Fuente: IProfesional ~ Lía Protto pasó de un estudio jurídico a recorrer talleres buscando la mejor calidad para sus productos. En pandemia explotó el negocio y quiere exportar.
En 2007, Lía Protto era abogada y trabajaba en el microcentro con tareas vinculadas a seguros y ART que no le generaban ningún desafío. Pero la creatividad y el diseño siempre fueron parte de su vida. «Trabajaba en un estudio jurídico haciendo cosas que me aburrían y empecé a buscar dónde poner mi creatividad», cuenta a iProfesional.
Si bien tuvo que «estudiar una carrera con salida laboral concreta», a sus 26 años comenzó a hacer un curso en la Escuela Argentina de Moda y en poco tiempo ya estaba diseñando camperas de cuero, billeteras y carteras, lo que daría origen a su marca Trentoya en 2008.
Lía empezó de cero, buscando proveedores, yendo a caminar la calle Boedo por materiales de confección y, si bien hoy la marca funciona de otra manera, al principio era ella haciendo todo. «Ese camino me hizo conocer y aprender muchas cosas sobre el rubro», recuerda.
«En la búsqueda de talleres de confección antes de tener el propio, me metía en cualquier lugar, estaba loca. Mi mamá y mi hermano, que me han acompañado a lugares desconocidos, me miraban y me preguntaban si estaba loca, si iba a entrar a esos lugares. Y sí, para fabricar en Argentina al menos un poco loco tenés que estar«, expresa.
Lía reconoce que su vida anterior, en el mundo de la abogacía, le permitió desarrollar más su personalidad, ser más sociable. «La facultad ayuda mucho y te abre la cabeza, estudies lo que estudies. Además, me tocó trabajar en un lugar donde el dueño del lugar te decía que no importaba cómo, pero que había que conseguirlo, y aprendí -a fuerza de experiencia- que si querés algo, tenés mil maneras de conseguirlo. Si te dicen que no, hay que seguir intentando hasta que salga. Todo ese camino me formó como profesional y me ayudó para después hacer mi camino de forma independiente».
Los primeros obstáculos para producir
«Con respecto a la marca, puedo escribir un libro de los obstáculos para ser emprendedor en Argentina, y no hablo solamente de la carga impositiva», dice la creadora de Tentroya.
Lía empezó buscando proveedores y yendo a caminar la calle Boedo por materiales de confección
En primer lugar, se refiere a la falta de profesionalización de la actividad. «Recorría talleres buscando alguien que quisiera hacer algo distinto, la mayoría de los modelistas (que son los que hacen el primer prototipo del producto) cuando ven que es algo diferente de lo que se hace habitualmente, te dicen que no se puede», cuenta.
«Insistís para que lo hagan, para que le pongan cabeza y laburo, tratás de contagiarlos de tu visión, pero mucha gente elige seguir haciendo bolsos básicos y lo entendés porque económicamente es lo que más les conviene», se lamenta.
Luego, narra que al momento de fabricarlos «toca la frustración de recibir productos que esperaste por dos meses y llegan todos mal hechos, mal cosidos, manchados, con los materiales arruinados».
Ahora Lía lo toma como parte del proceso, pero las primeras veces era tremendo. «Una cartera que habías imaginado 6 meses atrás, que le habías comprado los materiales y conseguido el taller, te llega destruida, mal cosida, mal armada, manchada, y el cuero, una vez que se cose. queda marcado y no tiene solución, tenés que volver a comprar el cuero y volver a producirlo».
La joven analiza la actualidad del rubro: «El hecho de que no haya un plan sostenido para el crecimiento de la industria hace que sea muy informal. Muchas veces los talleres constan de 2 personas que son familiares y trabajan en el fondo de su casa, con la pequeña máquina que se pudieron comprar. No apuestan a crecer porque ya tuvieron una mala experiencia, entonces en lugar de trabajar con 2 o 3 tenes que buscar 20 para poder sacar una producción o armar un equipo propio».
Por otro lado, sigue, «los cueros que se exportan son los de primera calidad y los que quedan acá son los rechazos de exportación, por lo que partís desde atrás con respecto a marcas internacionales. Y lo mismo te pasa con los herrajes, acá te adaptás a lo que hay, no a lo que vos querés o a lo que el diseño lleva».
