El lento despertar de la industria textil

Fuente: Pagina 12 ~ Los trabajadores de la antigua fábrica Sport Tech -hoy Cooperativa 8 de Enero- recuperaron la empresa el año pasado y hoy están tomando costureros para 70 nuevos puestos de trabajo. La búsqueda circula en estos días como una señal de mejora en la actividad, que viene de pasar por cuatro años de destrucción del empleo: entre 2015 y 2019, el rubro textil fue el segundo en cantidad de despidos del país, sólo superado por el de comercio. Dentro de la industria es el que tiene más desocupados. El pedido para duplicar los trabajadores que hoy tiene la fábrica es, en sí mismo, auspicioso. Y tiene un doble impacto si se considera que lo están haciendo los trabajadores que la reabrieron.

Claudia Maldonado es una de sus costureras. Al llegar Página  12, está sentada a una máquina: cose los costados de la pierna de un pantalón. Lleva el pelo largo y negro atado, para que ningún mechón toque la recta y unos anteojos de ver de cerca que no se va a sacar por un buen rato. Como todos en esta cooperativa, trabaja en línea. Concentrada, haciendo el mismo rápido movimiento, cientos de veces en una hora.

La mañana es el tramo del día de mayor rendimiento; por eso no se levanta de la máquina. Ni mira cuando entra una aspirante que vino a ofrecerse y es conducida por la jefa del taller por una serie de pruebas, en las overlocks libres.

En la fábrica se están presentando entre diez y quince personas por mañana; y eso que que el aviso de búsqueda no es reciente.

No todos los que tocan el timbre son costureros o costureras; hay quienes vienen para ofrecerse a limpiar, como administrativos, para mantenimiento. Incluso se proponen como aprendices, cobrando menos.

Escala

La fábrica no es PyME. Tiene capacidad para hacer todo el ciclo de una prenda, incluidas las etiquetas. La nave de producción, enorme, tiene un entrepiso donde se ven más maquinarias. La mayoría, compradas para confeccionar ropa deportiva de marcas como Adidas y Puma, son automáticas. En su momento, la planta llegó a ser la tercera de Argentina.

Y aún así su producción, durante los años de la gestión de Cambiemos, cayó hasta reducirse a nada: el antiguo dueño, Pablo Enriquez, cerró primero una planta en Luján, asociada a ésta. En la de San Martín, los trabajadores se encontraron con cada vez con menos trabajo. Desde adentro de la planta vieron llegar las conocidas consecuencias del paquete macrista de apertura de las importaciones, tasas altas y aumento del precio de la energía. Escucharon quejas de clientes que aseguraban que el dueño les rechazaba los pedidos. Consecuentemente, sospechaban que parte del capital estaba siendo volcado a la inversión financiera. Llegaban al depósito camiones de prendas importadas. Otros camiones descargaron más tarde las máquinas traídas de la planta de Luján. Estaban en alerta cuando en diciembre de 2018 empezaron a sufrir retrasos en el pago de sus sueldos. Así se desencadeó una toma contra el vaciamiento y un largo conflicto; contarlo no es el objetivo de esta nota.

En julio de 2019, la decisión de si rematar Sport Tech o decidir su continuidad laboral quedó en manos del juez Horacio Robledo. El magistrado visitó las instalaciones ocupadas y falló en favor de la continuidad laboral, otorgando a la cooperativa el uso de las maquinarias y de la materia prima que había quedado dentro. Con todo, en la segunda mitad de 2019 la cooperativa apenas recibió pedidos.

Ahora están reapareciendo los clientes y las propuestas. En la cooperativa quedaron 60 trabajadores, la mitad de los que había antes de la quiebra.

Claudia espera un reemplazo para dejar la máquina y sentarse con PáginaI12, terminada la recorrida por la fábrica, para hablar sobre la decisión de tomar costureros.

– Estamos muy contentos -dice-. En el rubro textil es terrible la cantidad de gente que se quedó sin trabajo. El año pasado, cuando cerramos, fue muy complicado. Yo en costura no conseguía nada: sólo encontré para limpiar en un country, en Benavídez… una hora y media de viaje, un sueldo de la mitad de lo que ganaba en la fábrica… ¿¡Qué puedo decir!? Que estamos felices de tomar asociados, de tener esta perspectiva.

Expectativas

Los nuevos puestos de trabajo tienen que ver con la expectativa de los fabricantes, con lo que tienen previsto producir localmente para la temporada de invierno. La del vestido es una actividad que se planifica, de anticipación. Tras algunas medidas del nuevo gobierno, como la demora en la aprobación de licencias no automáticas para importar y el congelamiento por seis meses de la tarifa eléctrica, hay empresarios del sector que hablan de expectativas de recuperación de entre  un 10 y 20 por ciento de la capacidad instalada para este año.

