Fuente: Clarín ~ En Ciudadela hay una fábrica textil que logra la misma calidad de prendas que se suele apreciar en algunas tiendas del exterior, resultado de una búsqueda meticulosa para insertarse en el negocio de la exportación. Sus modelos logran reproducir hasta el más mínimo detalle, que puede ir desde la etiqueta hasta el mismo color de costura que les exigen las marcas a nivel mundial. Y todo esto lo hacen además con un factor clave para el mayorista: a tiempo.
Ésas fueron algunas de las características por las cuales la fábrica Chilleout fue premiada como «mejor proveedora textil nacional», así como la de mejor cumplimiento de entregas y calidad, por parte de la cadena “multilatina” de origen chileno Falabella.
Chilleout le confecciona a Falabella prendas para varias de sus marcas, como Everlast, Diadora y Doo. Pero la cadena chilena no es la ùnica a la que abastece como productor mayorista. También lo hacen empresas como Grimoldi, para sus marcas Vans y Timberland, y Word Sport, para las marcas Quiksilver y DC. Chilleout además exporta de manera directa a Chile, Uruguay y Paraguay.
Los fundadores son el matrimonio conformado por Laura Lachowski y Fernando Zommer quienes, cuentan, cansados de trabajar en relación de dependencia fueron poco a poco armando su propia empresa.
Zommer, ingeniero textil, dice que estaba seguro de lo que hacía. Su padre había fundado una textil que había tenido que declararse en quiebra en 1998. Era una empresa de más de 300 empleados, y Fernando pasó de ser la potencial cabeza de la segunda generación a tener que emplearse en otra compañía. Fue jefe de planta en una fábrica de alfombras, y más tarde tuvo un cargo ejecutivo en Alpargatas.
“Entre los dos, desde el sector privado, íbamos sumando. Teníamos un hijo pequeño pero habíamos quedado con miedo después de que cerró la fábrica. La crisis del 2002 no nos afectó porque no teníamos un peso. Laura trabajaba en Banco Galicia y tenía que aguantarse todas las quejas. Fue un momento muy difícil. En 2003 me echaron de Alpargatas. ¡Justo antes de que pusieran la doble indemnización! Ahí comencé a hacer algunos negocios”, cuenta Fernando.
Aun así, el cambio forzado le brindó la posibilidad de capitalizar sus contactos y empezó a comprar y revender mercadería. “En esa época, cobrábamos en patacones y Lecops, pero todo lo invertíamos en nuestro negocio”, agrega Laura.
“Nos fuimos profesionalizando con el tiempo; los dos hicimos un MBA en Dirección de Empresas en la Universidad del CEMA. En un momento, durante la crisis de 2008-2009, yo estaba trabajando en Accenture para Banco Galicia y Fernando estaba necesitando un socio. Me vine a trabajar con él”.
Cuentan que una vez consolidada la sociedad tuvieron un crecimiento importante en volumen, que reinvirtieron en la compañía. “En los últimos cuatro años mantuvimos la empresa, no sacábamos nada pero mantuvimos el volumen. Nunca tuvimos deudas ni que echar a nadie”. Hoy tienen 38 empleados y una cartera de clientes que mantienen hace casi dos décadas.“Desde 2002 tenemos los mismos clientes. Nosotros crecimos con las empresas como, por ejemplo, Falabella. Le empecé vendiendo medias, y un día le dije: estoy haciendo remeras, y le coticé un presupuesto económico para que me empiece a comprar. Yo sé hacer remeras”, dice Fernando. “Y yo sé venderlas”, agrega Laura.
Para la época en que Laura se integró como socia, además, se consolidaron no sólo como socios sino a nivel patrimonial, con la compra del predio donde hoy está la fábrica, en el partido de Tres de Febrero.
“Empezamos a hacer certificaciones de nuestros procesos. Tenemos pocos clientes pero prestigiosos y lo espejamos con certificaciones de empresa socialmente responsable”, dice Laura. Chilleout es auditada por RSE por la consultora Interteck, y por el protocolo SMETA.
Al cierre de 2019, con fábrica y taller de confección propio, la empresa registró una producción de 450.000 unidades, con una facturación de $100 millones anuales.
“Nuestro hijo mayor es ingeniero industrial, egresado del ITBA, pero por ahora prefiere la vida corporativa, y la más chica todavía va al secundario”, dice Laura. “Lo nuestro fue una elección de vida y queremos que ellos también hagan su elección”.