Con un vestidor más funcional adaptado al home office y a las necesidades dentro de casa, la indumentaria cambia al ritmo de una rutina diferente; la protección como paradigma
Fuente: La Nación ~ Los stilettos quedaron olvidados en algún rincón del vestidor, con los pantalones de cuero, vestidos de fiesta y trajes de oficina. El aislamiento por el coronavirus cambió nuestra forma de vestir que, puertas adentro, se volvió más cómoda y, fuera de casa, adquirió el tapabocas como protagonista indiscutido. Con el home office se modificaron las necesidades al comprar indumentaria. Se alzó la bandera del jogging, tal como lo llevó a su tapa The New York Times Magazine en agosto, una prenda que se acomodó a la rutina con más diseño y telas confortables.
«Hoy el canal de visibilidad es Internet y es un recorte muy fragmentado de la apariencia. Tenemos la percepción de nuestro cuerpo por cómo nos vemos en la pantalla -dice Laura Zambrini, profesora titular de sociología de la carrera de Diseño de Indumentaria y Textil de la FADU-UBA e investigadora adjunta del Conicet-. A la vez, cambió la relación del cuerpo vestido frente a la apariencia y cómo nos presentamos a los otros. Nos vestimos para nosotros, pero nuestra mirada está atravesada por la mirada del otro. Todas esas fronteras parecen hoy diluidas».
Dentro de casa, la pantalla de la computadora o el celular es la transmisora de nuestra apariencia recortada: se ve el peinado, la remera o el top. Y el resto, fuera de cámara, solo se adivina, puede ser un pantalón de vestir o un pijama y ojotas. Una realidad que cambia cuando atravesamos la puerta de casa. Ahí surge el fenómeno protector de la ropa, que está sobre lo estético. Ya no importa usar el tapado más lindo o las botas de charol: todo parece infectarse en el contexto de la Covid-19. ¿Para qué usar nuestras prendas preferidas cuando todo lo que debemos evitar es el contagio? Esa ropa que usamos al salir, de vuelta en casa queda también en cuarentena.
«El coronavirus rompe todos los cánones, ya no transitamos los espacios sociales de antes, y no sabemos cómo los transitaremos después. Cómo se reacomodarán esos espacios sociales es lo que definirá nuestra vestimenta. La cuestión de la protección es importante. La indumentaria es nuestra segunda piel cultural, el afuera es un lugar donde tácitamente hay un peligro y la ropa puede ser barrera o transmisora. Hay un quiebre en el vínculo tradicional con el vestir», agrega Zambrini.
Protección fuera de casa y, adentro, una indumentaria que se erige como un reclamo de intimidad. «Descubrimos una forma sana de habitar nuestros espacios y convivir con nuestros cuerpos, esto tiene un impacto en el vestir -dice Gaba Najmanovich, analista de tendencias-. El consumidor le exige al diseñador, a las marcas, que se adapten a este nuevo modo de habitar y que le impriman estilo. La joggineta de hoy, la que usamos en la cuarentena, no es el jogging roto que nos quedó, es una prenda clave estilizada. El loungewear es un rubro que se expandió mucho este año. Lo mismo el streetwear. La comodidad no va en contra de la moda, la moda adapta su lenguaje para acomodar estas nuevas exigencias».
¿Los diseños y telas deben adaptarse a esta modalidad? «Sí, absolutamente -agrega-. El impacto es sobre todo en las partes de abajo. Hoy en día el pantalón desplazó a la falda como ítem clave y ahí vemos el cambio. Los estilos son más sueltos, con más tejidos de punto, elásticos en las cinturas y texturas livianas. En lo que es materialidades vemos una vuelta a lo natural».
Para la Cámara Argentina de la Moda, la pandemia aceleró cambios que se venían gestando: «Una moda desacelerada, prendas de más calidad que, por lo tanto, sean duraderas, que tengan usos múltiples y que sean cómodas y fáciles de cuidar. Los diseñadores tendremos que ofrecer principalmente soluciones para esta nueva normalidad«, explica su presidente, el diseñador Francisco Ayala.
La búsqueda de la comodidad no es novedad en la moda, ni en la alta costura. En 2014, en Paris Fashion Week, la pasarela de Chanel combinó bordados, brillos, la clásica chaqueta de tweed con zapatillas deportivas. Los paradigmas estaban cambiando. El athleisure -la combinación de prendas sports con elegantes- es tendencia, y las marcas deportivas seduce cada vez más al estilo urbano. «La idea de la indumentaria cómoda estaba instalada previamente, había una reconversión del sistema de la moda que miraba a lo funcional -dice Zambrini-. En los espacios de trabajo hacía años que era costumbre el casual day, con una idea descontracturada de lo formal que salía de la lógica del sistema de la moda».
