Fuente: Télam ~ Con un estilo que celebra las técnicas artesanales de fabricación a mano, logró destacarse en Londres y hoy tiene una propia marca con su nombre en la que presenta su colección en homenaje a la lana orgánica británica, la sastrería tradicional y los bioplásticos degradables.
Con un estilo que celebra las técnicas artesanales de fabricación a mano, Clara Pinto, la diseñadora argentina que logró destacarse en Londres y hoy tiene una propia marca que lleva su nombre, presenta su colección en el London Craft Week que inaugura hoy en la capital britanica rindiendo homenaje a la lana orgánica británica, la sastrería tradicional y los innovadores bioplásticos degradables.
Invitada por el London Craft Week, Pinto es la única diseñadora argentina que participa en la edición 2022. Por estos días presenta su colección en la residencia del embajador argentino en Londres, que abrió sus puertas una vez más a los artistas y emprendedores argentinos.
Este año el festival de diseño se lleva a cabo desde hoy y hasta el 15 de mayo en alrededor de 200 ubicaciones de Londres e incluye un programa de 300 eventos que exhiben el trabajo de más de 400 creadores independientes de 25 países diferentes.
Nacida en una familia de bordadores y comerciantes textiles, Pinto se introdujo desde muy temprana edad en el mundo de las lentejuelas, los abalorios y los colores. Luego se formó en diseño textil y bellas artes en Buenos Aires y trabajó durante varios años en casas de moda de lujo antes de crear su propia marca de prêt-à-porter en 2019, a la vez que se convirtió en artista residente de Sarabande, la fundación que creó el fallecido diseñador Lee Alexander McQueen para ayudar a talentos sin recursos
La diseñadora llegó hace seis años a Londres, donde presentó su trabajo a un grupo de curadores y fue seleccionada como una de las diseñadoras innovadoras del año.
Para crear esta colección que presenta en el marco del London Craft Week fusionó junto a su equipo mundos antagonistas y diseñó una exposición inspirada en los gráficos de videojuegos de bloques de colores de principios de la década de 2000 y en los procesos orgánicos que implica trabajar con lana cruda.
«La responsabilidad social también es algo en lo que yo creo, que es el no consumo. Lo que hago es hacer siempre algo extra para que la gente ame su prenda y la cuide y la use durante mucho tiempo»
Clara Pinto
«No me gusta teorizar tanto sobre la procedencia, pero está inspirada más que nada en un videojuego y también en mi progreso textil y en las lanas y los textiles de cada región. Me interesa el vestir que tiene que ver con ropas que te empoderan, te hacen sentir bien, te divierten, que son más utilizables y duraderas, no tanto la alta costura», dice en una entrevista con Télam.
«Me inspiré en la primera versión de un videojuego que se llama Spyro, el dragón, de la Play Station. Fui en búsqueda del primer juego que me remitió y me trasladó a ese espacio de fantasía, donde hay cristales, colores muy fuertes, mágicos. Me trasmite alegría», detalla.
Según la diseñadora, es la primera vez en su vida que está creando «desde un lugar de felicidad», investigando y reinterpretando las tradiciones en el uso sobre la lana con un toque artesanal y auténtico, visto desde sus ojos como «algo divertido y bello».
En su colección, Pinto incluyó abrigos y chaquetas a medida con intervenciones de lana orgánica teñida de forma natural, bioplásticos de almidón de maíz y sus característicos vestidos bordados de fieltro con colores brillantes y formas decontracturadas.
La colección abarca además una línea de joyería de perlas irregulares de agua dulce con bio-resina realizada en colaboración con la artista y diseñadora de joyas Sara Chyan.
La diseñadora resaltó el diseño de la pasarela que también se inspiró en la estética de los videojuegos de principios de la misma época, donde la escenógrafa Kamola Askarova y los ingenieros de iluminación Javier Velázquez Traut y Catalina Joy Ansaldi, crearon en la residencia del embajador argentino, un ambiente de fantasía de colores con los materiales naturales que se unen al mundo digital.
«Esta es mi primera colección prêt-à-porter para insertarme en un mercado más comercial y es mi primera vez en el Festival. Yo no tenía dinero para financiarlo y me contactaron del London Craft Week para ofrecerme un lugar gratis», relata.
A partir de esa invitación, detalla cómo comenzó a escalar un sueño que se está haciendo realidad casi sin inversión. Pinto tampoco escapa a la responsabilidad social actual con el medio ambiente e intenta con mucho esfuerzo e investigación, encontrar materiales que sean sustentables y sobre todo conocer su procedencia y quienes los producen.
Pero más que nada, asegura que su responsabilidad tiene que ver con la durabilidad y el uso de sus prendas. «La responsabilidad social también es algo en lo que yo creo, que es el no consumo. Lo que hago es hacer siempre algo extra para que la gente ame su prenda y la cuide y la use durante mucho tiempo», sostiene.
En ese sentido, considera a la industria de la moda como «avasallantemente» peligrosa. «Todo el comportamiento del consumo debe cambiar para empezar. La verdad es que la gente a veces la gente no tiene dinero para un producto tan caro y eso se tiene que revertir de cómo se compra y cuánto dura», subraya.
En ese sentido, Pinto dice que está tratando de dejar de usar un plástico como el polyester, pero todavía, -se sincera- no tiene los medios para generar ese nivel de calidad sin comprometer su creatividad. «Con cada colección voy dejando cosas atrás. Antes trabajaba con residuos de plásticos, pero ahora trato de no usar algo que impacte tanto. La lana es maravillosa y degradable», resalta.
La diseñadora destaca además la residencia del embajador argentino en Londres como como «un edificio impresionante» y eso es lo que significaba «Spyro» para ella.
La pasarela también incluye un montaje de luces espectacular y la música de un diseñador español. Se trata de Pau Silez Lezcano, que ahora está en Argentina estudiando una maestría en la Universidad Tres de Febrero, quien le diseñó una pieza sonora singular.