Fuente: La Nación ~ En un rincón del taller de la diseñadora Eliana Guzmán hay dos impresoras 3D encendidas; en otro, una computadora opera entre cables y el lenguaje de programación que interactúa con un robot que ella misma ensambló; en frente, hay una mesa cubierta de muestras y varios objetos textiles -desde títeres hasta prototipos de vestidosrealizados bajo distintas técnicas de 3D, algunos intervenidos por un juego de luces. Al lado, se desarrollan lo que serán biotextiles; hay cajas de plástico donde crece un cultivo de hongos y bacterias.
Es el lugar de trabajo donde esta creadora conjuga el diseño de vestuario con el desarrollo de nuevas tecnologías.
Tras recibirse en Diseño de Indumentaria y Textil en la UADE, Eliana se formó como pasante y luego se desempeñó en vestuario de ópera y comedia musical. «Empecé haciendo una pasantía en Buenos Aires Lírica y después trabajé en el diseño de vestuario del musical Shrek», dice.
En gran parte impulsada por su pareja -un programador y desarrollador de videojuegos-, empezó a vincular ambos mundos; creó diferentes pruebas y muestras de vestuario intervenidas por circuitos electrónicos. «De a poco, fui aprendiendo lecciones básicas de electrónica y las apliqué a prueba y error», comenta. Y así lo hace con las demás disciplinas.
Se define como una exploradora de tecnologías aplicadas al textil. Trabaja en proyectos de electrotextil a biotextil y, según cada uno, lo hace en conjunto con ingenieros en electrónica, programadores y/o modeladores de 3D, aunque necesariamente gran parte su búsqueda consiste en experimentar por su cuenta.
«Empecé con prototipos electrónicos simples con hilo microconductivo, luces led y baterías, hasta llegar a hacer proyectos más significativos», relata.
Eliana Guzmán fue convocada por Facebook para crear un chaleco interactivo con luces e, inspirada en el teatro negro de Praga, realizó un vestido con luz ultravioleta. Asimismo, para la producción de espectáculos lightbodies fue la encargada de trabajar en el desarrollo de sus vestuarios electroluminiscentes.
La electrónica combinada con la programación fue lo primero en que incursionó. «En ningún momento pensé en estudiar electrónica ni programación. Sino que fue al revés: quise diseñar algo que me llevó a aprenderlo», comenta.
Hoy, brinda talleres sobre electrotextiles a mujeres: profesoras de tecnología, artistas y diseñadoras.
«Quiero llevar disciplinas que históricamente están encapsuladas en el mundo masculino hacia el ámbito femenino y, además, pretendo que se implementen en las actividades que culturalmente también interesan a las mujeres», enfatiza. Y añade: «Todavía hay mucho desconocimiento respecto de lo que se puede llegar a hacer con los electrotextiles». Precisamente, en este punto, radica su mayor interés, ya que está convencida de que, en esta materia, la incertidumbre juega a favor de la creatividad.
Eliana creó Ceiborg, la marca que engloba la producción de diseño y customización de vestuarios interactivos junto con las capacitaciones. Además, la firma servirá como marco para todo tipo de experimentaciones. Por ejemplo, crear la primera versión de su placa de desarrollo que contiene un microcontrolador, elemento clave para hacer los circuitos electrónicos en textiles. «El objetivo de fabricar mi propio microcontrolador está en la necesidad de hacer más económico y más fácil la incorporación, el uso y el aprendizaje sobre e-textiles», se entusiasma Eliana.
3D, robótica y biotextil
Actualmente, se encuentra descubriendo las posibilidades que abre la impresión en 3D.
«Me interesé sobre la técnica cuando, a un amigo que tenía la impresora, se la pedí para ver qué podía hacer con textiles», recuerda Eliana.
Probó varios con géneros -algodón, poliéster, telas porosas- y distintas técnicas de impresión para ver cómo reacciona el plástico 3D sobre distintas superficies; luego se interesó por el modulado de piezas encastrables. «Una de las limitaciones que hay en las impresoras hogareñas es que siempre el resultado print va a ser chico para generar cualquier tipo de prenda o pieza completa, entonces el desafío es saber cómo generar algo que se pueda encastrar de una forma que no se note. Así fue como empecé a modelar mis propios diseños», dice.
Una robot-muñeca, que lleva un top y una falda, es la primera obra y minivestuario que creó completamente impreso en 3D y ensamblado. Y la intervino con luces.
El próximo 6 de octubre presentará en el Espacio Cultural Carlos Gardel, en el Festival de Experiencias Textiles, un work in progress de esta pieza. Las personas que visiten el espacio podrán interactuar con el robot a través las luces de la falda, ojos y cabello.
En simultáneo, aún en fase experimental, ingresó al mundo del biotextil. «Realicé un curso y fui adquiriendo conocimiento a través de proyectos que me interesaban ver en YouTube, incluso a través de esta red me empecé a relacionar con una artista electrónica y un biólogo, que me enseñaron aún más sobre esta disciplina». Las pruebas las realiza a base de los hongos y bacterias que se utilizan para hacer kombucha, bebida fermentada a base de té. También trabaja con micelio, muy utilizado en la bioconstrucción.
Combinando disciplinas, imprimió en 3D un molde pequeño con forma de busto de mujer que rellenó de semillas inoculadas, gírgolas y sustrato hecho de aserrín húmedo, alimento clave para el hongo. Esta parte del busto la recubrió de film para que no estuviera expuesta a la luz y pudiera mantener la humedad suficiente como para que allí crezca el micelio del hongo. La idea fue exponer la parte inferior de la pieza a un ciclo normal de fructificación y que así, naturalmente, se conforme una de falda hecha de hongos. «Ya comenzó a fructificar», comparte Eliana acerca del estado de desarrollo de su pieza y calcula que en un mes, dependiendo de las condiciones climáticas, estará lista.