«La comodidad está en agenda desde hace años, por no decir décadas. Desde la tendencia athleisure y el boom de las zapatillas y los yoga pants vemos cómo la idea de comodidad copa el universo del vestir -agrega Najmanovich-. El período de cuarentena sí ayuda a fortalecer y ampliar este concepto, pero esto no quiere decir que, de ahora en más, vayamos a vivir en joggineta. Veremos una nueva comodidad, un reclamo por prendas que no nos restrinjan, que se adapten a nuestro cuerpo, movimiento, estilo de vida«. ¿Qué pasara después de la cuarentena? «Cuando podamos circular sin tantas restricciones veremos una búsqueda de indulgencia en el estilo, vamos a querer expresarnos, ser vistos y divertirnos con nuestra ropa. De la mano de esto, y como consecuencia del período de comodidad de la cuarentena, aparecerá una búsqueda de confort. La comodidad se establece como un espacio ganado: aprendimos que vestir cómodo afecta a nuestra calidad de vida, nos da un vínculo más armónico con nuestro cuerpo. Entendimos que muchas prendas que usábamos antes forman parte de normativas socioculturales que no son funcionales a nuestra cotidianidad», vaticina.
Siempre un paso delante de lo que se viene, Vero Alfie es, además de diseñadora y creadora de Visiones Tendencias, una ávida intérprete del universo de la moda. Durante la cuarentena observó cómo cambiaban los hábitos de sus clientas, en el vestir, comprar y en la forma de acceder a las cosas. Notó que muchas querían verse y sentirse cómodas usando chinelas, pijamas, decorando sus casas y haciendo cosas por sí mismas. «El tiempo de ocio pasó a ser adentro, por lo tanto, en abril nos juntamos con nuestro equipo y decidimos anexar una línea de pijamas, una crafty, para hacer tapices, tapabocas, y una línea comfy, para estar dentro de casa. Esta pandemia aceleró los procesos y acortó los tiempos y la distancia», dice.
Al principio desde la venta online y luego también en su local de Palermo observó que la ropa de noche no se vendía, pero sí las prendas de arriba como tops; no tanto bottoms (piezas de abajo), y un auge total por los accesorios. «La pandemia despertó en nuestra marca una absoluta sorpresa en la venta online. Cuestiones como responder el Instagram o llevar un paquete en el mismo día fueron y son clave. Y llegar también a muchos lugares del interior del país nos despertó una alegría inmensa».
En su mirada a futuro presagia a la comodidad como una forma de vestir. «La gente ya no quiere usar ropa apretada. Las versiones de talles únicos grandes están funcionando genial. Cambiamos la forma de ofrecer minicolecciones y cápsulas cada 15 días, eso nos ayudó porque, de alguna manera, ya no se usa la colección: ni siquiera habrá verano e invierno». Si bien en otras épocas el acento estaba puesto en la colección, los colores y los materiales, se agregó una pieza fundamental de comunicación. «La foto que está mal, es foto que no vende. La vidriera pasó a ser la foto. Y el online es el gran magazine o vidriera donde todos chequean la oferta del momento, redirigido por Instagram», define Vero Alfie.
La lencería y los pijamas levantaron las ventas durante el invierno. «Hace ya unos años que gana espacio la ropa interior y la cuarentena también aceleró esto. Estar en casa le da más protagonismo a la idea de vestir para una y profundiza la intimidad. Vemos cómo la lencería sale, convirtiéndose en ropa exterior y como accesorio. También los géneros lenceros ocupan prendas casuales: vestidos de encaje, con puntilla, satén», dice Gaba.
Las líneas Intimates y Home del diseñador Javier Saiach se revitalizaron con la pandemia, aunque era un proyecto que tenía en mente desde antes. «Empecé a bosquejar la línea de decoración donde los fundamental fue el hashtag #stayhome, y me di cuenta desde mi misma comodidad y de la gente que me rodeaba que había cosas que antes no veíamos», explica Saiach.
Quién mejor que Caro Cuore para dar un panorama del mercado de la lencería: «Las prendas más vendidas fueron aquellas que garantizaban comodidad y bienestar: la ropa interior sin costura y con sensación de segunda piel, mientras que los pijamas, las pantuflas y toda la línea Homewear fueron las estrellas durante este periodo, siendo los rubros que más crecieron en ventas. La demanda fue exponencial en la línea de pijamas y lencería, superando las expectativas y quebrando stocks», dice Silvia Fernández, directora de la marca.
Previa a la cuarentena, la etiqueta Vitamina desarrolló la línea Home, una cápsula de prendas de entrecasa, con diseño, detalles y la calidad de la marca. «Son piezas fáciles y cómodas que se pueden combinar entre sí. Como la tendencia permite el uso del buzo y el jogging como conjunto multiuso, se accesorizan con toques urbanos y salen perfectamente de la casa a la calle», explica Sylvia Ortiz, diseñadora Vitamina. Durante el invierno, sus prendas más vendidas fueron suéteres, jeans, remeras, abrigos básicos, zapatillas y perfumes. Y, claro, tapabocas.
Aunque la colección verano ya estaba en proceso, desde Rapsodia se aseguraron que existiera un espacio para molderías cómodas, gentiles a la piel. «De cara al futuro, creemos que las temporadas dejarán de ser tan relevantes y pasaremos a un modelo de novedad contínua, desestructurando la experiencia y generando contenido y expectativas en nuestra clienta los 365 días del año», dicen. ¿Sus más vendidos? Buzos, remeras, pantalones de punto, suéteres y zapatillas. En contrapunto, hubo mucha compra de oportunidad de prendas «joya», como chaquetas bordadas y vestidos «que generan mucha ilusión en nuestras clientas». Una búsqueda más allá del confort.