Fuente: La Nación ~ Fundó su marca Kosiuko hace 30 años, junto con su marido, Federico Bonomi: “Hay minas a las que los maridos las tiran abajo todo el tiempo. Fede, en cambio, me deja volar”.
Militó contra la joggineta en pandemia. Se apropió de la palabra encendida hasta gastarla. Habla de apertura de ilusión 360, levanta la bandera delas chicas cincuentonas que la rockean, inventó una mascota mundialista, se le planta a los excesos y la influencia latina, cuestiona las redes a pesar de su participación intensísima y una corona de influencer de la que ya no reniega.
Cynthia Kern es un remolino, o un torbellino. Cualquier cosa menos quieta. Fundó hace 30 años, junto con su marido, una de las empresas de indumentaria más exitosas del país y Sudamérica. Llenó un Obras Sanitarias con un desfile despampanante; con cola que daba vuelta la manzana y chicas uniformadas de Kosiuko, un dress code que desde ya no figuraba en la invitación pero que ellas decidieron cual bandera.
Madre de cuatro hijos, dos perros, casada “desde siempre” con el empresario Federico Bonomi, con quien también hace vinos, aceites, velas, perfumes y todo lo que se le ocurre cuando, post viaje, se inspira. “Si voy a Francia y termino en un campo de lavandas, lo más probable es que llegue y lance una nueva fragancia. Cuando algo me vuelve loca, avanzo. Bueno, en realidad siempre avanzo”, dice entre carcajadas la empresaria que se jacta de no tener haters.
-Una especie de milagro que hay que contar en voz baja. Influencer sin odiadores es algo que roza la exquisitez.
-Lo juro. Es algo impresionante lo que se generó. A mí nadie me agrede. En mis comentarios nadie me dice que soy gorda o que soy flaca, rubia o morocha, que los hago gastar mucho o poco. No va por ahí. Todo es gratitud. Doy tips de estilismo y belleza, comparto ideas, me río con las seguidoras. Y contesto cada inquietud porque mi Instagram lo manejo yo. Obviamente es un laburo, todo un esfuerzo porque trabajo un montón y esto lleva largas horitas de teléfono en mano. Me ha causado más de una discusión con mi marido, pero yo siento una especie de responsabilidad. ¡Cómo no voy a contestar si recibo tanto cariño!
-¿Cómo fue que caíste en las mieles de las redes y te transformaste en gurú?
-Me mata la palabra pero me lo dicen y no lo puedo creer. En realidad, todo empezó con la pandemia. A mí toda esa locura me agarró en Nueva York. Estábamos en viaje de mujeres con mi hija Fiona; cuando llegamos tuvimos que hacer cuarentena en la casa de mi tía. Bueno, pasó lo que todos sabemos, pude volver a mi casa con mi familia y entonces empezó el show. Recuerdo que llegué, nos miramos con Fede y dijimos: esta empresa no la vamos a perder. Treinta años de trabajo y una colección enorme lista para vender. Así que bueno, yo siempre digo que a los problemas, soluciones. Ambos somos ejecutivos y me puse más creativa que nunca, desarrollé una colección nueva, prints, carta de colores. Supe que no iba a existir el verano sino el alto verano. Y, al toque, empecé con los vivos. De pronto me encontré en el vestidor viendo los equipos, que me encantaban. Y sentí desesperación por mostrarlos. Los primeros videítos me costaba un montón editarlos, persiguiendo a los pibes para que me tengan la cámara. Ordenaba y desordenaba; estaba enajenada.
-Bueno, tema desorden en pandemia. Ese sí fue un hit.
-Yo trabajaba con tres personas muy cercanas, estaba altamente creativa. Pero, a la par, manoteaba la mopa y claramente entré en la locura del orden. Ese fue un gran tema que traté con el terapeuta. Hasta que por orden médica aflojé, empecé a disfrutar de lo nuevo. La posibilidad de almorzar todos juntos. El plan del delivery multirubro, cada uno con lo que le gustaba. Se armaban charlas geniales. Hasta los perros estaban contentos porque no podían creer que nos tenían las 24 horas.
-Y ahí empezaste a luchar contra la joggineta que se estaba instalando, inexorablemente.
-Sí, estuve totamente en contra. Le decía a las mujeres: salvémosnos de toda esta situación caótica conservando la belleza. Yo me perfumaba y me maquillaba un poco porque no podía verme con esa cara de espanto. Supuse que no hacerlo sería el camino hacia la depresión. Pijama, pelo hecho pelota y limpiando… ¡No! Empecé a entrenar más que nunca mi ojo clínico. Miraba a las mujeres, analizaba la estética del mundo zombie en el que vivíamos. Sentí que tenía mucho para contar sobre estilismo. Y fue tan impresionante que después terminé dando charlas en teatros.
-¿Qué pensás que gusta tanto de tu mensaje, propuesta y actitud?
-Creo que cambió el paradigma. Me siguen chicas de 18 y de 50 y pico. Es una franja enorme. Considero que transmito algo creíble; y eso es lo que gusta. Me ven auténtica, natural. Yo no tengo cirugías y eso se percibe. Por supuesto que soy una mujer cuidada, con mis tratamientos, cremitas, las luces buenas. Pero hasta ahí. Lo auténtico es lo más buscado en el mundo.
-¿Las argentinas nos estamos latinizando? El boom de las uñas como garras, las pestañas…
-Espero que no avance demasiado todo eso porque no me gusta nada. Por suerte, así como hay mucha gente que se pone uñas y rellenos tremendos, existe una cantidad enorme de mujeres que conservan la elegancia. Toda la vida hubo excesos que alimentaron lo vulgar. Para mí la mujer más linda es la natural. Me encanta cómo están Jane Fonda o Naomi Watts. Obviamente tienen sus retoquecitos, pero triunfa la finura.
