La cadena minorista de moda, que revolucionó la industria textil con la fórmula de ropa barata y nuevos modelos en cortos períodos de tiempo, se declaró en bancarrota en Estados Unidos. La empresa anunció que cerrará un total de 350 tiendas a nivel mundial, siendo Estados Unidos el más afectado, ya que implicará el cierre de 178 tiendas solo en ese país, además de otras decenas en Europa y Asia.
La empresa en cuestión, además, fue acusada e investigada por explotación laboral en Los Ángeles. Forever 21 se ha resistido a intentar incorporar medidas que preserven al medioambiente, alinearse con la sustentabilidad, y con políticas laborales, como sí lo han hecho en los últimos años otras marcas mundialmente conocidas como H&M y Zara.
Hoy en día se postula si el declive de dicha marca podría ser un signo de la decadencia del imperio de la moda, así como también del declive de los centros comerciales. Otros sostienen que la “fast fashion” en sí misma no irá a ninguna parte, ya que la ropa sigue siendo igual de barata y se sigue comprando tanto como siempre, sólo que ahora cambia el lugar donde se la adquiere. Hay una creciente tendencia a pasar de la tienda física a la tienda online, fenómeno que ha quedado recientemente evidenciado tras el cierre de sucursales de la gigante tienda Macy´s en varias ciudades de los Estados Unidos.
Se estima que cada año se producen 100 mil millones de prendas en todo el mundo. La industria textil tiene un claro impacto en el medioambiente, incluida su huella de carbono, que interfiere con los viajes aéreos internacionales y afecta la agricultura. El departamento de Mercadotecnia de la región centro en el Tecnológico de Monterrey (México) explica que las empresas que no aportan a temas ambientales, ni se alinean con los valores de los consumidores, tienden a vivir menos que aquella que sí lo hacen. Al mismo tiempo, el aumento de las compras sostenibles y éticas es un fenómeno muy real en el cuál las marcas que usan materiales sustentables y cuentan con mejores estándares laborales se han beneficiado de la mala reputación de la moda rápida o “fast fashion”.
Forever 21 constituye un claro ejemplo del cambio de mentalidad de las nuevas generaciones, según señala Jorge Sentíes, de Estrategia y Mercados de Consumo de PwC. Sus consumidores son personas jóvenes y adolescentes, quienes cada vez están más conscientes del factor medioambiental así cómo también comprometidos con las causas que consideran justas. Los medios estadounidenses estiman que las ventas de Forever 21 han caído más de 20% en 2018.
Los compradores ya no priorizan la producción en serie, sino que se inclinan por productos de calidad, con mayor valor agregado, artesanales y personalizados. Esto se suma a la innegable fuerza que está cobrando la digitalización del comercio (tiendas online), que ha puesto en jaque a las tradicionales tiendas físicas de gran tamaño.
Uno de los grandes desafíos para el mundo textil es la incorporación plena de los millenials al mercado. En los últimos años y particularmente en los países más desarrollados, los jóvenes buscan un tipo de vida más relajada. Insisten en comprar en compañías respetuosas con el medio ambiente y los derechos humanos y, a su vez, luchan por una economía más sustentable. Cada vez son más los que se suman a practicar el “minimalismo” a través del cual intentan no acumular objetos o ropa que no utilizan o necesitan, sino que buscan el desapego a las cosas materiales. Esto impacta directamente en la “fast fashion” o “low cost fashion” ya que este segmento del mercado elige comprar menos prendas pero más duraderas y atemporales, fabricadas con materiales sustentables y que no impliquen explotación de ningún tipo por detrás.
Si bien en Argentina este fenómeno todavía no está tan instalado como en otros puntos del planeta, su llegada es inminente. Varias empresas están buscando alejarse de la “fast fashion” siguiendo la línea de las líderes como Inditex, que ya no hace moda de usar y tirar, buscando adaptarse a un mundo cada vez más variable e incierto. Es la llamada “flexible fashion”. Otras, como H&M, proponen a sus clientes la entrega de sus prendas como jeans en desuso para ser reciclados. Este tipo de moda busca crear productos atractivos, éticos y de calidad que sean “justos” para los clientes, empleados, proveedores, para las comunidades en las que operan y para el entorno.