Fuente: Clarín – Barajar y dar de nuevo. Este conocido juego de palabras tranquilamente puede definir el momento que atraviesa estos días Benito Fernández, uno de los diseñadores más famosos de Argentina: el “favorito“ de (nuestra) Máxima de Holanda, el que trabajó en la tele, el que hizo miles de desfiles y el que viajó por el mundo llevando su moda. Ese mismo dice haber renacido.
Hace algunos días, en medio de una complicada situación económica y buscando un cambio de rumbo con su marca, su cuerpo le hizo saber que así no podía más.
Estuvo un mes internado y ahora está acá, de nuevo, “reseteado”, según él mismo dice sentado en un sillón de su tienda, en Lafinur casi Las Heras, luciendo un saco cancherísimo de Flor Bari y unas zapatillas neón de su propia cápsula.
“Tenía un gran problema de estrés, angustia y depresión. Tiré lo que pude con todo eso, hasta que no pude más. Un día me desmayé y me caí. Bueno, eso fue el momento de quiebre total”, relata Benito, o “Beni” como todos lo llaman en el mundo de la moda.
“Estuve unos días en el Otamendi y luego mi psiquiatra me recomendó internarme en Abril (una clínica de salud mental, donde estuvo internado Chano de Tan Biónica, por ejemplo). Y ahí empecé de nuevo: sin usar celular, sin manejar plata, sin ver gente. Me levantaba todos los días sin angustia, jugaba al ping pong, o al truco. Así limpié mi cabeza. Hasta armamos un grupo divino con muchos de los chicos que están ahí internados. Yo tenía miedo de que fuera una situación hostil, pero resultó todo lo contrario. Sigo en contacto con muchos de ellos. La verdad es que yo venía sin ganas; todo me costaba. Estar para adentro me llevó a hacer un cambio muy grande, volví a disfrutar a mi nieto Fermín, que es el amor de mi vida y lo que más me importa. Volví a disfrutar de mis amigos y de mi trabajo.”Benito Fernández hoy sonríe. Durante su crisis, no tenía ganas de nada. Foto: Ariel Grinberg.
-Y volviste a las raíces también en tu marca, ahora te dedicás a la alta costura y hasta hacés tu desfile.
-Sí, volví a hacer lo que hacía cuando empecé hace 37 años: novias y vestidos de 15, además de modelos de alta costura. También sigo con mis perfumes, los anteojos, las zapatillas que hago con Topper y tengo un proyecto inmobiliario que llamé Residencias Benito. Además, a fines de septiembre hago mi desfile de alta costura en Argentina Fashion Week. Estoy muy entusiasmado. Héctor Vidal Rivas nos da el espacio, Ale García hará el estilismo, Diego Impagliazzo los peinados, Luli de laVega el maquillaje. Tengo un gran team. Hacía mucho que no hacía un desfile de alta costura, será algo muy chiquito. La verdad es que no estoy para algo mega, al menos por ahora.
-¿No tenés miedo de acelerarte de nuevo?
-No, no, para nada. Si estoy cansado, ahora no vengo a la oficina. Me estoy viendo en la tele unos culebrones turcos que son lo máximo, ya voy por el capítulo 60. Antes aunque estaba deprimido venía todo el día a la oficina, me exigía estar acá. Ya no. Quiero ir de a poco. El prêt-à-porter fue lo que a mí me desequilibró: la parte financiera de adelantar los pagos, no vender, la pandemia… Todo eso junto me desequilibró la empresa. Hubiera necesitado a alguien, no sólo para la inversión, sino para ver cómo se desarrolla esta línea en el mercado. Todo lo demás me gusta; es más tranqui. Hago el diseño y nada más. No pongo la plata ni me ocupo de ver si las telas vienen bien o mal. Antes fue un delirio. Venía mal con los últimos gobiernos y después de la pandemia, fue muy duro todo.
-¿Qué miedos tuviste?
