Fuente: TN ~ A los 30 años creó una comunidad de mujeres tejedoras catamarqueñas y vinculó lo autóctono con las últimas tecnologías.
Florencia Sosa no se convirtió en la mujer CEO más joven de Argentina por casualidad. Fue el resultado de mucho trabajo (estudió Administración, Contador e hizo un máster en Finanzas en Estados Unidos), pero sobre todo de su actitud resiliente, avasallante, de siempre ir para adelante.
Oriunda de Catamarca, cuando tenía 25 años falleció su padre y eligió quedarse a cargo de su grupo de empresas dedicadas a la salud. Con su gerencia, les dio un giro de 360º: aportó su visión tecnológica y femenina, cambió todos los puestos jerárquicos a más de un 80% de mujeres, abrió la primera farmacia inclusiva atendida por un robot en Argentina y se convirtió en presidente de la Cámara de Farmacias y en directora de la Federación Económica.
En todo este camino, la moda fue un elemento fundamental. “Me di cuenta de que la moda me acompañaba en mi perfil. Siempre importa mucho cómo entro vestida a una reunión, si usaba una minifalda o si usaba un pantalón”, asegura, con la mirada puesta también en el feminismo y en el rol de la mujer en el ámbito empresarial.
“La moda me ayudó muchísimo a expresarme, a defenderme y a pararme como mujer fuerte. Quería ser la jefa divertida, en zapatillas, con las uñas de colores, pero no quería que eso deje de tener seriedad”, explica, y sostiene que su discurso constante se basa en que la miren a la cabeza, y no en cómo está vestida.
Los tejidos tradicionales y las últimas tecnologías se unen en un nuevo proyecto
Al tiempo que su carrera se disparaba internacionalmente, nunca perdió de vista su origen y su historia. “En el medio de este camino desarrollé la fundación en nombre de mi papá, Emilio Benjamín Sosa, y empezamos a trabajar con comunidades y barrios remotos, donde empecé a detectar perfiles femeninos muy poderosos. Comencé a capacitarlas, a enseñarles lo que era ser líder”.
Fue durante esos recorridos que se encontró, en el norte de Catamarca, con un grupo de tejedoras que vienen realizando el oficio desde hace años, de generación en generación. Con su espíritu emprendedor, Florencia empezó a pensar en una manera de ayudarlas a trascender de una manera diferente, con un proyecto único.
“Se me ocurrió conectar dos mundos totalmente diferentes: la tecnología blockchain y NFT con todo lo que es la vicuña, un tejido de lujo que hoy se vende en el mundo y en el que las grandes marcas están interesadas”, cuenta. Así empezó este proyecto, con una comunidad de mujeres trabajadoras que contarán su historia a través de ponchos tejidos a mano que luego se convertirán en NFT (token digitales que representan un elemento único).
“Vamos a vincular tecnología, una generación nueva y desinteresada con lo autóctono, y mezclarla con algo tan tradicional para nosotros como argentinos, que es el poncho. Vamos a buscar una forma diferente de contar historias”, comenta, entusiasmada, sobre esta iniciativa que saldrá a la luz en noviembre, con un evento lanzamiento en Buenos Aires, donde se darán a conocer las primeras ediciones de los ponchos y las distitnas formas de acceder a ellos.
Curiosa y resolutiva por naturaleza, es muy consciente del impacto de este proyecto nuevo y único. “Solo el 11% de las mujeres representan los proyectos tecnológicos, y solo el 4% puede acceder a una empresa que las apoye. Todavía muchos creen que las mujeres no pueden desarrollar proyectos tecnológicos”, dice.
“Me interesa el impacto social, generar comunidad. Que de pronto una señora que vive en Recoleta y que jamás va venir a Catamarca pueda conectarse con esta historia. Pienso en un montón de conexiones e historias porque eso es lo que significa el hilo para mí. Me gustaría que quede la marca del primer proyecto donde incorporamos algo tan valioso como un tejido argentino con la tecnología”, afirma Florencia, que con su mirada joven, fresca, tecnológica y femenina busca darle una vuelta de tuerca a las tradiciones y al mundo de la moda.
sería interesante saber, quienes son las mujeres de Catamarca, son de Belén, de Laguna Blanca, de Antofagasta, de Santa María ?