Fuente: Clarin ~ Textiles nuevos, naturales o reciclados son alternativas diferentes a la producción y consumo tradicionales en pos de una conciencia ecológica
Según el Foro Económico Mundial, la industria de la moda es el segundo mayor consumidor de agua, emite el 10% de las emisiones de carbono en todo el mundo y es responsable del 20% de la contaminación industrial del agua.
Producir una remera de algodón consume 2650 litros de agua, que equivale a 8 vasos de agua que puede tomar una persona por día durante 3 años y medio. La cantidad de emisiones de CO2 que produce supera a las generadas por aviones y barcos. El lavado de la ropa libera 500.000 toneladas de microfibras al océano cada año, lo que equivale a 50 mil millones de botellas de plástico. El teñido textil es el segundo mayor contaminante de agua.
Mientras tanto, la producción de la ropa ha duplicado desde 2000. Pero el 85% de las prendas terminan en vertederos cada año lo que equivale a lo que un camión de basura descarga en un basural cada segundo.
“Es muy difícil ser 100% sustentable. Se trata de un camino de serlo y no como una actitud de castigar al que no lo es. Podemos ir modificando muchas cosas de su trazabilidad o de su cadena de valor, desde el contenido hasta el packaging. Lo que una marca puede ser, es ser consciente y responsable. El diseñador es un comunicador social”, expresa Alejandra Gougy, presidenta de la Asociación Moda Sostenible Argentina (AMSOAR).
“Ser sustentable debería ser algo esencial. Nuestros recursos naturales son limitados y es notable la gran cantidad de basura que hay. El mayor contaminador no es sólo el que fabrica, sino el que lo consume también. Y no solo la sustentabilidad sino también la sostenibilidad se arma en comunidad. La sostenibilidad es igual al cuidado y el cuidado, al amor. Cuidamos lo que amamos”, concluye la presidenta de AMSOAR.
¿Qué alternativas existen en Argentina para un desarrollo sustentable en la industria de la moda?
Inspirada en Misiones, lugar donde nació y se crió, Verónica Bergottini fundó Karu Biodiseño, en la que desarrolla e investiga un biomaterial innovador cuya textura es similar al cuero vegetal y lo aplica al diseño sustentable.
“Se trata de TILEX (Tela de Ilex paraguariensis, el nombre científico de la planta de yerba mate), un material sintetizado por microorganismos cultivados en yerba mate. Su obtención implica un proceso biotecnológico y luego tratamientos para adquirir ciertas propiedades específicas. La biofabricación consiste en emplear a células vivas como fábricas de materiales. TILEX es un ejemplo de material biofabricado», dice Verónica.
Y agrega, “Un punto innovador es que este tipo de biomaterial puede ser cultivado directamente con las medidas de la moldería para evitar descartes. Es decir, eszero wastedesde el batch de cultivo. Por otra parte, todos los desechos del cultivo microbiano son compostables.”
Martín Alonso es fundador de Stay True, que produce remeras 100% orgánicas, sin tóxicos, sin transgénicos y con cero consumo de agua.
“En 2014, nos propusimos desarrollar junto con la comunidad Qom de Campo Medina, el primer programa de cultivo de algodón biodinámico de la Argentina y en 2020 lanzamos los primeros productos a base de cáñamo. Estas fibras naturales son producidas de manera regenerativa, basado en los principios de la agricultura biodinámica y el comercio justo certificado”, explica Martín.
“La Ley de producción orgánica determina que tenés que recibir la certificación de Senasa para que tu producto sea reconocido como orgánico argentino, pero en el caso del algodón o de cualquier otra fibra natural textil termina siendo un proceso a medias porque se llega hasta donde se cultiva cuando se separa de la semilla y queda en fibra. Nosotros lo que hacemos es que la certificadora, aparte de la fibra, siga hasta la prenda final, así auditan toda la cadena, desde el campo hasta el shop”, expresa.
Y señala: “Por eso tenemos muchas diferencias con otros. En el campo, no usamos agroquímicos, usamos solo agua de lluvia y realizamos un monocultivo que sea autosostenible y regenere el suelo. En cuanto a los tejidos y tinturas, trabajamos con cero químicos, solamente se teje, y termina siendo un color crudo porque no lo blanqueamos ni lo teñimos. En forma adicional, después hacemos un proceso de teñido con cáscaras de cebolla, de palta, hojas de yerba mate, flores y tierra.”