-Con lo prejuiciosos que somos los argentinos con la gente que se interna en una clínica de salud mental, pensé que se me iban a caer los encargos para vestidos de 15 o de novia. ¡Y fue al revés! Yo atravesé varios momentos bisagra en mi carrera: en el 2001 me fundí; le hice un vestido a Natalia Lobo para un Martín Fierro que fue un escándalo y todo eso lo transformo, revierto y crezco. Es lo que me pasa ahora.
-¿No te molestó la mediatización de tu caso?
-Es algo lógico. Obviamente, que algunas cosas que se dicen te duelen, pero la prensa en general se portó súper bien. Me pareció hasta importante -te diría- poner sobre la mesa el tema de las enfermedades mentales. Que se sepa que estar medicado para estar bien no tiene que estar mal visto. Después de la pandemia quedó algo raro: el que no tiene estrés, tiene ataque de pánico, depresión o angustia. Quedaron secuelas en lo mental que nos da miedo. Hoy nos dan más miedo la enfermedades mentales que las más tradicionales, ésas que ya sabemos que tienen cura.Benito Fernández llegó a recibir más de mil mensajes de afecto en su teléfono. Foto: Ariel Grinberg.
-¿Cómo reaccionó tu círculo íntimo?
-La red de contención fue importante en estos momentos. No solo conmigo, sino con mis hijos, eso fue lo que más me importaba. Ellos me importaban. Analía Maiorana, Valeria Mazza, Sole Solaro, Diego Impagliazzo, Fabián Medina Flores y Charly Ronco, ellos me apoyaban como mis amigos, llamaban a mis hijos. Eso fue determinante para que mejore. Le dejé un bardo tremendo a Marina y Lucas (sus hijos). Yo no podía despedir a gente con la que trabajo de toda la vida, y ellos dos se hicieron cargo. Ahora estoy más ordenado y disfrutador. Tomo decisiones. Antes estuve paralizado y angustiado. Hoy estoy liviano en todo sentido, desde las amistades a las cosas materiales. Quiero estar más liviano en todo de ahora en más.
-¿Y tus colegas cómo reaccionaron? Sos muy querido en el ambiente de la moda.
-Todos respondieron apoyándome. Cuando recuperé mi celular, no daba abasto respondiendo los mensajes de amor, desde Fabián Zitta a Verónica de la Canal, muchos me llamaron. Creo que tenía más de 400 mensajes de WhatsApp y de Instagram, ni hablar. De repente eran 1.000 mensajes. Aún hoy sigo contestando una cantidad inmensa de mensajes.
Las mujeres de Benito y el país
Lejos de escandalizarse o cancelar pedidos ante las noticias de Benito que coparon todos los medios, sus clientas lo apoyaron a full. “El cariño de la gente es increíble. Ninguna me pidio la seña que dejó por un vestido que no pude hacer de vuelta. Además, no las quería defraudar, con decirte que salía de la clínica una vez por semana a probar”, recuerda el diseñador, que reconoce que, luego de estar internado, se dio cuenta de que nada era tan grave como parecía en su cabeza.
“El quilombo sucedía más en mi cabeza que en mi realidad”, explica. “Dejé de ver a mis amigos. Me encerraba en casa a oscuras, no me bañana por tres días, una cosa de locos”, dice con angustia.
-Tampoco te pases al otro extremo (risas).
-Es que siempre me pasa lo mismo: cuando caigo luego salgo eyectado. Me fundí en el 2001 y en el 2003 estaba bárbaro. Me criticaron por el vestido de Natalia (Lobo) y al mes vestía a todas.
-¿Cómo se sostiene eso de hacer moda en un país como éste, donde siempre hay que remarla, vivir con nuevas reglas todo el tiempo, y mucho más?
-Es muy inestable todo. Y responsabilizo mucho a los gobiernos que no han hecho nada para apoyar al diseño como hacen en México o Brasil. ¡Como si no supieran que es una de las industrias que mayor empleo genera! Ojo que yo también tengo mis culpas, por cómo manejé los números, pero no es algo muy fácil.
-Pensar que en Francia el gobierno apoyó a Saint Laurent cuando se fundió por su gran aporte cultural al mundo.
