Fuente: La Nación ~ El Covid-19 obligó a una pausa: la industria, además de cerrar tiendas, suspendió los tradicionales desfiles hasta nuevo aviso para dar lugar a semanas de moda virtuales y anuncios de fashion weeks adaptados a la nueva realidad. Sin shows presenciales, ¿cuál es el futuro de la moda?
A principios de abril decenas de ciervos fueron fotografiados descansando sobre una alfombra de flores de cerezos en el Parque de Nara, la reserva al sur de Japón. Una postal bella y que responde a un momento único provocado por la pandemia del coronavirus. Una situación ideal que se volvió real más allá de no ser cotidiana. En enero del año pasado la firma AMI mostró su colección masculina y femenina invierno 2019 en un salón cubierto por pesadas cortinas de terciopelo beige. Prendas tradicionales revisitadas en cortes holgados, abrigos oversize, pantalones extra large y colores calmos como camel, gris, crudo y negro salpicados por verde pistacho, naranja quemado y rosa pálido caminaron al paso de los modelos. Al final, el cubo cerrado vio la luz cuando las cortinas se abrieron y apareció en primer plano, al fondo de la plaza del Trocadero, la torre Eiffel llenando de emoción el momento y completando el significado de la colección inspirada en la joven burguesía parisina. Un hecho ubicado en tiempo, espacio y contexto.
En los últimos años los desfiles se convirtieron en auténticas experiencias religiosas que ubicaron a la moda en un aquí y ahora que sirvieron, muchas veces, para continuar con el mensaje de la colección de turno. A raíz de la pandemia las inmediatas semanas de moda fueron virtuales eliminando la parafernalia típica de los eventos. Sin desfiles presenciales, ¿la moda, perdió la magia?
Como símbolo de vitalidad y de no estar rendidos sino fuertes y listos para continuar, Londres arrancó el recorrido del 12 al 14 de junio y continuó este mes, del 14 al 17, Milano Digital Fashion Week. Ambos presentaron colecciones masculinas y femeninas digitales con filmes y videos. Este mes de moda comenzó el 6, hasta el 8, con la semana de la alta costura invierno 2021, y entre el 9 y el 13, de la moda masculina verano 2021. Aunque no es novedad, este claro salvataje tendrá significativos momentos de gloria y sentimentalismo que refrescarán y consagrarán un nuevo momento. Las primeras filas, los invitados, los flashes, los gritos de los fotógrafos, la adrenalina cuando se apagan las luces, el sonido de la música especialmente diseñada y el street style se cambiarán por pantallas de teléfonos y computadoras. Llegamos a desfiles sin público, sin show. Un show con minúsculas.
Con tanto reacomodamiento de urgencia, ¿la moda perdió la magia? «La moda no perdió la magia, sino que la mantiene a partir de dos premisas: adaptarse a los tiempos y eliminar la barrera de la espacialidad. Consumir desfiles en vivo por las redes ensancha las posibilidades de alcanzar a un público global. No es un fenómeno ligado a la pandemia, sino previo. Los desfiles de las grandes marcas transmitidos en vivo y luego subidos a los canales de YouTube no están asociados directamente al consumo de las prendas, son un show en sí», dice Alejandro Lavalle, periodista y autor de Instagram, una nueva topología espectacular.
Maestro en el arte de contar historias que competían y a veces superaban a las prendas, Karl Lagerfeld hizo uso, y abuso, del recurso de la experiencia como parte del show. Con el Grand Palais parisino como epicentro aliado, las presentaciones de Chanel crearon más expectativas respecto de los escenarios que de las colecciones que, muchas veces, se sostenían del falso entorno que era algo más que cartón pintado. La emoción incluía trasladarse a un escenario irreal, un auténtico trompe l’oeil en una palpable tercera dimensión. Como la colección invierno 2017 que propuso un viaje al espacio con un cohete ubicado en el centro del predio que al final partió hacia otra galaxia llevándose prendas en blanco, negro y plata.
