Fuente: Letra P – Incertidumbre en las cámaras industriales del sector. Piden reformas profundas antes de abrir la economía. Importaciones y el fantasma de la década menemista.
En la víspera de la asunción de Javier Milei, las empresas textiles, de indumentaria y de calzado tienen más dudas que certezas del impacto que las primeras medidas del nuevo gobierno tendrán en este sector sensible y protegido de la industria nacional. Sin contactos previos con los equipos técnicos de La Libertad Avanza, las cámaras empresarias desconocen cuál será el rumbo económico comercial que tomará la administración libertaria.Notas Relacionadas
“Nadie se contactó en nombre de Milei, ni respondieron nuestros pedidos de reunión. El presidente electo es una incógnita, todo es muy incierto. Si nos guiamos por lo de Diana Mondino y por el propio presidente, todo eso nos pone en estado de alerta”, dijo a Letra P Mauro González dueño de una textil que hace ropa de trabajo en Berazategui y presidente la Confederación Federal Pyme Argentina.
En las cámaras del rubro coinciden en que la apertura comercial puede hacerse solo si se encara antes una reforma profunda de los factores de competitividad sistémica del país. En este sentido fuentes empresarias consultadas por Letra P enumeraron: rebaja de impuestos, desburocratización, reforma laboral, acceso a dólares para importar insumos, crédito con tasa subsidia y un “tiempo de adaptación”. “Si eso no ocurre, el fantasma del industricidio de la década de menemista reaparece”, advirtieron y recordaron que “esas demandas del sector están atadas a acciones del Estado, que Milei desestima”.
La discusión que viene
Consultado por Letra P, el presidente de la Fundación Pro Tejer, Luciano Galfione, consideró que la discusión que viene es cómo hacer competitiva a la Argentina, no a un sector en particular. Al frente de la empresa familiar Galfione y Cía, con 150 empleados, planteó: “Compito todos los días con el mundo. El 50% del sector es producto importado o tiene un componente importado. No sé cuántos sectores de la economía compiten así”.
“El país tiene un problema de competitividad sistémica hace años, la cadena comercial no es competitiva. Pagamos el transporte más caro; las comisiones de las tarjetas de crédito más altas del mundo; ingresos brutos en cada provincia que atravesamos; los alquileres comerciales, ni hablar, y con expensas que nadie audita; las navieras cobran valores muy altos respecto del mundo; los puertos están monopolizados y hay dos millones de trabas que hacen a la competitividad”, enumeró Galfione.
El titular de Pro Tejer consideró que “es un gran mito” que el sector textil sea el más protegido y con ventajas competitivas y desafió: “No tengo problemas que traigan todas las prendas importadas que quieran. Cuando vengan Uniclo y H&M, van a costar el doble que en Miami. Ya pasó; el problema es la cadena comercial”.
La industria textil generó más de 13.000 puestos de trabajo registrados desde julio de 2020 y viene recuperándose del impacto que tuvo en el sector las medidas de la administración de Mauricio Macri: cierre de más de mil empresas y pérdida de más de 25.000 empleos entre 2016 y 2019. La pandemia profundizó la crisis; pero en un mundo cerrado, las textiles locales abastecieron de barbijos, ambos, toallas y otras prendas al sector de la salud.
Mejorar la competitividad
El presidente de la Cámara Textil de Mar del Plata, Guillermo Fasano, dijo que la llega de Milei genera “expectativas favorables” entre las empresas locales que fabrican pullovers y generan 1.500 puesto de trabajo. “Abrir la economía y saber que vamos a tener insumos, nos va a permitir fabricar”, sostuvo al ser consultado por este medio e indicó que uno de los temores es que la apertura “es también para que ingresen prendas terminadas”.
“Antes que afrontar el libre comercio, hay que mejorar la competitividad con reformas profundas: la impositiva y su peso en la masa salarial; la laboral y el acceso al financiamiento. Si eso se da, el 95% de las pymes va a desarrollar proyectos cajoneados y generará más puestos de trabajo”, pronosticó.
Políticas que no calzan
La industria del calzado es pyme, ocupa a más de 50.000 personas en forma directa e indirecta. Se ubica en el conurbano de Buenos Aires, la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. En la actividad rige la protección de los aranceles (35%) que estipula el Mercosur para las importaciones extra mercado de calzado terminado; y entre el 15% y el 28% para partes. Argentina también tiene en vigencia una medida de dumping hasta 2026, que impide importar calzado por un valor FOB por debajo de USD 15,70 por par.
“Competir con el calzado de los países asiáticos representa un desafío, por la escala y los costos”, explicó una fuente de la Cámara de la Industria del Calzado que preside Alberto Sellaro. Asia fabrica el 87% del calzado mundial, China representa la mitad de esa producción. De los diez países con mayor producción de calzado, siete son asiáticos.
Un empresario que tiene una planta de calzado con cientos de trabajadores en el noroeste bonaerense, reconoció a Letra P que está conteniendo la respiración hasta saber qué va a hacer Milei con su sector. Pidió no ser mencionado, pero afirmó que la apertura indiscriminada del comercio exterior “va a hacer mucho daño. La industria está en un proceso de transformación que se inició en 2020 y que necesita un poco más de tiempo para tener competitividad real en un marco de equidad”.
En octubre, la empresa ensambladora de calzado Dass, en el Eldorado, Misiones, echó a 70 trabajadores. El titular de la Unión de Trabajadores de la Industria del Calzado (Uticra), Agustín Amicone dijo a Letra P que “el panorama preocupa”, pero aclaró que “los despidos están relacionados con la falta de dólares para importar”. Esa planta se instaló en 2007, atraída por un mercado interno en crecimiento; un dólar competitivo para la industria; el precio de energía más barato que en Brasil; las trabas para importar e incluso el aporte de la administración provincial, que cedió el terreno para la empresa.