-Claramente no son las Kardashian…
-Todas ellas me parecen nefastas. No me gustan nada, pero nada. Es la antítesis de la elegancia, atentan contra la femineidad y son las que arruinaron la moda en el mundo. La argentina nunca quiso parecerse a la latina pero todas estas cosas confunden. Muchas creen que van a ser exitosas si se ponen de esa manera. Y es una pena porque la mujer, que tanto quiere ser libre, se termina esclavizando de la manera más ordinaria.
-¿Habrá vuelta atrás, algún antídoto?
-Sí, hacer siluetas relajadas, contar mil veces que el exceso resta. Por suerte veo mujeres que se pusieron mucha lola y ahora deciden sacarse. Yo confío en el buen gusto de la mujer argentina. Acá se sigue usando la palabra distinguida. Existe esa meta.
-¿Ejemplo de ellas?
-No voy a caer en Juliana Awada, que resulta una obviedad. Me gusta una Carla Peterson, que es tranquila pero tiene onda. Dolores Barreiro. Hay muchas mujeres cancheras. A mí me encanta ese término. Es una palabra que se me pegó hace mil años y aplica a un montón de cosas.
-¿Qué prendas son siempre un sí?
-El primer impacto puede ser un buen par de anteojos. Alguna prenda jeanera, una chaqueta militar. Dos o tres cosas bien llevadas hacen la diferencia.
-¿Qué te da miedo de las redes? ¿La dependencia?
-Por momentos quisiera que no existan. En realidad me gustaría que los teléfonos solo sirvieran para comunicarse, mandar mensajes de texto. Me parece una locura lo que pasa con los jóvenes, el histeriqueo de los likes o no likes, que se relacionen y saquen conclusiones a través de esas cosas. Encima la mentira que es; los filtros. Me parece que la gente ya no sabe para dónde ir. Seguir a una celebridad casi que cansa. Me preocupa que los chicos estén preocupados por cómo los van a juzgar. Entonces, no viven libres. Creo que las redes confunden a la gente. Si se pudiera votar para que dejen de existir creo que nos sorprenderíamos.
-Pero por otro lado contás que te encanta “encender” a las mujeres…
-Primero me encendí yo porque se ve que tenía ganas de hacer cosas locas. Y, después, me encantó contagiar entusiasmo. Hay minas a las que los maridos las tiran abajo todo el tiempo. Fede, en cambio, me deja volar. Se divierte conmigo. Y me dice, ¿tan linda te vas hoy a trabajar? Y eso es genial, te levanta el día. Todos me dicen que la mejor vendedora de mi marca soy yo. Y me la terminé creyendo.
-¿Cuál es tu filosofía?
-Sé femenina, audaz, libre, disfrutá de la moda, jugá.
-¿Alguna prenda que te parezca imposible?
-La riñonera y las plataformas vulgares. No digo todas porque Valentino sacó unas que son un fuego. Después me matan los jeans con lavado ordinario. Esos tejidos elastizados que no tienen una trama y construcción de pigmento formado desde la hilandería.
-¿Alguna vez soñaste con vestir a alguien?
A Madonna, que siempre la amé. Pero ya no me gustaría porque ahora se fue al pasto. Deformada e irreconocible. Y las primeras damas… La verdad es que me parece una antigüedad. Y después empiezan las críticas, las comparaciones. Para mí lo que realmente está mal es que la gente se pelee todo el tiempo. Y como soy una mujer con esperanza, siempre pienso que las cosas pueden cambiar, que la gente se puede pulir en todos los sentidos.
-¿Pampita sigue siendo la inspiración de todos?
-Yo creo que hay que cortarla con eso de endiosar gente. La verdad es que hice mis desfiles sin ella y no pasó nada. Que no se mal interprete. Está todo bien con Pampita y la felicito, la respeto porque tiene una gran actitud, pero en lo personal no soy su fan. Hay una generación nueva que ya no sabe tanto quién es. Hay que empezar a reconocer talento en gente nueva. Pasa con mi marca. La verdad es que si no me renuevo, me muero.
-¿De qué estás cansada?
-Aunque parezca loco, estoy cansada de llorar. Yo iba a misa con mi papá, siempre. Así que volver sin él, porque falleció hace dos años, se transformó en una catarata de llanto. Cuando empezaban los coros, lloraba a mares. Me pasó durante mucho tiempo y me cansé. Sí, me harté de estar tan sensible. No quiero más tanta emoción en este momento.
-¿Y es así? ¿Decidís no emocionarte y lo lográs?
-Bueno, es un trabajo que lo debe decidir uno. La nostalgia no sirve. La casa de la niñez, el pasado feliz, los chicos chicos. Hay que vivir el presente y punto. Por lo menos es lo que yo hago.
-¿Algún otro consejo? Palabra de gurú que quiere volver al celular que solo sirva para comunicarse…
-Jaja. Contradictoria, ¿no? Lo único que creo es que hay que dejar de ver lo que está haciendo el otro, porque es todo una mentira. Nadie muestra enojo, tristeza, soledad o las ojeras. Pero sí el viaje, lo lindo, la excelencia. No me gustaría que la vida de las nuevas generaciones pase por ahí. Siempre me interesa instalar el tema ddel trabajo, la pasión, la vocación. Es muy importante ocupar la cabeza trabajando. Menos humo y más neuronas.
Que bueno leer reflexiones inteligentes. Te felicito.mucho talento en argentina
Excelente nota y muy buena persona es Cynthia!