Fuente: Cronista ~ Comenzó dedicándose a los sombreros y bastones y hoy cuenta con indumentaria casual y perfumes. Cómo hizo Giesso para mantenerse durante más de 100 años en el negocio.
Sobrevivir más de 100 años en el mundo de los negocios no es nada fácil. Y más aún si hablamos de transitar las tormentosas aguas de la economía argentina durante tanto tiempo. Sin embargo, una empresa vinculada a la industria de la moda logró hacerlo a base de saber leer el mercado e ir adaptándose en base a los cambios del guardarropa de los argentinos. Se trata de la sastrería Giesso que supo pasar de ser la tienda predilecta de Domingo Faustino Sarmiento a punta de lanza en la industria local con su línea de perfumes y de indumentaria femenina.
Bonficacio Giesso se dedicaba a hacer gorras y sombreros en su Génova natal. Cuando llegó a la Argentina en 1884 abrió su propio local en Buenos Aires. Ahí no solo vendía los artículos de su expertise, sino que también ofrecía camisas finas, gemelos, botones, paraguas y valijas. Su local estaba ubicado sobre la calle Cuyo muy cerca de la casa del sanjuanino Sarmiento. Según cuentan, el ex presidente solía pasar a visitar al genovés para que lo ayudara con el moño de su corbata.
El emprendimiento creció y su fundador cortó cinta de otros tres locales, que le cedió a cada uno de sus hijos. No obstante, solo uno de ellos logró que el negocio prosperara y a partir de su tienda se extendió el legado familiar. Alfredo Giesso tenía su local sobre avenida Corrientes y Cerrito y luego la empresa se extendió con puntos de venta en otras dos avenidas icónicas: Alvear y Santa Fe.
Metamorfosis de moda
De los sombraros pasaron a enfocarse en las camisas finas. La clave de la supervivencia, como explican desde la compañía, estuvo en saber transformarse a tiempo. Por eso en los 50 reformularon el negocio incorporando colecciones de ropa de uso cotidiano y convirtieron su apellido en la marca insignia. Alfredo Giesso falleció en 1996 y lo sucedió su nieta, Ana María Giesso, quien poco después lanzó la línea de ropa femenina de la marca. PUBLICIDAD
Actualmente la firma cuenta con 14 locales a la calle, de los cuales la mayoría están ubicados en territorio porteño. A la indumentaria y sastrería, que se volvió su emblema desde los 90, también le sumaron la perfumería en 2004. Ese año lanzaron su línea Giesso Elementos en asociación con la empresa nacional L’oval que desembolsó cerca de $ 1 millón para desarrollar su portfolio de fragancias.
Hoy Giesso ya tiene al mando a la quinta generación. «Teníamos claro que había que hacer un traspaso generacional. Y nunca asumimos grandes riesgos porque tuvimos una buen lectura de la Argentina», aseguró Ana María Giesso en 2010. La batuta pasó a su hijo, Mariano Rodríguez Giesso, bisnieto del fundador de la empresa. «Si el negocio no se hubiera transformado, la empresa no existiría más, porque ya nadie compra sombreros o cuellos de camisa», indica el ejecutivo.
A los 17 años, Rodríguez Giesso visitaba fábricas en Italia y el Reino Unido. Luego estudió Economía y en 1985 se sumó a la compañía familiar para hacerse cargo del área de planeamiento estratégico y comercial. Ahora es CEO y presidente. Aunque la firma continúa en manos del clan, en 1998 estuvo cerca de ser vendida tras una oferta del fondo de inversión del grupo Soldati, pero finalmente la rechazaron.
Además de Sarmiento, la marca también se cuelga la medalla de tener entre sus clientes a los principales atletas argentinos. En los Juegos Olímpicos de Rio 2016 y de Tokio 2020 estuvo a cargo de vestir a la delegación nacional que lució sus sacos, pantalones y chalinas.