Fuente: El Economista ~ El secretario de la Fundación ProTejer, Luciano Galfione, destacó que actualmente las empresas de su sector tienen previstas varias inversiones de largo plazo.
La industria continúa su proceso de recuperación y el sector textil mantiene buenas perspectivas. En diálogo con El Economista, el secretario de la Fundación ProTejer, Luciano Galfione, destacó que actualmente las empresas de su sector tienen previstas varias inversiones de largo plazo. “Eso quiere decir que los empresarios confían en el proceso de recuperación”, afirmó el empresario.
El director de Galfione & Cía también resaltó la importancia que tienen los salarios para sostener y apuntalar la recuperación. Por otro lado, calificó de “adecuada” la política industrial actual y pidió que los movimientos políticos “no se lleven puestas las medidas que se están tomando de fondo».
¿Cómo evalúa el proceso de recuperación del sector textil?
Todo lo que tiene que ver con la parte industrial de la cadena de valor viene con una recuperación muy fuerte, muy vigorosa, que se explica por la sustitución de importaciones y un mayor consumo de los argentinos dentro del país, que antes se hacía en el exterior. Como en los últimos años se perdieron muchas empresas, las que quedaron tienen mucho trabajo. La inmensa mayoría está realizando inversiones. La capacidad instalada no crece porque a medida de que se avanza se sigue ampliando la posibilidad de producción. En términos concretos la producción creció mucho en comparación a los años previos.
¿Hay eslabones que no están alcanzados por la recuperación o que se verifica un sendero más lento?
Sí, por ejemplo no se da tanto en el área de la indumentaria, ya que muchos de los empleos que se generan tienen que ver con el comercio y ese segmento no recuperó buenos niveles porque estuvo un año y medio cerrado. Los últimos años, sobre todo 2018 y 2019, fueron muy duros para este segmento. El 70% de lo que se consumía en Argentina era importado. Entonces quienes se dedican a la comercialización de la indumentaria venden menos, pero eso da más trabajo en la industria porque lo poco que se vende es de producción local. Ahí juega un rol fundamental lo bajo que está el poder adquisitivo.
¿Considera que una mejora en la capacidad de compra de la población podría apuntalar la recuperación del sector textil?
Tenemos un problema importante ahí. Los ingresos vienen muy deprimidos y para nuestro sector, que depende del mercado interno, es muy difícil crecer. Nos preocupa mucho. Hay dos frentes, porque una recomposición de los salarios de manera escalonada se diluye con el avance de la inflación. Nosotros queremos que haya mejores salarios, pero también nos representa un mayor costo. Sin embargo, es seguro que sin buenos sueldos, se nos hace muy complicado sostener el crecimiento. Pero si los costos suben es una espiral que no termina nunca.
¿Cómo es discutir este tema con los trabajadores?
Es muy sensible porque el problema más grave que nos afecta es el de la inflación y que en el mediano plazo se va a solucionar. Siempre y cuando se mantenga una política de sustituir importaciones y generar una mayor entrada de divisas. El problema es que la población no puede esperar el mediano plazo, la madre tiene que ir a comprar mañana el litro de leche al supermercado.
El empleo formal se está recuperando, pero lentamente. ¿Qué problemáticas existen a la hora de contratar?
Si el entramado productivo no se hubiera destrozado como efectivamente sucedió en los últimos años, la oferta no faltaría. Hoy querés ir a buscar trabajadores para la confección y no hay. No hay personal capacitado para cubrir puestos en la industria. Es paradójico, tenemos una desocupación enorme y no conseguimos gente para contratar. Eso sucedió porque después de 2018-2019 mucha gente se dedicó a otros rubros o emigró, en un contexto en el que se trabajaba muy poco en la rama textil.
¿Se está trabajando con el Gobierno en algún programa para transformar planes sociales en empleo en el sector textil?
En algunos lugares del noroeste, donde más desempleo y pobreza hay, el Gobierno aplicó un plan de empalme de planes sociales a empleo. Después se está trabajando en algo similar con el Potenciar Trabajo, aunque aún no hay nada concreto. Ahora estamos tratando de incorporar personas que cobran asistencia social a un empleo fijo, pero muchas veces no se las puede contratar porque no cumplen con la capacitación necesaria. También sucede que muchos beneficiarios tienen miedo de perder su subsidio porque no saben si el empleo que le estás ofreciendo le va a durar mucho tiempo. Ya les ha pasado. Los desafíos hacia adelante tienen que ver con eso: dar una expectativa de que van a alcanzar un empleo digno y que no lo va a perder a los seis meses.
Respecto a los precios, ¿cómo está impactando el aumento de las materias primas a la hora de producir?
Un fuerte contenido de nuestras materias primas básicas son de origen importado y las que no, como en el caso del algodón, se mueven a precios internacionales porque no dejan de ser commodities. En algunos eslabones en particular, donde se utilizan fibras sintéticas o colorantes, el problema es todavía peor. Actualmente tenemos dificultades con el abastecimiento, porque los fletes pueden demorar meses, y hay aumentos de esos insumos. Antes un flete tenía una incidencia baja en el costo de la materia prima y ahora llega al 50%. Para repasar: en el último año las fibras sintéticas aumentaron 70% en dólares; el algodón, 100% y los fletes, 600%.
Las cifras del Indec muestran que las prendas de vestir y calzado aumentaron 65% en el último año, muy por encima de la inflación general. ¿Esa variación se explica sólo por los precios internacionales?
La presión de precios que tenemos tiene que ver mucho con lo que mencioné anteriormente. Por otro lado, la caída de ventas en unidades genera que muchos comercios ganen por precio. Hay una configuración de nuevos canales comerciales, sobre todo las tasas de financiamiento que cobran las plataformas digitales de pago. También hay que ver dónde se toman las estadísticas de los precios, porque la metodología del Indec releva los precios en shoppings y locales a la calle, que en el último año no estuvieron abiertos. No digo que sea a propósito o que no sirva la medición, sino que cambiaron los hábitos de consumo. Otro ejemplo es que se toman precios de lista y hoy existen muchas promociones, rebajas, planes de financiamiento. Nosotros tenemos nuestros relevamientos y la ropa aumentó en línea con la inflación en el último tiempo, como pasa en todos los sectores.
¿Le preocupan los cambios de hábitos que generó la pandemia y una posible merma en el consumo textil?
De a poco el consumo se empieza a normalizar, como venimos de niveles muy bajos no sabemos si eso se va a amesetar en un guarismo similar al prepandemia o más bajo. Mucha gente tal vez no vuelva a trabajar a la oficina y siga desde casa, algunos rubros van a tener que reconvertirse o quizás no. Lo sabremos en algunos meses recién cuando esté todo abierto hace algunos meses.
¿Qué expectativas de producción tiene para lo que viene?
Las perspectivas que tenemos son buenas en términos de producción. Diría que muy buenas. Lo que nosotros siempre sostenemos y decimos es que sería lamentable o muy mala idea que los movimientos políticos se lleven puestas las medidas que se están tomando de fondo. Vemos que la política industrial que se está llevando a cabo es correcta y va en el sentido que las empresas proponemos hace tiempo. Va a implicar un tiempo acomodarse, pero es el camino adecuado. Tenemos previstas muchas inversiones de largo plazo, eso quiere decir que los empresarios confían en el proceso de recuperación.