-Claro. Bueno, a mí me pasó que la primera vez que fui a Colombia Moda con Oscar de la Renta me sorprendió ver al presidente de ese país, Andrés Pastrana, sentado en la primera fila. Fue a apoyar a la industra local. Acá, si va, lo linchan mediáticamente. Me da bronca que no se termine de tomar esta industria como algo serio. Y eso tiene que ver con el prejuicio, lo mismo pasa con las enfermedades mentales, con los cuerpos, con todo. No hay dudas de que estamos mejor como argentinos, pero falta mucho. Seguimos adelante. Y eso que, para mí, la mujer es la que marca agenda de los últimos 15 años. La mujer evolucionó mucho.
Los 30 vestidos de Máxima
Benito Fernández dice que él más que proponer objetivos, siente que en su vida y su carrera, las cosas “van saliendo solas”. “No lo busco, todo llega cuando tiene que llegar. Como lo que pasó con Máxima Zorreguieta. Justo me tocó vestirla cuando a ella le tocó ser reina de los Países Bajos. Le hice más de 30 vestidos (uno de ellos está exhibido en el Museo de La Haya junto con sus trajes icónicos). La primera etapa fue para ella como princesa. Recuerdo que para su primera gira por Latinoamérica, le hice aproximadamente entre 8 y 10 vestidos. Esos no se vieron tanto, porque en ese momento no era tiempo de redes. Después, ya más cerca en el tiempo, los últimos vestidos que le hice se viralizaron más”, explica mientras afirma que le gustaría volver a vestir pronto a la reina holandesa con sangre argentina.
Máxima de Holanda es solo la punta del iceberg si de clientas y amigas internacionales se trata. “Vestí a Priscila Presley, me hice amigo de Patricia Field (vestuarista de la serie Sex & the City) y soy íntimo de mi adorada Agatha Ruiz de la Prada”, cuenta feliz. En Argentina no hay famosa que no haya llevado un Modelo Benito alguna vez.
El diseñador aún recuerda que en todas estas décadas participó en un reality de tevé, tuvo una boutique en Barcelona, actuó con Guillermo Francella y Araceli González. “Y ahora -anuncia riéndose-, estoy por arrancar con un streaming que voy a compartir con Belén Francese.”
-Escuchándote ahora, animado, la verdad que cuesta pensar en los momentos terribles que viviste hasta hace tan poco…
-Es que por suerte siempre salgo bien parado en la vida de esos momentos malos que me han tocado vivir. Tengo un gran poder de resiliencia. Cuando conté que era disléxico y que me hice pis hasta los 14 años en la cama, muchos papás me escribieron por Instagram para apoyarme. Y también para pedirme consejos, porque a ellos les pasaba lo mismo con sus hijos. Yo siempre digo con todo que no hay que preocuparse: sino ocuparse. Cuando te preocupás, a un chico le cargás más su problema, es más presión para él. Cuando te ocupás es mucho más relajado. Hay que saber transitarlo. Insisto: no hay que tener ningún prejuicio con nada.Benito Fernández hoy tiene ganas de disfrutar con su nieto. Foto: Ariel Grinberg.
-Entonces ahora: ¿cómo te gustaría terminar el 2024?
-Quiero hacer un lindo viaje, ya que hace mucho que no viajo. Por ejemplo, irme unos días a la playa con mi nieto, a disfrutar.
-¿Sólo viajar?
-También, cerrar los proyectos que tengo entre manos, como mi emprendimiento inmobiliario. No solo lo abrí aquí en Buenos Aires, simo también en Tandil. Ya le pondré mi impronta en la decoración de cada uno de los lugares. Todo esto me salió ahora, por suerte, luego de resetearme. Hasta me ofrecieron hacer un proyecto de prêt-à-porter. Increíble: me llegó el llamado que estuve esperando durante 20 años recién ahora. Lo ideal es tener un inversor y que yo solo me ocupe de diseñar. Y disfrutar. A los 62 años, ¿no me lo merezco?