. Todos hemos recibido una mala atención por el cuerpo que tenemos. Y eso es lo que genera discriminación».
Aún resta que la Cámara baja trate la iniciativa y le dé el visto bueno, pero que el reclamo de tantos y tantas resuene en el recinto no deja de ser esperanzador para la comunidad.
Movimiento «Body Positive» y «Activismo gordx»
Las redes y los movimientos sociales son dos propulsores que ayudaron a visibilizar lo que padecen aquellas personas que no «cumplen» con la figura estándar. Brenda Mato de la organización «AnyBody» o las humoristas Mar Tarrés y Señorita Bimbo son algunas de las mujeres que encabezan campañas de concientización y sensibilización en Argentina. También surgieron organizaciones que levantan la bandera del «activismo gordx», integradas por jóvenes que cuentan sus experiencias y relatan el calvario que vivieron por no encajar en los parámetros hegemónicos.
11 DISTRITOS cuentan con una ley propia: Buenos Aires (ciudad y provincia), Entre Ríos, Corrientes, Chaco, Santa Fe, Córdoba, San Juan, Mendoza, La Pampa y Santa Cruz.
Comercios para pocos
Precios y modelos
Son escasos los comercios que se animan a cumplir con una tabla diversa de talles. La mayoría solo se reduce a fabricar y vender prendas pequeñas, entre las que siempre se encuentra el conocido «talle único».
Roxana Castaldi, una comerciante puntana que es dueña de un emprendimiento de ropa XXL, contó: «En los últimos años se han incorporado más locales de este tipo, pero no pasan de los tres», dijo y añadió: «Cada vez que viajo a buscar ropa me encuentro con que hay menos fabricantes que hacen talles grandes. Nos cuesta encontrarlos».
Castaldi comentó que una de las principales razones por la que los productores no lo desarrollan es porque implica más costos. «Esa es una avivada para evitar gastos en la moldería. Pero en cierta forma es verdad. Por ejemplo, a la hora de confeccionar, tener una variación de números te costaba entre $2.500 y $3.700 la proyección de curva, y eso fue el año pasado. Lamentablemente se elige por una cuestión de economía pero creo que ese no es el tema. Esto lo hacen con cualquier prenda, y vos no podés proponer una opción pequeña para mujeres de entre 20 y 40 años, hacelo para adolescentes», opinó.
La comerciante indicó que, por lo general, quienes eligen vender prendas «plus size» (talla grande) suelen hacerlo a un valor mayor. «El corte de curva hasta el talle 52 es un precio y del 54 al 70, otro. Entonces a un tipo de cuerpo le vendés ropa por un monto, mientras que a otro le cobrás más caro. Es injusto y es una de las cosas que más afecta al público, en especial a las mujeres. Genera inseguridades y malestar físico, emocional y psíquico», dijo.
Incluso señaló que en algunos comercios hasta le modifican la etiqueta a las prendas para «cumplir con una diversidad que no existe».
Sabrina Guzmán, la diseñadora villamercedina, coincidió con Castaldi y agregó: «Algunos productores lo usan como excusa. Si tengo que hacer un pantalón que va del 46 para abajo, es cierto que gasto menos tela que para un 50, pero cuando uno tiene una marca, y es lo que aprendí como diseñadora, lo que se hace es proyectar y hacer un promedio. En una línea de pantalones que va del 38 hasta el 64 se puede usar tal cantidad de tela, entonces el costo de los materiales se divide en partes iguales. De esa forma se controla que tanto el 38 como el 64 tengan el mismo precio sin que la persona que tiene un talle mayor deba pagar una especie de impuesto por poseer un cuerpo diferente», explicó.