Fuente: Cronista ~ Los precios acumulan un alza del 54% anual, según datos de la Cámara de la Indumentaria. Cómo influyen el dólar, los impuestos y la dificultad para conseguir materias primas. La expectativa del sector, de cara a un Día de la Madre que no tendría restricciones para vender en shoppings
A partir de septiembre, la jubilación mínima pasó a ser de $ 25.922. Con ese dinero, un jubilado podrá comprar un blazer, un par de sandalias o un vestido de primera marca de la nueva temporada de indumentaria primavera-verano.
Según datos brindados de la consultora Focus Market, al tomar la evolución de la jubilación entre agosto de 2019 y el mismo mes de 2021, hubo un incremento del 100 por ciento.
«Sin embargo, tomando como referencia el aumento de una lista de productos de consumo masivo, la jubilación perdió poder adquisitivo frente a la canasta de referencia», explica Damián Di Pace, director de la firma.
La caída del poder adquisitivo no solo se siente en los alimentos o productos de primera necesidad. También en la ropa, donde se encuentra una gran diferencia de precios según la marca que se elija.
«Según la revisión que hacemos cada año desde la cámara, los precios de la temporada tienen un incremento del 54% en comparación con un año atrás», explica Claudio Drescher presidente de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI) y director de Jazmín Chebar.
El empresario describe que los niveles de demanda están en alza, en comparación con 2020. Pero la confección todavía no logra recuperar el ritmo pre-pandemia.«En 2020, teníamos una caída del 30% de la demanda pero un 50% menos de producción. Hoy, esos números se recuperan», explica.
De momento, los precios apuntan a recuperar algo de la rentabilidad perdida en pandemia. Por ejemplo, un par de sandalias de la nueva colección de Ricky Sarkany tiene un valor de $ 24.000, apenas por debajo del valor de una jubilación mínima.
Otras prendas están por enciam de eso. Un blazer clásico de Jazmín Chebar tiene un precio de publicación de $ 34.500, con la posibilidad de financiarlo hasta en 12 cuotas. Por su parte, Rapsodia ofrece un vestido largo a $ 39.900.
Se trata de marcas premium. En muchos casos, productos elaborados de forma artesanal y con materia prima importada, algo que, para el fabricante, tiene altos costos de reposición. «Tenemos faltantes de insumos. Eso se mantiene desde el año pasado», explica Drescher.
«Todo sube de manera exponencial. En el último año, todos perdimos poder adquisitivo. Hoy, no se consigue materia prima. Hay que pagarla con anticipación y existen demoras para su entrega», resalta Horacio Ernesto Del Burgo, presidente de la Cámara Argentina de Innovación Textil y Afines (Caita).
Otro de los factores que hicieron incrementar los precios de la indumentaria tiene que ver con el cierre de talleres. «Muchos desaparecieron en la pandemia. Eso hace que haya un problema en la base de producción. Esto, sumado a la falta de materia prima, a la incertidumbre y la inflación, hace que los precios, lógicamente, suban», agrega.
Además, las primeras marcas se manejan con sus precios de referencia en divisa estadounidense. «En valor dólar, no están más caras que en otro momento. El problema es que el dólar se dispara y nuestro poder adquisitivo cae», aclara.
Las marcas, además, cargan con una mochila impositiva muy grande. «Eso hace que el producto se haga, cada vez, más inaccesible», concluye Del Burgo.
Los precios que llegan al público tienen un 21% de IVA, un 5% de Ingresos Brutos, un 1,2% de Impuesto al Cheque y 2% de arancel de tarjeta. A esto, se suma el costo financiero del programa Ahora 12, que es del 9,8 por ciento.
Las marcas que venden en shoppings, además, deben sumar un 23% por el costo del alquiler. En consecuencia, el ingreso neto para el comercio es del 42% del precio venta al público de la prenda.
DÍA DE LA MADRE
«Las nuevas medidas en cuanto al aforo en los shoppings son una buena noticia para nosotros. Sobre todo, teniendo en cuenta que en pocas semanas se celebra el Día de la Madre, que es una fecha clave para el sector», dice Drescher.
Según Drescher, se evidencia una recuperación pero aún se está por debajo de los números pre-pandemia.
«En cuanto a producción, estamos un 15% por debajo a marzo 2020. Hay que entender que, cuando la rueda industrial se detiene, después tarda meses en volver a activarse. No es tan fácil la recuperación», finaliza.