Dante Sica no duda. Para el ministro de Producción y Trabajo, uno de los negociadores del histórico acuerdo sellado entre el Mercosur y la Unión Europea el viernes pasado, la economía argentina deberá rediseñarse para mejorar su competitividad. Pero esa transformación no debe preocupar, sino «ocupar» al Gobierno y a las empresas acelerando un programa de reformas profundas. «Este acuerdo es una reforma estructural», describió desde Bruselas Sica, quien señaló que esto traerá productos de calidad y mejores precios para los argentinos, gracias a que el país tendrá desde la aprobación definitiva del acuerdo una mayor integración con el 30% del PBI mundial. Sobre los sectores sensibles, que preocupan sobre todo a los industriales locales, auguró que habrá políticas públicas para ayudarlos y garantizó que el acuerdo, que describió como «equilibrado», ofrece el tiempo necesario para eso.
«Sin Mauricio Macri este acuerdo no habría sido posible», dijo el ministro sobre el papel que el Presidente jugó en el concierto internacional.
-¿Por qué es importante este acuerdo para los consumidores?
-No separaría entre consumidores y empresarios. Es importante para los argentinos porque va a abrir el comercio, y cuanto más volumen tenemos, más se exporta y hay más competencia. Van a aparecer productos más variados. Esto genera una oferta más rica y competitiva y va a beneficiar a los consumidores con menores precios.
-¿Cómo afectará a las empresas? ¿Habrá industrias que cerrarán o trabajadores que perderán sus empleos?
-Creo que más que preocuparnos por eso tenemos que ocuparnos. En un acuerdo como este hay demandas y concesiones que hay que equilibrar. Es un acuerdo que tiene un equilibrio que da tiempo para trabajar y enfocarnos en políticas para ayudar a esos sectores. Vamos a tener que empujar en temas de competitividad, donde el gran responsable es el sector público a la hora de bajar la presión fiscal, los costos logísticos o mejorar los temas laborales. Pero es una agenda que no es solo del sector público, sino compartida con los privados, los sindicatos y las provincias. Va a tener un gran impacto en todas las economías del interior. Ahora sí, tenemos que trabajar en mejorar la competitividad de la Argentina.
-Esto precisará de una fuerte transformación. ¿Habrá consenso político para impulsar esas reformas estructurales?
-Hay que pensar en un proceso de reformas continuas. Este acuerdo es una reforma estructural en sí mismo. Pasamos de ser una de las economías más cerradas del mundo, con muy pocas relaciones comerciales, a tener vínculo con el 30% de la economía mundial. Es un cambio estructural. Nos obligará a rediseñar mucho. Esto es lo importante para adelante. Vamos a poner en línea todo el programa de reformas que tenemos que encarar y seguiremos profundizándolas.
-El kirchnerismo dijo que este acuerdo es malo para la industria local.
-Esas declaraciones forman parte de una nueva contradicción. Son ignorantes o hacen campaña política, porque Néstor Kirchner lo impulsó en 2004 y Cristina Kirchner buscó acelerarlo durante su gestión. Son contradictorios.
-¿Cómo se protege a los sectores llamados sensibles?
-Primero, el acuerdo recoge todas las sensibilidades que plantearon los sectores. Es equilibrado no solo en términos de demandas y concesiones entre ambos bloques, sino en el interior de cada uno de los sectores. Hemos tenido en cuenta todas las sensibilidades. Algunos sectores fueron excluidos y otros están en las canastas de desgravaciones [arancelarias] de más largo plazo. Desde hoy hay que trabajar para enfocar nuestra matriz de política pública en mejorar la competitividad en el proceso de integración.
-El sector automotor local era uno de los más expuestos. ¿Qué se arregló allí?
-Había muchos sectores. Incluso sectores muy intensivos en mano de obra, como calzados o textiles. En este último hay un acuerdo del Mercosur y la Unión Europea específico del sector, en el que serán ellos los que van a ir acordando un proceso de mayor integración. Hemos trabajado mirando estas cuestiones. El acuerdo automotor plantea una canasta de desgravación de 15 años y 7 de gracia, además de una cuota de autos.
-¿Esto beneficiará a la cadena agroindustrial? ¿Cómo se convenció a Francia y qué rol jugó el presidente Macri para que se bajaran estas barreras?
-Todo lo que tiene que ver con el capítulo de manufacturas de origen agropecuario va a verse ampliamente beneficiado. Macri jugó un papel importante hablando con cada uno de los líderes, quitando fantasmas y haciendo entender la necesidad de llevar adelante este acuerdo. Hubo algunas declaraciones de Emmanuel Macron [presidente de Francia] con relación a Brasil y su posible salida del Acuerdo de París que llevaron a una reunión entre Macron y Jair Bolsonaro [presidente de Brasil] en Osaka, que fue una movida del presidente Macri para calmar las aguas. Eso nos dio la cobertura política indispensable para cerrar en Bruselas. Sin Macri no habría habido acuerdo.
-¿Se mantuvieron los pedidos de los empresarios con relación a las reglas de origen, triangulaciones e indicaciones geográficas?
-En todos los frentes se avanzó bien. Logramos consensuar los sectores más sensibles y mantener las normas de origen que eran las adecuadas. En algunos casos aceptamos que había menos sensibilidad y mantuvimos las europeas; en otras, las del Mercosur.
-¿Se mantuvieron las «líneas rojas» pedidas por la industria farmacéutica en cuanto a propiedad intelectual y patentes?
-No hubo cambios. Esa «línea roja» se respetó.