Fuente: Cronista ~ Sólo el 1 por ciento del material utilizado para producir prendas es reciclado y menos del 15 por ciento de la ropa es recolectada para ello. Sin embargo, la tendencia de extender el uso de los objetos ya tiene exponentes locales también en este sector.
Surgido en la necesidad de evitar el menor impacto ambiental posible, el diseño circular llega a la moda con la idea de sustituir el viejo ciclo de producir-vender-tirar por el de hacer-usar-recuperar. La manera en que las prendas son fabricadas y consumidas hoy en día tiene grandes impactos negativos, generando desecho y desperdicios contaminantes, además de promover la producción en grandes volúmenes y el consumo desmedido de productos nuevos a precios bajos.
Se sabe que menos del 1% del material utilizado para producir indumentaria es reciclado en nuevas prendas, y menos del 15% de la ropa es recolectada para reciclado. Pero la circularidad, lejos de reducirse a la gestión de residuos, promueve la sustentabilidad en todo su proceso productivo, de comercialización y de distribución. «Para graficar resumidamente, la etapa de diseño (ya sea del producto, proceso, servicio) representa alrededor del 80% del impacto del mismo. Acá podemos apreciar cuán poco significativo puede ser sólo considerar usar un residuo o un descarte para elaborar un accesorio si no tenemos un abordaje holístico integrador del negocio», amplía Elda E. Almeida, fundadora de Triness, una consultora boutique especializada en Modelo de Triple Balance (Económico-Social-Ambiental) para el Desarrollo Sostenible.
La experta asegura que en algunos países de Europa ya se puede apreciar un avance en su implementación, donde las empresas y organismos públicos invierten recursos tecnológicos y científicos en pos de ser sustentables. Esto se ve en la nueva temporada de Adidas by Stella McCartney, la cual está hecha con materiales ecoinnovadores y recuperados como poliéster reciclado, Parley’s Ocean Plastic®, hilo ECONYL® y algodón orgánico. Todo para lograr prendas 100% sustentables.
Por su parte, H&M, activó una política de reciclaje mediante la cual ha recogido más de 17.771 toneladas de textiles, el equivalente a 89 millones de camisetas y un ahorro de 13.000 litros de agua en cada kilo de algodón recuperado.
En & Other Stories, una marca que forma parte del grupo H&M, desde su lanzamiento en 2013, se estableció un programa de reciclaje en la tienda para sus packagings de belleza. Por ejemplo: por un lápiz labial usado se obtiene un 10% de descuento en la próxima compra, no solo en productos de belleza, sino en todo el surtido. Y desde 2015, las tiendas en Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, España, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos ofrecen reciclaje de textiles en las propias tiendas
Experiencia local
¿Y qué pasa en la Argentina? Por ahora, existen iniciativas orientadas a volver a utilizar lo que ya no se usa, no solo en referencia a las prendas, sino a cualquier material desechado pero que pueda ser reutilizado.
Esto es lo que hace Biotico, la marca de la diseñadora Jessica Pullo que, desde el 2014, desarrolla indumentaria y carteras con desechos urbanos (como sachets de leche o packaging de snacks) y textiles descartados por diseñadores de Capital Federal. «Me preocupa el futuro del ambiente y creo que reciclando visibilizamos los problemas ambientales que causa la producción masiva. Un mundo sano se construye con buenas prácticas y para mí eso también tiene que ver con empresas donde en su modelo de negocios estén incluidos valores como la solidaridad, la inclusión y el cuidado del ambiente. Este año tengo previsto recuperar unos 25.000 sachet de leche «, relata Pullo para quien otro modo de aportar valor es apostando al trabajo colaborativo. «Capacitamos y empleamos a poblaciones vulnerables. Desde 2016 trabajamos junto a la Asociación Laboral para Adultos con Discapacidad (ALPAD), y este año incorporamos al Centro de integración Frida, cuya misión es contener e integrar a mujeres en situación de calle. La tarea es ofrecer un producto transparente y con una historia detrás», completa.
Otro ejemplo es el de Dacal, la marca de ropa que recicla, transforma y reutiliza prendas o géneros. «Nuestro proceso de diseño empieza en la selección de materiales. Recorremos ferias y sastrerías en busca de camisas y telas antiguas de calidad porque queremos que cada una de nuestras prendas acompañe al usuario por mucho tiempo. También trabajamos con telas de puro algodón argentino de una cooperativa. Somos sustentables en todo el proceso de producción, registro audiovisual ecológico y comercio responsable porque entendemos que nuestras acciones generan una huella y queremos que nuestro impacto sea positivo. Entendemos el material de descarte como una oportunidad, le damos utilidad y buscamos soluciones creativas para reinsertarlo en la producción o como material didáctico para generar conciencia ambiental», cuenta Flor, creadora del emprendimiento, junto con su hermana Lola y Romina Palma. En sus coleccionas reinan los diseños universales e inclusivos -ya que se adaptan a diversos cuerpos- pero también las prendas cómodas y eternas en series limitadas.
El compromiso ambiental también es parte de la propuesta de Ivana Mendoza Accesorios. La diseñadora, ex-artesana del calzado y actual estudiante de joyería, que valora lo «hecho a mano» y en baja escala para dar exclusividad, realiza cada uno de sus collares, brazaletes y aros a partir de recortes de cueros que descartan las curtiembres. «Compro las bolsas que ya vienen preparadas con retazos de cueros inutilizados, en desuso (antiguos) y otros que
salen de la cadena comercial por diferentes fallas. También utilizo cuero reciclado que, si bien no tiene la misma resistencia y versatilidad que el natural, puede usarse en piezas que no requieren maltrato», detalla Mendoza. Y agrega: «Elijo trabajar esta materia prima porque soy consciente de la finitud de los recursos y de la ausencia de un sistema de recupero de estos elementos que, en general, devienen en basura. Con mi trabajo sustentable quiero contagiar y ayudarnos a tomar consciencia de que necesitamos ser consumidores más responsables y exigentes», concluye.