Fuente: BAE ~ Luego de una década de estancamiento y posterior retroversión, la industria es uno de los sectores que lidera la recuperación económica post pandemia. El dato de producción correspondiente a agosto 2021 marcó un incremento del 14% interanual y del 6% contra el mismo mes de 2019. Cuando se toma el acumulado de los primeros ocho meses del año se obtiene que el entramado industrial, en su conjunto, se encuentra operando por encima del promedio de los últimos tres años, aunque todavía por debajo de los niveles de 2017. Ahora bien, ¿qué pasó en el medio?
Entre mayo 2018 y agosto 2020, la industria registró 28 meses consecutivos de caídas interanuales, a excepción de diciembre 2019. Sin embargo, dicho período puede dividirse en dos etapas o bien se puede hablar de las «dos pandemias» que atravesó la industria en los últimos años.
La industria registró entre mayo 2018 y diciembre 2019 una baja del 9% en la producción y una contracción del 8% en el empleo industrial, como resultado de las sucesivas corridas cambiarias ocurridas en aquellos meses, la vigencia de tasas de interés prohibitivas para el financiamiento de las pymes industriales y la apertura indiscriminada de las importaciones. Mientras que, la actividad industrial marcó entre fines de 2019 y agosto 2020 una caída de 6% debido a las restricciones internas a la circulación dispuestas por la pandemia y a la caída de la demanda externa. Un dato distintivo de este último período, además de los causales de la caída en la producción industrial, es que el empleo manufacturero se mantuvo prácticamente estable (-0,3%).
Años críticos
En este sentido, si bien la industria atravesó más de dos años críticos, la merma fue mayor antes del estallido de la crisis sanitaria y los resultados en materia laboral fueron vastamente distintos gracias a que a el Estado trabajó para reducir el impacto sobre el empleo, a través de políticas como el ATP, el Repro y líneas de financiamiento subsidiadas para pymes para capital de trabajo, entre otras. Asimismo, puso nuevamente en marcha programas orientados a fortalecer el entramado industrial, como el Prodepro y el Programa Nacional de Parques Industriales; se bajaron los derechos de exportación y se subieron los reintegros a los bienes industriales bajo un esquema de mayor incentivo a la agregación de valor, y se otorgó financiamiento para la inversión productiva.
Actualmente, la producción industrial se encuentra en un sendero de recuperación (en agosto se ubicó 5% por encima de febrero 2020 y en julio se registraron 23.000 empleos industriales más que en diciembre 2019). Los datos de septiembre auguran buenos resultados. El consumo de energía de parte de la industria total, la producción de automóviles y los despachos de cemento se encontraron, nuevamente, por encima de los niveles registrados dos años atrás. Sin embargo, la recuperación es heterogénea al interior de la actividad manufacturera y existen diversos desafíos por delante.
Con el avance de la campaña de vacunación, y la consiguiente flexibilización de las restricciones, distintos sectores productivos comenzaron a repuntar, aunque de forma disímil. Todavía muchos de ellos no retomaron sus actividades al 100%, ya que algunos se vieron obligados a adaptarse a los cambios en los patrones de consumo de la sociedad y otros están más expuestos a un mundo pendular que continúa atravesando los coletazos de la pandemia.
Sectores que se recuperan
En lo que va del año, algunas ramas como la de maquinaria agropecuaria, motocicletas, sustancias y productos químicos y vehículos automotores se encuentran operando por encima de los niveles de 2019. En el caso de la maquinaria agrícola, impulsada desde el año pasado por los planes de financiación (créditos prendarios, Banco Nación y BICE) y por la brecha cambiaria, se encuentra en niveles superiores a los registrados en los últimos cuatro años.
Mientras que el segmento de las motos, impulsado por el programa Mi Moto, que permite adquirir motocicletas de fabricación nacional a 48 cuotas fijas y por el cambio en la movilidad generado a partir de la pandemia, se encuentra produciendo por encima de los niveles de 2018. En cambio, actividades como muebles y colchones y los productos textiles se ven aún afectadas, operando por debajo de los niveles registrados dos años atrás.
Durante las últimas semanas se anunciaron distintas medidas para beneficiar tanto a los consumidores como a los productores. Por el lado de la demanda, se lanzó el programa Ahora12, que luego incorporó planes de 24 y 30 cuotas para productos de línea blanca y 12 cuotas para indumentaria (sector que fue ampliamente afectado durante los primeros meses de pandemia y con la reciente normalización de actividades lograron repuntar). También se anunció la renovación del plan Mi Moto y se añadió la posibilidad de comprar bicicletas y motocicletas en 24 cuotas sin interés, apostando por la movilidad sustentable.
Por el lado de la oferta, el Banco Central lanzó una línea para productores agrícolas que apunta a la incorporación de capital de trabajo y a proyectos de inversión, así como también se anunció la eliminación de las retenciones a las exportaciones incrementales de la industria automotriz en 2022. Por último, y no por ello menos importante, se anunció el Redeco, que otorgará dinero en concepto de aportes no reembolsables a pymes con el objetivo de desarrollar empresas recuperadas conformadas como cooperativas, y también una nueva edición del Prodepro para ayudar a las empresas a adquirir bienes de capital o realizar reformas edilicias, entre otras inversiones.
La senda de recuperación no está libre de desafíos. A nivel mundial se observa con preocupación el incremento de los precios de la energía, del gas y de los insumos difundidos, así como también el aumento del costo de los fletes internacionales y la escasez de insumos. El caso de los semiconductores, que está afectando la industria automotriz en todo el mundo, es de los más ejemplares. En el plano local, preocupa la lenta recuperación del poder adquisitivo de los salarios y la disponibilidad de divisas para financiar la reactivación y consolidar el crecimiento.
Hacia el futuro, la política industrial nacional avanza en busca de generar nuevos sectores productivos para sortear las restricciones del crecimiento, como el de la electromovilidad, la cadena de valor del cannabis, el litio y las energías renovables (y en el cambio progresivo de la estructura productiva). En este sentido, Argentina enfrenta un doble desafío: lograr un crecimiento y desarrollo sostenible que permita reducir el desempleo, la pobreza y la desigualdad y adaptar su entramado productivo a las nuevas circunstancias y demandas que presenta hoy el mundo.
*Economista e integrante de Paridad en la Macro