Fuente: La Nación ~ Juliana García Bello tiene un perfil especial y ejemplar en el contexto de la moda argentina –y también internacional. Autora y conductora de su marca, ha logrado un equilibrio óptimo entre los dos talentos imprescindibles para sostener un emprendimiento de creación de prendas: el creativo –posee una estética de carácter personal, vale decir une griffe– y el administrativo, la capacidad de dar dirección y contenido al trabajo de la imaginación y de hacerse un lugar reconocido sin ceder ni una pizca de autonomía.
Los puntos sustanciales de su mapa son la Tierra del Fuego natal, La Plata y Buenos Aires, referencias formadoras, familiares y de aprendizajes, y Arnhem, en los Países Bajos su centro actual, residencia y taller– “en una de las casas más antiguas de la zona, a una cuadra de Sonsbeek Park y a dos cuadras del río Rin”, precisa, ubicándose cerca de la naturaleza, inspiración temprana a la que es fiel. Enumera los paisajes argentinos recorridos con frecuencia en auto, “estepa, desierto, llanura, viento y mar, por ruta 3, y al regreso, por la ruta 40, los Andes patagónicos, montañas, bosques, lagos, inmensidad, eternidad” y concluye: “Soy afortunada.”
Su itinerario en el oficio del vestir tiene mucho de viaje: con su carrera terminada y posgrado en 2016 –diseño de indumentaria e indumentaria deportiva, en la FADU de la universidad pública– sus presentaciones han sido premiadas en nuestro país, Autores de Moda, Baf Week, 2019, en los Países Bajos, con el Fashion Makes Sense Award, y en 2021, en Hong Kong, el primer premio de Redress Design, competición de referencia en el ámbito de la moda consciente. Sus artículos están en venta en dos áreas de su sitio en redes y en tiendas concretas de Argentina, Estados Unidos, Inglaterra y España.
Su señal visual distintiva, la manera García Bello, resulta en primer lugar de un gesto ético: la recuperación de prendas existentes y descartes textiles, que desmontadas en retazos devienen las piezas diversas de una nueva configuración textil. Se acostumbra llamar supraciclado a este método que es, en realidad, una forma bien trabajada de re-creación. Lejos de componer las nuevas piezas según un proceso de collage librado a la espontaneidad, trabaja sus recomposiciones a partir de dibujos, fichas técnicas y pruebas de moldería. No interviene el azar en sus creaciones sino el deseo de ofrecer modos nuevos de conjugar los cuerpos y las ropas. “También hago muchas prendas únicas, que no vuelvo a reproducir en las que me lanzo a la exploración y descubrimiento.”
De construcción rigurosa, y un efecto final de soltura y de abrazo, sus prendas componen un álbum de imágenes inéditas, el repertorio de trajes típicos de una comarca imaginaria, entre rural y urbana, apacible y un tanto secreta. Nacen de un entretejido de telas y de recuerdos: apenas graduada, Juliana propuso a su abuela, modista y re-creadora “de naturaleza”, de trabajar juntas, en “deconstruir y repensar las prendas” que les donaba gente vecina del barrio de Villa Elvira, “generando tipologías, moldería y sistemas de upcycling que fundaron la marca”.
En un mismo gesto, recobra y da sentidos nuevos a vestuarios ajenos y recupera memorias personales que van hilando la trama de su identidad. En sus prendas, mucho más y mejor que moda, hay vida.