Fuente: La Nación ~ Francisco Cabbani crece en el competitivo mercado norteamericano con su marca Mikino
En 2005, cuando cumplió 19 años, Francisco Cabbani decidió irse a vivir a Miami para trabajar en el negocio de ropa que tenía su papá en los Estados Unidos, desde 2001. Aunque era el hijo del dueño empezó a trabajar en su negocio como un vendedor más. Durante dos años cobró 9 dólares por hora y trabajó de lunes a sábados. “Fue muy importante empezar de cero porque me permitió estudiar cada negocio, analizar el comportamiento de los clientes y elaborar estrategias para la compra y venta de productos”, recuerda el diseñador argentino que ahora tiene su propia marca, bautizada en Mikino, que inauguró su primer local en el Dolphin Mall y planea abrir tres locales más antes de 2023.
“En EE.UU. las reglas del juego son claras y ordenadas. Se pagan impuestos y ves los resultados. Además, las leyes laborales con respecto a los empleados son beneficiosas para las dos partes”, destaca Cabbani.
Mikino se presenta como una tienda unisex con una propuesta “muy Miami”, según la definición del propio Cabbani, que reúne piezas en las que abundan los brillos, los bordados y los colores. “Nuestras prendas son diseñadas para un público que se anima a todo. Las colecciones se enfocan en la noche urbana de Miami con productos diferenciados desde su diseño. Todas nuestras prendas tienen detalles que las diferencias de la moda básica de primeras marcas como Zara”, señala.
El 80% de los clientes son latinos. Además, por su ubicación estratégica cercana al Aeropuerto Internacional de Miami, también es visitado por gran cantidad de turistas.
“Es el outlet más grande de Miami y uno de los de mayor rendimiento en Estados Unidos. Es interesante observar que los compradores de turismo interno gastan un promedio de 4,1 veces más que los compradores locales, mientras que los turistas internacionales gastan 6,6 más que los clientes de Miami”, dice Cabbani.
El emprendedor explica que uno de los secretos de la marca pasa por la capacitación de los vendedores, tomando en cuenta la gran diversidad de clientes que visitan su local todos los días.
“Hay muchas estrategias que pueden utilizarse para optimizar las ventas. Desde el lugar que tiene que estar el vendedor, hasta la forma de romper el hielo con nuestros clientes. Una vez que esto sucede la venta comienza y tienen otro desafío: que no se enfríe la operación. Para lograrlo hay muchas tácticas por eso en fundamental que realicen un entrenamiento exhaustivo”, dice con la seguridad que le dan sus 16 años de experiencia.
Hoy Mikino factura entre US$100.000 y US$150.000 mensuales. “Recuperamos la inversión inicial en sólo cuatro meses”, señala con orgullo el diseñador argentino.
La vocación de emprendedor en el mundo de la moda de Cabbani no comenzó en EE.UU. Antes de radicarse en Miami, se dedicó a la producción de ropa con un amigo. Fabricaban jeans, remeras y camisas con el objetivo de exportar, aunque la suba de los costos locales le puso un freno al negocio.
“En EE.UU. Nadie te regala nada. Les recomiendo emigrar a aquellos que realmente estén dispuestos a pagar un ‘derecho de piso’ y trabajar mucho hasta lograr su crecimiento. Varios amigos llegaron a Miami sin nada y hoy son muy exitosos, pero se esforzaron mucho”, resalta.
Lejos de los vaivenes de la economía argentina, ahora el diseñador prepara el lanzamiento de una segunda marca, llamada Franka, que busca continuar con el espíritu de Mikino pero que se diferenciará en la comercialización y en la edad del público.
“Comenzaremos poniendo foco en la venta online y le daremos mucha importancia a las redes sociales. Además, apuntaremos a los clientes más jóvenes. Incluso ya nos pueden encontrar en Instagram”, asegura.
El objetivo de Franka es crecer en el mercado norteamericano, pero Cabbani no descarta poner un pie en la Argentina.
“Tengo la ilusión de, algún día, poder expandir mi modelo de negocio en la Argentina. Siempre dejo esa puerta abierta porque soy argentino y toda mi familia sigue viviendo allá”, añora el diseñador.