Fernando Castillo es el presidente de la cooperativa y cuenta que lo que ya mejoraron son los precios. “Vemos que aceptan presupuestos más altos”, describe. “Veníamos teniendo propuestas raquíticas, malas rachas con los clientes que no se animaban, por la cuestión política, por el dólar, por las elecciones…. A partir de enero y febrero empezamos a tener más pedidos de presupuesto». Ya firmaron contratos con proyecciones de ampliación.

Antes de la reapertura, Castillo era uno de los delegados y por eso accedía a información sobre lo que pasaba en muchos sectores de la empresa. «Hubo compañeros que de coser, pasaron a cambiar etiquetas. ¡¡Acá llegaban hasta pantalones hechos en Albania!! Los mandaban a  ponerles etiqueta argentina».

Castillo

¿Cuánto les está costando rearmarse en capacidad de producción? La pregunta remite a las pérdidas poco visibles de los cierres de empresas. Castillo contesta que de cada diez personas que se prueban, listos para trabajar habrá tres. «No los precisamos ingenieros, pero tenés que tener entre seis meses y un año de experiencia para manejar estas máquinas, que las entiendas bien, que tu cuerpo esté adaptado a su velocidad». Los 60 trabajadores actuales no pueden en este momento dejar de producir para entrenar a los postulantes sin práctica.

Una paradoja es que entre las empresas que se acercan buscando la capacidad técnica de la planta (su posibilidad de hacer todo en un solo lugar) esté la conocida marca de ropa infantil ligada al apellido de una ex primera dama. Paradoja II: que lo haya sido del gobierno que mandó a los desocupados «a estudiar» como condición para cobrar una asistencia social, como si el problema de la creciente pobreza fuera el «gusto» del pobre por mantenerse lejos de la escuela.

¿Qué otras cosas se pierden? Claudia Maldonado cuenta un momento en que pensó que todo estaba perdido. Ya está viajando de lunes a viernes a trabajar al country; los fines de semana vuelve a la puerta de la fábrica a apoyar la ocupación. Un día, la patrona le pide sus datos para ponerla en blanco. El sueldo va a ser 12 mil pesos; en la fábrica, ganaba 29 mil. Claudia siente que se hunde, que todo lo que le está pasando está mal. Le dice a la patrona, entonces, que no le conviene. La mujer se sorprende. Le asegura que tendrá «muchos beneficios» con el blanqueo. Claudia se calla. Molesta, la patrona le pregunta, con un tono que no deja dudas de que está segura de que es así,  si lo que pasa es que «no quiere perder el plan”. Claudia se siente impotente, humillada.

La situación todavía la atraganta.  Ahora, cuando le preguntan en qué trabaja,  contesta: “Tengo una fábrica».

El día de esta nota entraron a trabajar tres nuevas costureras. Al mismo tiempo, otros postulantes se probaron en el manejo de las máquinas. Norma Torres fue una de ellos. Antes de irse, acepta responder algunas preguntas. Tiene 51 años, tres hijos, la mayor le contó del aviso. En estos meses trabaja como cosmetóloga, término con el que se suele aludir en los barrios a la venta de cosméticos por catálogo. Tiene el secundario completo y cursó algunas materias de Derecho. Su último empleo formal fue en 2005, «con una señora para la que hacía algo parecido a Conduciendo a Miss Daisy», dice. También fue correctora, en los años que estuvo en la facultad.

Castillo cuenta que «acá tenemos un proyecto, que lo estamos por presentar a la Nación y al municipio, para que financien dentro de la fábrica una escuela profesional para el sector textil«. El ex delegado ha hablado de los años de crisis («el día que dictaron la quiebra fue triste»), de la época de la toma en que el antiguo dueño se instaló también a dormir en un sector de la gerencia («al final lo desalojaron a él»), de los debates internos que los atraviesan por haberse cooperativizado manteniendo el mismo método de trabajo («una mezcla de fordismo con taylorismo»), de la capacitación que están recibiendo de técnicos del INTI que los empezaron a ayudar sin esperar a que el organismo les aprobara ningún proyecto («pensar que si la empresa nos mandaba a hacer cursos afuera, yo puteaba que era para explotarnos»). Tiene una mente eléctrica en la que cada idea le trae a colación la contraria.

«Queremos una escuela bien hecha, que acá se aprenda no sólo a manejar máquinas automáticas sino también a arreglarlas», señala finalmente. «En la Argentina no hay una sola escuela de mecánica de máquinas de coser, ninguna. Es algo ilógico… hay que hacerlo porque la política se hace a futuro. No es que vos abrís una fábrica y ya está, tiene que haber una reflexión».

¿Se puede hablar de recuperación del sector textil? Para Marco Meloni y Gustavo Castells, de Industriales PyMEs Argentinos (IPA), se puede hablar de mejoría. «Hay mejoría debido a que la cadena textil es larga y hay que planificarla con mucha anticipación. Como las expectativas son positivas, se generan proyecciones favorables». Para este año, los referentes del sector esperan una recuperación. La expectativa de mínima es que la expansión se ubique en 10 puntos, pero hay especialistas del rubro que suponen que, por las señales que viene dando el Gobierno, podría ser del doble de esa cifra.

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