Fuente: La Nación – Se anunciaría en los próximos días y tendrá vigencia hasta finales de este año; en los meses siguientes, los valores se actualizarán por el dólar oficial; qué dijeron los empresarios sobre la suba de precios.
“Si en una semana no tenemos acuerdo, abrimos las importaciones”, fue la advertencia que realizó Sergio Massa hacia el sector textil. La frase fue pronunciada a mediados de octubre, luego de que se conociera que en septiembre el rubro de Indumentaria y Calzado alcanzó una suba de precios del 118% interanual (y del 10,6% mensual). Dos semanas más tarde, estaría por concretarse un congelamiento de precios en el sector.
“No se firmó, pero está cerca de cerrarse el acuerdo”, confirmó a LA NACION Luciano Galfione, presidente de la Fundación Pro Tejer, en el marco de la 18° edición del evento La Pro Textil. Puertas adentro del Palacio de Hacienda adelantaron que esperan cerrarlo este viernes y alcanzaría a fábricas hilanderas, tejedoras y tintoreras.
En principio, el congelamiento sería por 60 días, hasta el 31 de diciembre de este año. Luego, por los próximos tres meses, los precios variarían por el dólar oficial. En el último año, el tipo de cambio se movió a un ritmo del 53%, 13 puntos por debajo que la inflación general (66,1%).
El acuerdo es voluntario, por lo que será decisión de las empresas del rubro -que rondan entre las 4000 y 5000- si se adhieren al congelamiento o no. Algo similar ya sucedió con el congelamiento de la ropa, una iniciativa que anunció el secretario de Comercio, Matías Tombolini, en septiembre. En ese entonces, representantes de 40 marcas de indumentaria prometieron mantener los precios congelados hasta el 1° de diciembre.
“Queremos firmar el acuerdo para darle una señal al mercado y tratar de ayudar, porque entendemos que la inflación está desbocada. En principio sería de dos meses, porque nosotros también sufrimos la suba de precios y en este tiempo tendremos que absorber el impacto. Es un esfuerzo. Sobre todo en esta época donde proyectamos cerrar el año con inversiones récord, y tenemos detrás otras responsabilidades de pago”, agregó Galfione.
Sobre la inflación en el rubro, desde la Fundación Pro Tejer defendieron al sector textil y explicaron que solo el 8,5% del valor de una remera es por costos de la industria. El resto, aseguran, se distribuye en un 2,5% para el diseño y marketing, 4,8% rentabilidad de marca, 9% de logística y comercialización, 12,2% por gastos bancarios, 12,7% por el alquiler del local donde se vende la prenda, y 50,3% de impuestos.
“El aumento de los precios de la ropa es multicausal. La Argentina tiene un problema importante de variables macro desordenadas y eso está influenciando claramente en el problema de precios. Hay una idea equivocada de tratar de medir con el Índice de Precios al Consumidor (IPC) a la industria textil, porque el IPC tiene que ver con la rentabilidad del comercio y no con la lógica de la rentabilidad industrial. El producto terminado, hasta que llega al canal, tiene un montón de distorsiones. Los costos de comercialización son muy importantes”, hizo hincapié Jorge Sorabilla, secretario de la fundación. En números, desde que el producto sale de fábrica, hasta que llega al mostrador, el precio se multiplica por cinco, explican.
Al mismo tiempo, el empresario agregó que el IPC del Indec no discrimina si el producto es importado o de producción local. “El Gobierno se da vuelta, porque la inflación es para todos, y le echa la culpa a la industria nacional”, agregaron. Y remarcaron que en la Argentina se consumen 450.000 toneladas de textiles al año, unos diez kilos por habitante. En países del primer mundo, esa cifra supera los 30 kilos.
Al desgranar cómo están compuestas esas 450.000 toneladas de textiles, indicaron que solo 150.000 son producción nacional. Las otras dos terceras partes tienen algún componente importado, sea porque la prenda vino de afuera o la confección de la prenda local tuvo materias primas provenientes del exterior. “De punta a punta, solo un tercio de la ropa es nacional. De protegido, el sector no tiene nada”, completó.
Los economistas disienten. Dicen que son un sector protegido, por las restricciones a las importaciones y las demoras en las entregas, lo que crea falta de competencia y la posibilidad de establecer precios más elevados. “En parte, es la demanda la que le pondrá un límite. El consumo parece ajustar, pero por ahora compensa con más precio y parece que esa ecuación les cierra para seguir en esa tónica”, dijo el economista Guido Lorenzo, director de la consultora LCG.
“Con poca competencia extranjera, las empresas locales tienen un mayor margen de monopolio. Si la economía es abierta, cuando llega un producto importado no podés cobrar más que eso, porque, si no, los consumidores compran otros productos. Mete una presión para bajar costos, que con el proteccionismo actual no sucede. Al contrario, cualquier duda sobre la economía se traslada a precios”, coincidió Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos.
De acuerdo con proyecciones de la Fundación Pro Tejer, la industria textil y de fabricación de prendas de vestir finalizará el año con una inversión de US$235 millones en maquinaria importada y bienes de capital. Se trata de una cifra 21% más alta que el año pasado, y superando el récord histórico que se alcanzó en el año 2011 (US$209 millones). “Pero va a depender de las autorizaciones de las importaciones de acá a fin de año”, añadieron.
La habilitación de las importaciones no es la única de las preocupaciones que mostraron los empresarios del rubro textil. Las fábricas no encuentran mano de obra capacitada, razón por la cual en el último año empezaron a brindar talleres de capacitación para suplir con la demanda. “Se fueron los bolivianos y paraguayos, gente de oficio, porque los salarios en dólares en la Argentina cayeron”, lamentaron, aunque destacaron que en el último año se recuperaron 6570 puestos de empleo registrado.
Mientras tanto, los precios siguen subiendo y, como consecuencia, baja el consumo. En septiembre, el volumen de ventas se desplomó un 30%. En octubre, advierten que la cifra pido haber sido aún peor, porque el bolsillo del consumidor está yendo a parar “al changuito del supermercado”.
“El sector textil es un termómetro de la actividad económica. Hay dos cosas que el ser humano necesita para sobrevivir: alimentarse y vestirse. Pero hay solo una de la que puede prescindir, que es la ropa. Cuando a la sociedad le va mal, lo primero que restringe es la compra de ropa, porque puede usar prendas que ya tenga en el armario. Cuando le va mejor, te compras la pilcha”, cerró Galfione.