Fuente: Clarín – Martín Churba se pone la 10, diría la jerga de la redonda para referir a la nueva trama que está protagonizando el reconocido diseñador argentino. Y esta vez, la fusión es con el fútbol y Japón, en un relato textil que imagina un encuentro cumbre entre el mejor jugador del mundo, Lionel Messi, con quien supo ser uno de los popes fashion del siglo XX, Issey Miyake.
Así nació la línea de camisetas con tipologías más acordes a la moda que a la indumentaria deportiva, hechas a partir de registros gráficos anteriores. Presentadas recientemente en el país oriental, donde además Churba llevó obras de arte y otros proyectos de trabajo colectivo con diseñadores y artistas.
Uno de estos puso foco en la reparación sustentable realizado con Guillermo Cameron Mac Lean; otro con Jessica Trosman, apuntó a la nueva vida que se le puede dar a la basura; y un tercero, con el grupo Bondi y Alejandro Sarmiento, tiene que ver con el mobiliario urbano. A los que sumó el desarrollo de los kimonos ponchos que llevó a cabo con Carla Bonifacio.
También, teatro
Justamente, este último es el que pergeñó el año pasado y al que le está dando una relectura al ensamblar las prendas tradicionales de las dos naciones. Piezas que ya fueron usadas para una performance realizada por el bailarín argentino Daniel Proietto y el japonés Mirai Moriyama en Uruguay. También en octubre hará lo propio con un vestuario para una obra de teatro en Tokio.
Lo cierto es que, con cada una de estas iniciativas, el creador recofirma la correspondencia mutua que sostiene desde hace 20 años consecutivos cuando su ropa comenzó a venderse en Japón.
Y algo más -en el reverso- es que este nuevo capítulo coincide con la mudanza de la tienda de Tramando en la calle Rodríguez Peña, que de Casa Matriz pasó a denominarse el after (en Paraná al 1100).Trabajar en equipo. “Para cada proyecto busco consenso, acuerdo. Solo no podría haber hecho todo esto”, asegura. Foto: Gentileza Martín Churba.
-Cambiás el escenario lineal de la moda y pasás al del teatro y la danza que tiene otro movimiento, además de este nuevo enlace con el fútbol, ¿cómo lo vivenciás?
-Me interesa más la permanencia de lo cultural y menos lo efímero de la moda. Lo cultural construye un ladrillo sobre otro, sin necesidad de que éste tape al anterior. En cambio, en la moda es como una especie de bloque que tiene que ser lo suficientemente grande para cubrir al anterior y así sucesivamente, una cosa megalómana que no sé a dónde va. El fast fashion no solo se ocupó de derribar el ecosistema del planeta, sino cualquier idea de construcción cultural.
-Otro escenario que también tiene permanencia es el del fútbol y la camiseta es la prenda que no pasa de moda, se usa todas las temporadas más allá de las variantes. ¿Cómo surgió esta idea?
-Cuando el año pasado volví de Japón eran justo las PASO. Venía con nuevos sueños y me encontré con la gente con el cerebro tomado por ese puente utópico de ir de una política hacia otra, pero que, a la vez, era un absurdo porque parecía que nada podía mejorar. Estaba todo enviciado. Esa manera de vivir que tenemos los argentinos en los últimos años, como si estuviéramos en una guerra interna, ideológica, llena de pozos y grietas. Entonces, hice una especie de conjuro personal de no pensar desde Argentina, me quedé a cinco centímetros del piso, sin tocarlo, metafóricamente. Consideré qué podía juntar que nos uniera en una idea de la cultura, que estuviera el poncho y el kimono en una relación de reflejos y diálogos. A eso le puse “puente cultural”. Y no era solo entre Japón y Argentina, sino también entre la moda y el fútbol, había un encuentro inédito. Había una cuestión de poder mirar a través de esa prenda tan icónica, tan símbolo de la cultura nacional del deporte. Me resultaba increíble. Es raro porque a lo sumo Yohji Yamamoto diseñó la nueva camiseta de Japón…
-Y Emporio Armani hizo la del Napoli
-Pero no deja de ser una camiseta de fútbol. Yo quería ir más allá y abandonar esos niveles de tecnicismos. Tomé el poster que había traído de (Issey) Miyake de Japón y le puse arriba el cuadro de Messi que había hecho mi hijo Alexis. Enganchó justo la silueta de Messi con el pantalón. Empecé a tener como un déjà vu. Había algo en ese juego que me transportaba a esa idea de relaciones. En poder pensar el fútbol desde la moda y poder crear un producto de moda que pueda ser futbolero. En el mundo pasa algo cada vez más fuerte con Argentina y el fútbol. Me encantaría diseñar la camiseta de la Selección.
