Fuente: La Nación ~ La situación se repite al menos desde 2012, según relevamientos de la ONG Anybody.
La situación se repite, al menos desde 2012. El número de personas que en el país tienen dificultad para encontrar indumentaria de su talle permanece entre el 60% y el 70% de los encuestados, según una encuesta anual de la filial local de Anybody, la ONG que trabaja en defensa de la diversidad corporal. En el estudio de este año, reconocieron ese problema el 63% de los más de 7700 hombres y mujeres de entre 10 y 73 años que participaron. El dato se vuelve más relevante si se tiene en cuenta que ya existe una Ley de Talles, sancionada en 2019 y reglamentada en junio pasado, que aguarda ser aplicada, sujeta a la finalización del Estudio Antropométrico Argentino (EAAr) para establecer las medidas corporales de los habitantes. Mientras tanto, desde la industria y el tercer sector trabajan en sensibilizar a empresarios, diseñadores, comerciantes y consumidores.
El EAAr está a cargo del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y ya lleva relevado el 60% de la muestra en diferentes puntos geográficos, para obtener cifras representativas en cuanto a género, grupo etario y región; por estos días, con la incorporación de un segundo escáner 3D, se están efectuando mediciones en San Juan y Morón, provincia de Buenos Aires.
El resultado global constituirá la Primera Base de Datos Nacional de Medidas Antropométricas, que luego se traducirán en las Tablas de Medidas Corporales dentro de un Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria (Suniti) que establece la norma, y que resulta obligatorio para la fabricación, la confección, la comercialización o la importación de indumentaria.
Transición
“Que el resultado se mantenga estable no nos sorprende, porque a partir de la reglamentación de la ley se está finalizando la base del cambio que propone: la unificación de talles”, indica Mercedes Estruch, coordinadora de Anybody, sobre la encuesta 2021. “Hasta que eso no esté disponible y arranque la implementación, la industria seguirá funcionando más o menos igual. No quiero desconocer los cambios culturales que se están gestando en ciertos sectores que tienen que ver con la autogestión, con los emprendimientos, que apuestan a ofrecer una curva más amplia”, agrega, en un contexto en el que el 55% de los consultados respondieron que el hecho de no dar con su talle los lleva a cuestionar su cuerpo. Otro 36% sienten tristeza al no poder dar con la ropa deseada, mientras un 62% reconocen que su “talle ideal” no es el actual, sino uno (16%), dos (20%) o más de dos (22%) menos del que tenía al momento de contestar.
“Al no haber un cambio concreto, real, la problemática sigue existiendo”, analiza Estruch, y destaca el trabajo desde el activismo, las redes sociales e incluso los profesionales de la salud, que empiezan a cuestionar los discursos hegemónicos en la medicina y la nutrición tradicional para que surjan otros paradigmas que contemplen a todos los cuerpos y los talles. “Eso hace que se genere una presión en la forma de comunicar en las publicidades y que las marcas, para estar a la vanguardia, apuesten a la diversidad –considera–. Y si bien es un cambio que no se da de un día para el otro, en retrospectiva sí se ha avanzado”.
Así como en torno de los proyectos de Ley de Talles presentados con anterioridad al sancionado hace dos años no se lograba alcanzar un acuerdo entre los actores intervinientes, lo cierto es que, en el último tiempo, se fortaleció el diálogo entre los sectores de formación en diseño, confección y venta, y los consumidores, sobre todo a través de las organizaciones que accionan por sus derechos. Ese ida y vuelta ahora se amplifica en la comunicación y divulgación del contenido que establece la norma que rige para toda la nación.
Sensibilizar
“Estamos trabajando en la sensibilización de lo que es la ley, y de lo que no es, porque hay muchísima confusión todavía”, explica la arquitecta Andrea Zinik, secretaria de Servicios de la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires (Fecoba). En ese sentido, alude a las tareas que están realizando hasta que sea aplicada, que apuntan a dar respuesta a las dudas que surgen entre fabricantes, vendedores y ciudadanos, ya que, por ejemplo, persiste la idea errónea de que todos los comerciantes deberían incluir todos los talles existentes. A su vez, hace hincapié en la centralidad de educar al canal comercial para que haya nuevos modelos de negocios y se piense en términos rentables.
“Esto tiene que humanizar la moda. Merecemos tener una industria inclusiva y estamos en el camino para que esto sea realidad”, subraya Zinik. Explica además que el EAAr no solo será esencial para el rubro de la ropa y el calzado, sino que también podría ser de utilidad para la fabricación automotriz y la arquitectura. Al mismo tiempo, menciona que este puede ser un avance en cuanto a las exportaciones: lo atribuye a que la importación en los diferentes países tendrá más que ver con exigencias no necesariamente arancelarias, sino con certificaciones y normativas. “Cuanto más clara sea la información respecto de la mercadería, más fácil será entrar a otro mercado”, anticipa.
¿Cómo influyó la pandemia en el sistema de la vestimenta? “Hay un antes y un después, en cualquier industria y también en la moda, donde comienzan a tener más importancia los valores de la marca, es decir, el propósito”, responde. En esa línea, el cuidado del medio ambiente y la inclusión, entre otros, pueden ser considerados como activos de una firma. “Para exportar hay que enviar una propuesta de valor, y si esta incluye talles que se puede demostrar que corresponden a un estudio antropométrico va a robustecerla, tanto para el mercado interno como para el externo –asevera–. Esta ley viene a traer más transparencia”.