Una productora de moda rosarina creó la marca Bobby & Poppy, se hizo fuerte en el mercado y vende 15 mil prendas por temporada.
La emprendedora rosarina Gisel Moreno creó Bobby & Poppy, hizo fuerte la marca en el mercado y ya vende 15 mil prendas por temporada.
Gucci, Prada, Louis Vuitton, Versace ya lo hacen. Es un negocio que en Europa mueve 100.000 millones de euros al año. Se trata del diseño y fabricación de ropa de lujo para mascotas, tanto perros como gatos, cuyos propietarios quieren que sus acompañantes estén a tono con su look. En esa idea se inspiró una emprendedora rosarina, Gisela Moreno, que venía de haber trabajado 20 años en el negocio de la moda tradicional e imaginó que faltaba en el país una marca de calidad de indumentaria para mascotas. Así nació, en la post pandemia, Bobby & Poppy, una marca con una buena penetración en el mercado donde el 60% de lo que producen ya lo venden en veterinarias premium de Buenos Aires.
Foto gentileza Bobby & Poppy
Gisela es diseñadora de indumentaria, estudió diseño gráfico y producción de moda. Tiene, claro, dos mascotas propias y cuenta en esta entrevista que cuando hacía fotos para sus redes no le gustaba la ropa que tenían y las fotos no se veían bien. Esos polars de colores estridentes no tenían nada que ver con la decoración del lugar o con los colores que ella estaba usando en esa temporada. Entonces ahí pensó que había un nicho para explorar, porque en un mundo donde la fotografía pasó a tener un lugar de centralidad, darle ese plus debía funcionar. “Me propuse hacer una línea de colección de moda para mascotas, manteniendo la estética acorde a lo que son las tendencias reales de la moda femenina”, cuenta a Negocios y agrega un dato más, ella vive parte del año en Estados Unidos donde compraba mucha ropa para mascotas y cuando llegaba a Rosario siempre le preguntaban de dónde eran esas prendas. Ese dato también le dio empuje para pensar que había ahí una oportunidad.
Hay diseños de distintos tipos, uno más americano, otro más clásico y el último más estilo inglés.
Foto gentileza Bobby & Poppy.
Así empezó a idear el negocio buscando los mejores proveedores para desarrollar las prendas. En ese tiempo de investigación, pensó que lo mejor era hacer sweaters tejidos utilizando lana 100% vegana con colores tierra que se obtienen de reciclar los residuos de la producción textil nacional, con packaging eco friendly y perchas de cartón reciclado. “Lo que se obtienen son lo que se llaman colores quebrados, no son puros, sino mezclados, más terrosos y no se pueden teñir, ni agregar anilina, para que el producto se conserve 100% ecológico”, añade Gisela.
Los diseños son todos de la emprendedora y cambian en cada temporada de invierno porque se inspiran en la moda vigente. Fabrican de todos los tamaños, desde el XS para animales de un peso aproximado de 2 kilos, hasta un XL que llega hasta los 40 kilos, el costo promedio es de unos $8.000 por prenda y venden unas 15 mil prendas por temporada. Ahora bien, el canal de venta no es el minorista, sino que comercializan el producto exclusivamente en el canal mayorista. Tienen de clientes a veterinarias de todo el país, donde la marca Natural Life es la que más vende en Buenos Aires, pero tienen un buen mercado también en Rosario y lugares puntuales como Cariló en la costa argentina, Córdoba, Neuquén y Chubut.
Un nuevo desafío deco
Tras la buena aceptación del producto, ahora la apuesta es hacer accesorios para mascotas que sean amigables con el diseño del entorno en el que habitan. Por ejemplo, juguetes de los mismos colores y texturas que las prendas, colchas para dormir o para utilizar en los vehículos e incluso porta bolsas para que los dueños lleven a las plazas. La línea se llama Bobby & Puppi Home y ya está completamente diseñada para poder lanzarla al mercado en el 2024.
Otro de los planes hacia el año próximo es llegar a Europa. Trabajan en ello y ya tienen los primeros contactos con un socio que vive en Alemania y tiene aceitada la cadena de distribución europea por otros negocios en los que ha estado. La idea en ese caso no sería fabricar en Argentina, sino que ya hicieron llegar los moldes de las prendas a una fábrica de Bangladesh para ver si se pueden realizar allí. Y, como Gisela viaja mucho a Estados Unidos, lo cierto es que ya llevaron también muestras a ese país para desarrollar ese mercado.