“No usamos formaldehído (químico para que no se arrugue y no se encoja la prenda) ni la prenda lleva etiqueta o material de marketing porque cuanto menos es mejor. El producto es envuelto en papel crap como se hacía antes y es entregado en caja reciclada y cinta de papel. Explicamos en un papel el proceso para que veas por qué manos pasaron para que llegue al producto final”, concluye el fundador de Stay True.
Agostina Trovato es co creadora de Get wild! que diseña y produce indumentaria con fibra natural de bambú.
“El bambú es la planta de más rápido crecimiento en el mundo y es, por lo tanto, el recurso ecológico y sostenible por excelencia. Crece en terrenos marginales sin requerir tierra fértil, agrotóxicos ni pesticidas. Más del 50% de las especies registradas de bambú, habitan en el continente americano. Nosotros trabajamos en Misiones, Chaco y Formosa, en fase experimental. De la caña de bambú extraemos la fibra que nos permite obtener el hilado con el cual finalmente hacemos la tela de bambú”, comentó Agostina.
“Las maquinarias cuentan con una baja relación de baño y procesos más cortos, que permiten un menor uso de químicos y por ende, un mejor tratamiento de los efluentes residuales, químicos y biológicos”, dice.
Y añade: “Los controles aplicados limitan la selección y gestión de colorantes, respetando el listado de sustancias restringidas (formaldehidos, colorantes azoicos, ftalatos, alquilfenol etoxilado, cromo hexavalente, sustancias alergénicas, níquel, plomo y cadmio) y sustituyéndolos por productos de bajo impacto (química verde, los que además responden a las políticas de la certificación ecológica BlueSign)”.
“Para el proceso de stockeado de las prendas hemos reemplazado las bolsas de plástico por bolsas compostables. Todos los residuos de tela generados en la producción de indumentaria, son reutilizados para confeccionar nuevas prendas o productos”, concluye la co creadora de Get Wild!
Animaná es una marca de lujo sustentable que realiza prendas de fibras naturales de la Patagonia y los Andes.
“Trabajamos principalmente las fibras de los camélidos como el alpaca, la llama, la vicuña y el guanaco. E incorporamos otras fibras naturales como la lana y el algodón orgánico, el lino y la seda. En nuestro proceso de producción trabajamos con distintas comunidades de artesanos, cooperativas, tejedores y familias y creamos diseños que se adapten a las posibilidades locales de producción”, explica Marcia, gerente comercial de la marca.
“Las fibras se lavan con jabón blanco, no tienen químicos agregados contaminantes y la base de la colección son los colores de las fibras que van del natural al negro para crear prendas atemporales que perduren por su calidad y no las tengas que usar solo para una temporada. Otras veces, agregamos tonos de color con tintes naturales a través de plantas y semillas o colores más fuertes con tintas certificadas no tóxicas”, detalle Marcia.
En 2009, junto con animaná, Adriana Marina también fundó la ONG sin fines de lucro “Hecho por Nosotros”, que cuenta con estatus consultivo dentro de las Naciones Unidas para profundizar la transformación del paradigma de la moda sostenible.
Eugenia Zona se inspiró en las culturas originarias, que crearon y profundizaron el mundo de los tintes naturales, y fundó Jardín estampas.
“Está enfocado en hacer textiles, estampados y teñidos con tintes naturales. Las prendas son procesadas artesanalmente con tintes naturales vegetales y trabajo con dos técnicas: el estampado y el teñido. Los textiles que trabajo son de fibras naturales como algodón, lino, yute, lana o seda. Provienen de tejidos reciclados y excedentes de depósitos, tiendas antiguas o descartes de la industria textil convencional”, dijo Eugenia.
Y agrega: “Para realizar los estampados, selecciono hojas de plantas y árboles, flores, semillas, cáscaras y cortezas que por un proceso de cocción al vapor, permite que todos esos pigmentos pasen a la tela y se fijen luego mediante sales minerales. Con los teñidos ocurre algo similar, con esos materiales vegetales genero un tinte con agua y luego sumerjo las telas preparadas con sales minerales, con las que después hago las prendas”.
“Todos los materiales utilizados en la fabricación de los tintes y estampas son atóxicos, y luego de utilizados vuelven a la tierra generando abono. Al igual que los desperdicios textiles generados que son reutilizados en series de nuevos productos”, concluye la creadora de Jardín estampas.