Fuente: La Nación ~ La diseñadora gráfica Julieta Racket creó la marca de moda Nido movida por el deseo de dejar atrás el predominio proyectual de su profesión para poner manos a la obra. La elección de las fibras naturales como materia prima, la puso en contacto con muchas otras manos que trabajan con técnicas ancestrales y le abrió las puertas del mercado internacional. En paralelo al lanzamiento de la colección otoño invierno, la diseñadora está emprendiendo un nuevo proyecto para exportar a Japón.
Según el especialista Henrik Kuffner, economista alemán experto en marketing textil y fibras naturales, la combinación argentina de fibras de origen animal y vegetal con e l artesanato textil, conforma una de las bases más ricas del mundo. Asociar el diseño con lo hecho a mano, la trazabilidad de los procesos y la nobleza de los materiales, resultó una puerta de acceso al mercado internacional para Nido.
Su creadora, Julieta Racket, declara haber llegado al universo de la lana casi por casualidad. «Tenía ganas de un cambio, por lo que estaba atenta, mirando y buscando. Mi papá es psicólogo especializado en cooperativas. Un día me contó sobre el trabajo de un grupo de hiladoras en María Grande, un pequeño pueblo de Entre Ríos. Inmediatamente quise conocerlas. Me encontré con un mundo maravilloso. Ellas se ocupaban desde la esquila de los animales hasta el hilado a mano de las fibras. Pude interiorizarme sobre todo el recorrido del material».
En 2013, los primeros accesorios diseñados en lana despertaron el interés de varias tiendas internacionales de primera línea. «Me propuse algo pequeño y la repercusión fue enorme», dice Racket, y aclara que hacer las prendas de punto a pedido le permitió ir estructurando su negocio de a poco, con atención personalizada y sin acumulación de stock.
Con el tiempo, a la lana de oveja, llama y alpaca se sumaron el algodón y algunos hilados industriales. «Las lanas hiladas a mano son para el frío más extremo. Al incorporar nuevas técnicas y materiales livianos, conseguí más texturas y pude crear colecciones para otras temporadas. También me permitió responder a algunos requerimientos del mercado externo, porque si bien se valora lo manual, no todos los compradores aceptan las irregularidades propias del trabajo artesanal», aclara la diseñadora.
La línea de textiles para el hogar -alfombras, mantas y almohadonesañadió los tejidos en telar ejecutados por un grupo de tejedoras de Villa de Mayo reunidas por la Asociación Talentos, una ONG que se dedica a capacitar a mujeres en situaciones de vulnerabilidad. «Siempre que conozco a una nueva colaboradora me pregunta: ¿Cuánto me puede pagar? A lo que yo respondo: dígame usted cuál es el precio de su trabajo. Eso les cuesta, me lo dicen con mucha timidez», relata la creadora y agrega que si bien ha recibido propuestas para producir en otros países de la región, es la realización local lo que le da sentido a su marca. «Si nuestra alpaca es rústica y necesito mayor suavidad, la mezclo con lana merino. Ahora estoy trabajando con hiladoras de la provincia de Tucumán. Quiero que este sea un proyecto cercano, con lo que tengo a mano y se pueda hacer acá», agrega.
Esa es la misma filosofía con la que la diseñadora emprende su próxima exportación a Japón. «Se trata de una co-creación con la marca japonesa Seeall. Para la primera colección de invierno propusimos cuatro modelos de abrigo: dos unisex, uno de hombre y uno de mujer, más una serie de prendas tejidas en dos agujas, al crochet, telar y máquinas hogareñas.
El desarrollo de producto está a cargo de Marcelo Ariel López. Necesitamos una confección impecable como la que él ofrece. Debemos estar muy atentos, porque los controles de calidad japoneses son exhaustivos. Nos fue muy bien con lo que presentamos, ya estamos pensando la colección de verano.» La etapa que conduce de los prototipos a las prendas exhibidas en las tiendas japonesas, demandará horas de manos expertas y dedicación. «Lo que más me gusta de mi trabajo es conocer las historias que subyacen
en cada proceso. Aprendí de las especialistas, este es un continuo intercambio de saberes», concluye Racket.