Chanel Supermarché (invierno 2014) fue el supermercado con más estilo que se recuerde. La colección fue un homenaje al tweed de la cabeza a los pies y las modelos, coreografía mediante, simulaban comprar carteras 2.55 envueltas al vacío vestidas con tailleurs con botones dorados, tapados con joggings agujereados y zapatillas en una colección más deportiva que chic. La colección verano 2019 ocurrió en una inmensa playa inspirada en las islas Sylt en Alemania, la favorita de Lagerfeld, con horizonte mentiroso y guardavidas dorado por un foco de sol. Se construyó con 240 toneladas de arena de piedra de Carrara traída desde Normandía, la región donde en 1913 Coco Chanel abrió su boutique de playa. La lista sigue hasta incluso después de la muerte del diseñador. Su sucesora, su ex mano derecha y de repente famosa Virginie Viard, consideró que la colección para el actual verano europeo debía ocurrir sobre los tejados parisinos con un repaso del icónico tweed. Con una industria replanteada de adentro hacia fuera como el revés de una chaqueta de tweed, que en la versión alta costura tiene más de 130 horas de fabricación ¿cuál será la próxima jugada? ¿Volverán a ser íntimos, más pequeños, como aquellos donde Coco los observaba escondida, fumando sentada en la escalera en la boutique del 31 de la Rue Cambon? La colección Crucero 2021 fue una presentación virtual a principios del mes pasado, en la que se reemplazó el viaje original a la isla de Capri por un falso ocaso en el Mediterráneo filmado en un estudio en pleno París.
Como todas las piezas que arman una prenda, desde la idea hasta quien la usa, la moda se caracteriza por la relación personal entre quienes forman parte de ella. Y la espontaneidad es un actor importante del microclima mágico de los desfiles. En 1993, en París, Anglomania fue la colección otoño invierno de Vivienne Westwood que tuvo un bonus track: Naomi Campbell con un traje de saco de terciopelo, pollera de tartán y una boa de plumas fucsia se desparramó en el medio de la pasarela cuando se cayó de arriba de los abotinados de cuero azul grabado croco de 23 centímetros de plataforma. Un hecho no planeado que hasta salió en la primera plana de los diarios del día siguiente. La moda a veces incomoda, pero también entretiene.
Plato’s Atlantis presentada en la Ciudad Luz el 5 de octubre de 2009 fue la última colección en vida de Alexander McQueen. Sobre una gran pasarela dos robots con cámaras registraban el desfile transmitido en vivo por Internet. Las modelos, como particulares hijas de Poseidón, como bellos monstruos marinos con peinados alienígenas, desfilaron vestidos estampados en un caleidoscopio de prints acuáticos mezclados con serpientes en azul, verde y amarillo con destellos naranja fuego. De esa colección épica los zapatos de 30 centímetros llamados «armadillo» revolucionaron el mercado por su diseño amorfo y nada convencional que mereció un lugar destacado en la muestra Savage Beauty del Victoria & Albert Museum de Londres. La moda camina con altura y no siempre se cae. «Se trató de la revolución más dramática en la moda del siglo XXI», dijo la periodista Suzy Menkes. Este evento que debutó con la transmisión online, colapsó como quizás colapsarán los próximos eventos virtuales. El diseñador Fabián Zitta adelanta: «El show siempre existirá, la gente siempre se manifestó desde la indumentaria por medio de las redes y la calle. Volverá más renovada y con aires reinventados de nuevos hábitos de consumo. Por ahora será mediante los desfiles vía streaming. Como en todos los quiebres conocidos, habrá nuevos lenguajes para contar una historia».
Las distancias sociales obligan a reconvertir la realidad y lo digital será una herramienta más. ¿Cómo será contar la nueva historia de la moda si todo va a transcurrir de manera impersonal? El cristal del teléfono o la pantalla de la computadora extenderán su reinado. A partir de ahora disfrutar un desfile de manera virtual corresponde a la adaptación de una nueva realidad que, si bien le quita sentimiento y pone en jaque la experiencia, incluida la piel de gallina, será igual para todos. «Lejos de pensar en la desaparición de la magia en la moda habría que pensar en un cambio en la topología: la pasarela en la pantalla no deja de ser tan atractiva como lo era para los privilegiados del front row», agrega Lavalle.
El 25 de junio la firma Martín Churba y Tramando presentaron, por IGTV en su cuenta de Instagram, Alto Rendimiento 2020, su desfile virtual. En casi tres minutos se vio la colección inspirada en los Juegos Olímpicos y atletas de elite como Nadia Comaneci y Noemi Simoneto cuyas imágenes, estampadas en las prendas, vistieron a una modelo con una silueta adherente y aerodinámica con destellos dorados en tops drapeados. Churba cuenta «el show está ligado a dos cosas. Por un lado, el aparato industrial que necesita vender y usa el show para ello, y a la necesidad que tenemos los seres humanos acerca de la fantasía de vivir a través de la moda como ideal. Hoy cambia el ideal de mucha gente, inclusive el de la moda».