Como próximos pasos, Lía quiere llevar sus productos a otros mercados
Sumado a ello, «cuando se cierran las importaciones, los insumos no se consiguen y eso perjudica a todos. Nunca llegás a competir con marcas internacionales porque no tenés los insumos. Hay un herraje que yo uso que lo compré en China. Acá no se consigue. Lo quise fabricar, pero no lo fabrican porque no tienen la máquina y no quieren invertir en eso por miedo».
No obstante estos temas, la emprendedora plantea: «Argentina es increíble y puede crecer con su industria, tenemos muy buenas ideas y buena gente, pero necesitamos contar con un plan que ayude a que esto ocurra. Si queremos competir con marcas en serio, tenemos que tener con qué. ¿Saben lo que crecerían las fábricas si contáramos con algún tipo de colaboración? Facilidades para contratar, acceso al crédito, acceso a los insumos», enumera.
Los números del negocio
Tentroya comenzó con una inversión de u$s3.000. «Empezamos haciendo indumentaria de cuero y después fuimos sumando accesorios y carteras», cuenta Lía. «Hoy estamos en una venta que ronda los 100 productos mensuales y una facturación promedio de $3 millones mensuales».
Sobre cómo ha ido evolucionando el negocio, «fue en sintonía con mi propia evolución como emprendedora», dice. «Arrancamos vendiendo a conocidos y amigos de amigos. Cuando empezamos a crecer, incursionamos en el mundo del marketing, prensa, branding, y la marca fue de a poco creciendo. A la gente le iba gustando y llegamos a tener dos locales, uno en Posadas y Rodriguez Peña y el otro en Galerías Pacifico».
El primero tuvo que cerrarlo por la situación económica y luego de la pandemia, el otro. «Fueron tiempos de mucho miedo porque creí que iba a tener que cerrar la empresa», recuerda la emprendedora.
Actualmente, la marca se vende solo a través del canal on line. «Modalidad que explotó con la pandemia y ahora sigue creciendo. La facturación superó las expectativas. La clave del éxito estuvo en la tenacidad del equipo y en la readaptación que transitamos en todo este corto plazo. Es algo que caracteriza a todo emprendedor argentino», manifiesta.
Tentroya comenzó con una inversión de u$s3.000
Y sigue: «Estoy convencida de que es el camino; invertir para que el canal sea cada día una mejor experiencia para el cliente y para el usuario, la forma de llegar a más personas. Con un local llegás a la gente de la zona mientras que teniendo una tienda on line llegás a todos los rincones del país».
«Si bien me encantan los locales físicos y creo que esta bueno que la marca tenga una tienda física, creo que el canal online hoy nos da la posibilidad a nosotros como empresarios de llegar a lugares que no llegaríamos y a los clientes de acceder a productos que no estan en la zona en la que ellos viven y recibirlos de la misma manera que los recibe una persona en CABA», cuenta.
Con el diario del lunes, «creo que todo lo que vivimos fue un aprendizaje y no me arrepiento del camino recorrido, por supuesto que puedo encontrar muchas cosas que haría mejor, pero siento que no tendría la experiencia ni el aprendizaje que tengo ahora», reflexiona.
Si volviera el tiempo atrás, la joven tal vez apostaría muchos más recursos al canal online. «Creo que no tiene techo y las posibilidades que ofrece son infinitas», plantea.
«No dejaría de tener local, pero siempre portando fuerte al crecimiento online. Por otro lado, armaría más equipo. A veces uno cree que puede hacer todo solo y muchas veces me terminé agobiando. Siempre las cosas que se hacen en equipo terminan siendo mejor».
En términos de balance, dice: «El aprendizaje que nos dejaron esto últimos 2 años es la posibilidad de reinventarnos. Cuando algo pasa que te sorprende y te saca de tu zona de confort, tener la capacidad y la disposición para adaptarte es muy importante, y creo que eso en la Pyme es mucho más sencillo que en una empresa grande».
La empresa que fundó Lía nació en 2008
Como próximos pasos, Lía quiere llegar a otros mercados. «Buscamos crecer dentro del país aumentando la facturación y no descartamos la idea de abrir un nuevo local, pero también buscamos crecer en fabricación nacional para poder exportar al resto del mundo y lograr que nuestros productos lleguen a todos lados».
Actualmente, la marca está con un proyecto de expansión a Estado Unidos bastante encaminado. «Contamos con un depósito allá y sistema de distribución, queremos crecer en ese mercado y después lograr nuevos, siempre abastecidos desde Argentina», concluye.