Quise crear un puente cultural entre Japón y la Argentina, la moda y el fútbol, a través de una prenda icónica
Martín ChurbaDiseñadorCamisetas de la nueva línea del diseñador argentino, Martín Churba. Foto: Gentileza Martín Churba.
-Hasta ahora lo que se hizo de moda y fútbol fue más como homenaje, pero no sobre cómo transformar una prenda tan cara a nuestros sentimientos en una tipología de moda.
-Claro, cuando empecé a crear los textiles y me involucré con la tecnología de corte láser, me puse a jugar como si fuera alta costura. En un momento vi que las telas eran tan lindas que empecé a ponerlas en bastidores. Ahí me vino la idea de que también es un oráculo al que uno le reza y creé esos altares que son cuadros. Eso me da la posibilidad de llevarlos a una galería de arte. Me presenté para hacer una muestra el año que viene junto con la galería argentina Fubolitis, que es la que me acompaña.
-¿De dónde salieron las camisetas que usaste?
-En lugar de imprimir telas convencionales, usé las de alta calidad, pero con papeles de cuadros de fútbol, por eso aparecen marcas, sponsors distorsionados y escudos. Reutilicé insumos de viejas camisetas. De alguna manera también propongo eso, que la moda revisite lo hecho porque no se puede seguir haciendo. Fui a Japón con el video que cuenta todo esto y cuando presenté el trabajo en una de las universidades, me convocan de otra, de las afueras de Tokio, para trabajar con el equipo de fútbol. Ese diálogo fue enriquecedor. Llevar la creatividad textil al ámbito académico también fue disruptivo para mí. Me encontré con gente que no es consumidora de moda pero que usando una camiseta se volvían locos.
-¿Qué te interesó del fútbol como expresión cultural?
-Es un lenguaje universal pacifista, a pesar de que a veces los muchachos se ponen un poco agretas. Un espacio donde la humanidad puede encontrarse en un juego. Y eso en un mundo como el de hoy, que es un drama en otros aspectos, nos deja en un lugar de valor. Más allá de la pasión y la angustia, cuando juegan dos equipos, uno gana, el otro pierde y no se matan.
-En los videos donde presentás los proyectos, hablás de la reparación, del trabajo colectivo, la relación entre las culturas. ¿Creés que la moda puede ir hacia ese lado o es algo muy lejano?
-Lo veo como un proceso. En Argentina, en un momento, fue muy importante lo autoral, en ese camino que veníamos cursando de la reversión de lo que sucedía en el hemisferio norte como si quisiéramos ser un poco más europeos. Esa fue una lucha no solo de la industria de la moda, sino también en la música y otros aspectos.
Estamos viviendo un tiempo muy negativo para la confección… En este mercado, más que innovar, nos queda resistir
Martín ChurbaDiseñadorModa y deporte entre Argentina y Japón. Foto: Gentileza Martín Churba.
-Persiste todavía la idea de descolonizar lo impuesto.
-Sí, por eso, lo autoral tuvo protagonismo y una misión trascendente fue que los autores pudiéramos decir más allá de lo que decía un europeo. Trosman Churba fue pionera en no seguir la tendencia de las temporadas. Hoy lo colectivo se para por sobre lo autoral individual, habla de construir entre todos. A Japón llevé cinco proyectos porque trabajé en colaboración. Compartir tiene el beneficio de diluir el ego. Busco consenso, construcción, acuerdo. Solo no podría haber hecho todo esto. A mí no me alcanza con una marca de ropa para lo creativo. Mi idea es que funcione en un centro cultural o en disciplinas más allá de la moda como pueden ser el deporte o las bellas artes.
-A su vez, mudaste Tramando a una nueva tienda, seguramente para reacomodarse a este contexto y a la nueva vista que está teniendo la marca.
-Estamos viviendo un tiempo muy negativo para la confección. Como industria estamos entre las primeras más golpeadas. Por más que Tramando fue supuestamente para un público de alto poder adquisitivo, la realidad es que toda la vida me compraron las abogadas, las psicólogas, las arquitectas, mujeres profesionales que necesitaban construir su propia fachada. Les hacía sentido invertir en Tramando. Tenía muchas clientas laburantes. Si contamos lo que cuesta pagar las expensas y la prepaga, una vez más los creadores de valor estamos siendo tratados como meros productores de materias primas sin ningún tipo de aliento. En este mercado más que innovar nos queda resistir. Al local le pusimos el after porque es lo que queda después de la fiesta…
-Pero el after también tiene su encanto.
-Por supuesto. Es como cuando se habla de la tercera edad que ya no es más la última. Lo decimos con honor, orgullo, creatividad y sueños, es lo que nos toca porque además no sabemos qué nos depara. Si termina o en realidad lo que viene ahora es un renacimiento.