Fuente: Página 12 ~ El default de títulos en pesos y dólares de corto plazo le significó un impacto negativo adicional a la actividad económica. Hay problemas crecientes en la cadena de pagos.
El estiramiento unilateral de los plazos de pago de títulos de deuda en pesos que el Gobierno anunció y que implica un default selectivo restringe aún más el grado de liquidez en la economía real y suma problemas a la castigada cadena de pagos. La medida no tiene un impacto masivo en las empresas de la producción porque por lo general las firmas, especialmente las pymes, vienen tan mal que no tienen capital de trabajo como para proteger en inversiones financieras. Sin embargo, hay empresas medianas que sí quedaron atrapadas en el default y allí el estiramiento de los plazos de pago agrega complicaciones que se derraman en toda la cadena de pagos. La situación de la “economía real” es crítica: no hay precios por falta de referencia clara del dólar, faltan pesos para hacer frente al pago de salarios, proveedores y la AFIP y no hay consumo por el grado de deterioro del salario real.
Las consultas que Página/12 viene realizando hace tiempo a empresarios de todo tamaño y de distintos sectores de la economía dan cuenta de una situación que es cada vez más complicada, que se refleja en la constante caída del empleo y de la producción. “En 1989 los precios cambiaban tres veces por día pero al menos había consumo. Hoy hay inflación, está todo parado y no hay pesos”, recuerda Pedro Bergaglio, presidente de la Cámara del Sweater.
“Las pymes no estamos colocadas en títulos. Nadie en mi subsector tiene inversiones ahora. El pyme industrial necesita colocarse en materia prima e insumos. El gran problema es el enorme grado de incertidumbre. Hay muchos proveedores que no entregan desde las PASO, no hay listas de precios. No entregan porque no saben a qué precio facturar. Defienden el inventario y están a la espera en el caso de las grandes empresas manejan insumos clave. A lo sumo pueden llegar a vender dolarizado. Pero las industrias transformadoras pymes necesitan seguir comprando materia prima, la planta no se puede parar porque quiebra. Entonces el sector manufacturero compra en dólares y vende en pesos y a plazo. No hay plata, no hay consumo, es demoledor”, agrega Bergaglio.
Desde el sector cerealero, donde operan empresas grandes, comentaron a este diario que “hay empresas más o menos posicionadas en este tipo de instrumentos financieros, por lo cual el estiramiento de los plazos de pago genera un stress de iliquidez”. En esa línea, Ariel Schale, director ejecutivo de la Fundación ProTejer, explicó que “hay mecanismos de transmisión del impacto de la medida. La cadena de pagos está entrelazado por los sistemas de incentivo del sistema financiero. Hay clientes y proveedores que quedaron presos del estiramiento de los plazos y eso genera más paralización y un problema adicional”.
“En el sector autopartista, hasta ahora no hubo comentarios acerca del impacto de la medida sobre los títulos en pesos. La gran preocupación es la volatilidad del tipo de cambio, ya que nosotros vendemos a las terminales en pesos con una estructura de costos en donde más o menos el 50 por ciento está dolarizado por las compras de aluminio, acero o plástico. La compra de insumos en dólares y venta a las terminales en pesos es una aspiradora de capital de trabajo. Si las terminales no se alinean y toman conciencia, varios proveedores quedan por debajo de la línea de flotación”, indicó Raúl Amil, titular de Afac, que nuclea a los autopartistas.
Entre las terminales automotrices hubo comunicación entre los gerentes financieros y la información es que no hay grandes afectados por el default por el bajo volumen de liquidez que está manejando el negocio. Las empresas están hablando con las casas matrices para lograr aportes de capital para aliviar la fuerte crisis financiera por caída de las ventas. “Hay una situación de capital de trabajo muy mala. Las empresas que cuentan con cierto margen operativo tratan de aprovechar los instrumentos financieros, con lo cual el default es un problema de liquidez. Agrega más tensión a la cadena de pagos”, señaló a este diario el economista Leandro Mora Alfonsín.
Felipe Artacho, de la fábrica de anteojos Nivel Uno, indicó a Página/12 que “las pymes están pasando una situación muy límite, no hay pesos de sobra como para hacer ese tipo de inversiones. Creo que no toca directamente, pero sí suma mucha incertidumbre”. “No sabemos los precios de venta, no hay referencia y si se vende no hay ningún tipo de certeza sobre la utilidad, por el descalce de plazos entre la compra y la venta. En este momento lo único que queremos es ver cómo llegamos al final de la película”, agrega. Aldo Lo Russo, empresario metalúrgico y dirigente de Camima, advierte que los instrumentos financieros afectados por la medida del Gobierno “son utilizados por empresas medianas o grandes. Les puede afectar si no pueden retirar la plata que tenían prevista”.