La industria prosperará, se reconvertirá y, como espectáculo que es, continuará.
Ayer y hoy
Fue un desfile de alta costura icónico y ocurrió en 1998. Durante el campeonato mundial de futbol FIFA 98, en el Stade de Francia y sobre la cancha como pasarela, 300 modelos desfilaron una retrospectiva de piezas de alta costura diseñadas por Yves Saint Laurent. El Bolero de Ravel sonó de fondo como mantra hipnótico hilvanando los vestidos de la colección Mondrian de 1965, el smoking creado en 1966, la sahariana de 1967 y la chaqueta con los girasoles de Van Gogh de 1988 entre muchas otras. Un momento histórico único que fue visto por 1 billón de personas entre el público presente y la transmisión internacional. Veintidós años después, una fría noche del pasado mes de febrero en París la crema y nata de la moda, o lo que quedaba después de la aparición oficial del Covid-19 días antes en Milán, se reunió para degustar las nuevas propuestas de Saint Laurent por Anthony Vaccarello. Como si se tratara del comienzo de una película de James Bond, los círculos de luz blanca se multiplicaron sobre la pared para iluminar el caminar filoso de las 65 modelos que desfilaron la personalísima visión de una parte del legado del couturier.
Ambos eventos tienen una experiencia y una emoción de tiempo y espacio que le son únicos. Hoy, con cuatro colecciones anuales repartidas en tres shows majestuosos anuales, anunció que en lo que resta del año no presentará más desfiles, cambiará de estrategia, controlará su propio ritmo y lanzará sus colecciones siguiendo su propia agenda.
Resintonizar en una nueva sintonía fina. Los desfiles de moda son un elemento social y cultural más, una parte del espectáculo que, entretiene y decodifica la realidad a través de prendas que son parte de un show. Confundir y creer que la virtualidad será la única realidad es un error. En tal caso será otra parte de la nueva realidad. El mercado reaccionó, cada vez más, a una necesidad.
Si bien Europa está abriendo el panorama referido al Covid-19, la moda todavía camina sobre un terreno incierto. El 22 Christian Dior presentó su colección Crucero en la Piazza de Lecce, en Puglia, al sur de Italia con un desfile en vivo pero sin público. Ese mismo evento fue además la excusa para presentar las nuevas colaboraciones de la firma de lujo con artistas italianos: la puesta en escena fue de Marinella Senatore y se presentó la interpretación de la cartera It Miss Dior de la mano de Pietro Ruffo. Mientras tanto, Paris Fashion Week, la semana de prêt-à-porter parisina, ya tiene fecha del 28 de septiembre al 3 de octubre. Sin una agenda de marcas confirmadas lo que ya se determinó es que esta nueva edición será particular con desfiles en vivo, sin audiencia, o con muy pocos invitados, dependiendo de las marcas. Será una combinación de eventos físicos, digitales y virtuales alrededor del mundo desde una plataforma online. Lo que queda claro es que aquí en adelante la oferta será escueta y responderá a una demanda más selectiva.
Hoy la moda no impone, está más atenta a las demandas de una sociedad que reclama moda, pero también contextos. El negocio se polarizó con nuevos conceptos que hace una década no estaban en los planes y hoy se manifiestan como moneda corriente. El porvenir traerá una nueva magia quizás más real a la, valga la redundancia, realidad. Hoy la moda habla a corazón abierto y la magia se reconvierte en algo genuino. Y la ilusión permanece, aunque cambie de color y perspectiva.
Para Jessica Trosman, una de las creadoras más fértiles del diseño argentino, «la moda va hacia un camino más atemporal y habrá mucha creación con menos colecciones por año. La vuelta de la adrenalina de los desfiles va a demorar en volver, y cuando esta situación se tranquilice, la gente va a reclamar más desde otra perspectiva y las marcas y los holdings van a tener que darle forma a vender de manera más creativa».
Hacer desfiles virtuales sirve como bufón para entretener y seguir peleando durante la reconversión. Esta primera horneada de presentaciones digitales serán exitosos. ¿Volverán los desfiles como los conocimos? Entre el deseo y la realidad actual, volverán. Nada puede reemplazar la efusión y la emoción de ese momento en que se apagan las luces, empieza a sonar la música, avanza el tropel de modelos y sale a saludar el diseñador. Porque cuando el paso firme y sexy de Bella Hadid avanza, hasta a Anna Wintour le vuela el flequillo.