Fuente: Clarín ~ Lejos del circuito de Palermo, el rubro crece en el interior con jóvenes que apuestan a la innovación.
Inés Pizzo Especial para Clarín Sus colecciones indagan en la identidad propia y en la de su entorno, buscando diferenciarse desde la intervención de telas con distintas técnicas, hasta con la morfología. Si bien el término «, de autor», puede resultar redundante -toda pieza tiene un creador detrás- esta forma se usa para nombrar a diseñadores que se desmarcan de los lineamientos de la moda masiva para emprender proyectos bajo su propia estética. Si bien el centro de la moda argentina parece estar en Buenos Aires, existe una red de diseñadores que apuestan por la vanguardia en diferentes puntos del país.
“Yo opté por quedarme en el Chaco, mi ciudad. Cuando elegí seguir esta carrera aún no estaba instalada en las universidades. Me fui a Rosario, y una vez recibida volví para poner mi primera casa-taller”, cuenta Emilia Velasco, diseñadora de la marca que lleva su apellido.
Con la búsqueda de autenticidad como guía, sus productos se relacionan con su entorno geográfico, productivo y cultural. “Quier tiene como premisa la identidad. Consideramos como un criterio sustentable dar cuenta del territorio donde desarrollamos nuestro proyecto. Por eso, nuestra mano de obra y proveedores son de aquí, al igual que los conceptos e inspiraciones en los que nos fundamos para armar las colecciones”, cuenta Silvia Querede, que junto a Noelí Gómez está al frente de la marca rosarina Quier, que ya tiene diez años en el mercado. La mayoría de los diseñadores empieza exhibiendo sus creaciones en redes sociales y en su taller, donde improvisan lo que termina consolidándose como un showroom.
“Tucumán todavía tiene esa impronta de pueblo chico. Los contactos son fundamentales, siempre hay alguien que conoce una persona que te puede dar una mano. Todos se conocen”, reconoce Rosario Díaz Vázquez, diseñadora de Rodiva. Nicéfora Mazzola, creadora de la marca que lleva su nombre, coincide: “La movida del diseño de autor en Tucumán es muy poca, pero nos conocemos y buscamos la manera de darnos a conocer. Por ejemplo, con dos colegas -ahora socias- nos unimos para abrir la tienda María Verula, para vender nuestras marcas, algo que no podríamos haber hecho solas”.
La generación de alianzas y estrategias colectivas se presenta como una posibilidad de supervivencia. Del quehacer conjunto surgen nuevas posibilidades que se retroalimentan. Comparten saberes, posibilidades y experiencias que enriquecen su trabajo. “Cada año, en Velasco, nos vamos haciendo más fuertes como grupo. Somos interdisciplinarios, y eso nos abre el nivel de percepción, desde el lugar de cada uno”, dice Velasco.
La diseñadora destaca el trabajo de las talleristas que se encargan de materializar sus ideas, los serigrafistas que estampan, el fotógrafo, la estilista, los diseñadores gráficos y audiovisuales, entre otros actores.
“Todas esas personas están detrás de la imagen que le llega al usuario. Esa cadena sólo se puede dar de forma genuina y natural, porque el contexto lo abraza”. Las distancias cortas favorecen al trabajo colectivo y la oportunidad para realizar acciones conjuntas. “Una de las ventajas de producir en Córdoba es la posibilidad de conformar una red de networking con facilidad, debido a la escala de la ciudad”, reconoce Lula Rojas, diseñadora de Transeúnte. Estar cerca y encontrar puntos en común favorece la interacción constante entre colegas. ”Intercambiamos ideas, datos de talleres y nos nucleamos con facilidad para potenciarnos. El esfuerzo mancomunado es posible en este contexto de trabajo y es lo que hoy es nuestra gran fortaleza”, admite Rojas.
Las marcas afrontan el desafío de diferenciarse para vender. La creatividad y la innovación son fundamentales, pero no sólo en el diseño, sino también en la forma de comercialización. “Hoy hay mayor visibilidad e interacción con diseñadores de Buenos Aires y del resto de las provincias, que vienen a nuestra ciudad porque les resulta interesante como plaza a desarrollar, ya que se identifican con la propuesta y la movida local. Los pop up de marca suelen ser la modalidad”, cuenta Jesz García, creadora de la firma cordobesa Onirika. “El segmento de diseño de indumentaria de autor debe enfrentar múltiples desafíos en relación a su tamaño y composición; sus procesos creativos, su búsqueda en la innovación, las demandas de los consumidores, la falta de financiamiento. Y la influencia de las tecnologías y medios digitales”, analiza el diseñador Sebastián Rodríguez, miembro del Observatorio de Tendencias del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).
Si bien las alianzas fortalecen al sector, también aparecen obstáculos a la hora de producir en el interior del país. “Lo más complicado es conseguir la materia prima y la mano de obra. Como compro la tela aquí, en Tucumán, sufro porque no hay variedad de colores ni de calidad, tampoco de precios, entonces tengo que amoldarme”, comenta Díaz Vázquez, quien ganó el premio a la Innovación en la última edición de la feria Puro Diseño, gracias a su técnica de calados láser. García vive una situación similar en Córdoba: “La parte productiva está menos preparada. Conseguir insumos es tarea complicada”. Además de la falta de proveedores de materias primas con precios competitivos y la poca oferta de talleres para una producción a mediana escala, Rojas dice que hay poca capacitación de los sectores de producción frente a las nuevas herramientas y tecnologías. “También nos sentimos vulnerables por la falta de políticas sobre la actividad del sector local. Propugnamos la existencia de estímulos para los inversionistas, emprendimientos y proyectos jóvenes”.